YON GOICOECHEA | EL UNIVERSAL
martes 10 de enero de 2012 12:00 AM
La descapitalización intelectual de Venezuela es un problema grave y las soluciones propuestas no son satisfactorias. No es verdad que cuando se vaya Chávez volverán todos los talentos, eso es un reduccionismo irracional. La gente inteligente emigra por la violencia, la política y la economía; no porque no quieran al país.
Por mucho que ame a Venezuela un médico summa cum laude de la UCV, éste también se enamora. Llega el momento en que quiere casarse o al menos mudarse sólo, comprarse un carro o hacer su propio mercado; para eso estudió. Estas cosas sencillas eran accesibles para la clase media, hasta hace una generación. Pero ahora los jóvenes deben vivir para siempre en casa de sus padres, a menudo con sus hermanos, cuñados, sobrinos, abuelos y perros. Somos la generación de los arrimados.
Los dirigentes nos quedamos porque nuestro plan de vida es la política, pero mucha gente tiene otras prioridades válidas. Para el joven profesional de clase media, que está desesperado viviendo en casa de su mamá, ganando 2.000 bolívares, el discurso patriótico simplemente no es suficiente. Ese joven, si puede, se va, no importa lo mucho que los políticos lo tratemos de inspirarlo con palabras venezolanísimas. A la prueba me remito.
Por eso, nuestro futuro gobierno debe contemplar medidas dirigidas a captar intelectuales, profesionales y gente que aporte al Estado. Por supuesto que la prioridad deben ser los sectores populares pero, si no cuidamos a la gente preparada, esta se irá a otros países en donde sí la valoren. Un médico no puede ganar lo mismo que un taxista, esto no es clasismo sino realismo. No podemos permitir que en Venezuela sigan invertidos los valores porque eso está degenerando nuestra sociedad. Estamos sembrando una mediocridad nacional sin precedentes y pocos políticos lo denuncian, ya que no suena bonito decirlo. Aquí debe valorarse el esfuerzo y el mérito, la gente inteligente no se va a quedar para ser esclava de la mediocridad del sistema.
Por mucho que ame a Venezuela un médico summa cum laude de la UCV, éste también se enamora. Llega el momento en que quiere casarse o al menos mudarse sólo, comprarse un carro o hacer su propio mercado; para eso estudió. Estas cosas sencillas eran accesibles para la clase media, hasta hace una generación. Pero ahora los jóvenes deben vivir para siempre en casa de sus padres, a menudo con sus hermanos, cuñados, sobrinos, abuelos y perros. Somos la generación de los arrimados.
Los dirigentes nos quedamos porque nuestro plan de vida es la política, pero mucha gente tiene otras prioridades válidas. Para el joven profesional de clase media, que está desesperado viviendo en casa de su mamá, ganando 2.000 bolívares, el discurso patriótico simplemente no es suficiente. Ese joven, si puede, se va, no importa lo mucho que los políticos lo tratemos de inspirarlo con palabras venezolanísimas. A la prueba me remito.
Por eso, nuestro futuro gobierno debe contemplar medidas dirigidas a captar intelectuales, profesionales y gente que aporte al Estado. Por supuesto que la prioridad deben ser los sectores populares pero, si no cuidamos a la gente preparada, esta se irá a otros países en donde sí la valoren. Un médico no puede ganar lo mismo que un taxista, esto no es clasismo sino realismo. No podemos permitir que en Venezuela sigan invertidos los valores porque eso está degenerando nuestra sociedad. Estamos sembrando una mediocridad nacional sin precedentes y pocos políticos lo denuncian, ya que no suena bonito decirlo. Aquí debe valorarse el esfuerzo y el mérito, la gente inteligente no se va a quedar para ser esclava de la mediocridad del sistema.
No comments:
Post a Comment