Thursday, January 12, 2012

Venezuela exporta esencialmente dos cosas: petróleo y gente

En: http://www.lapatilla.com/site/2012/01/12/vladimiro-mujica-venezuela-exporta-esencialmente-dos-cosas-petroleo-y-gente/

La reunificación del país pasará por un diálogo con los miles de expatriados Una buena parte son profesionales, hombres y mujeres que ahora contribuyen al progreso de otras naciones.
Sería probablemente el olor y la presencia de los cachitos de jamón y los golfeados, dos de las comidas que los venezolanos hemos venido a asociar con nuestros días de infancia.
Lo cierto es que entrar a Don Pan en Doral, una zona de Miami, ahora llamada Doralzuela por el número de venezolanos que viven en allí, me produjo una suerte de Déjà vu, de cosa vivida y al mismo tiempo fuera de lugar. Mi trabajo me obliga a viajar con frecuencia y ya se ha ido convirtiendo en una visión usual el encontrarse con negocios, señales, asociaciones y sitios de Internet que revelan la presencia de comunidades de venezolanos viviendo en otros países.
Una docena de años de despropósito en la conducción del país, de inseguridad jurídica, personal y económica, por tan sólo mencionar las razones usuales que dan los adultos que se han marchado del país, se ha traducido en la salida de oleadas de compatriotas a otros rumbos. Un solo dato habla por sí mismo: de acuerdo al último censo, la población venezolana que reside legalmente en Estados Unidos subió de 91.507 en el año 2000 a 215.023 en 2010.
En estos días Venezuela exporta esencialmente dos cosas: petróleo y gente. Del petróleo que vendemos ya se ha dicho casi todo lo que cabe decir. Quizás lo más importante es que su producción y explotación se hace cada vez más con capital y esfuerzo extranjero, contrariamente a lo que la propaganda oficial quiere hacernos creer. De la gente que se nos va nunca se puede decir lo suficiente, porque las naciones son en esencia su gente y una vez que se produce la salida el regreso es complejo y difícil, si es que alguna vez ocurre.
Una buena parte de quienes se van son profesionales.
Hombres y mujeres que se han formado en Venezuela y que ahora contribuyen con su educación y su trabajo al progreso de otras naciones. El caso más conspicuo son los trabajadores de la industria petrolera perseguidos en su propio país y que se encuentran diseminados por Canadá, Colombia, México, los países árabes y Rusia.
Es decir, en todos los lugares del mundo donde se produce petróleo, además de Venezuela. Menos conocido que el caso de los petroleros es el de los odontólogos y médicos que encuentran trabajo en Europa. O más grave aún, el caso de nuestros mejores estudiantes que se ausentan de los postgrados venezolanos por la imposibilidad de obtener becas. Sólo por mencionar un caso especialmente relevante y triste, el caso de los postgrados de especialización en Medicina que contaban con una excelente reputación y cuyas plazas de ingreso eran disputadas por los mejores estudiantes. Hoy semiabandonados en un país que se permite la irresponsabilidad de crear estudios “acelerados” de Medicina.
La tendencia a la diáspora de los venezolanos siempre fue menor que la de nuestros vecinos suramericanos, argentinos, brasileros o uruguayos que pasaron por horrendas dictaduras militares y períodos de catástrofe económica. O la de los españoles sumidos en una guerra civil. Ahora nos ha llegado nuestro turno y ni tan siquiera podemos argüir circunstancias extremas como las de otros países.
Solamente la mengua, lenta y agobiante, de las posibilidades de desarrollarse como individuos en una sociedad cada vez más asfixiada por el atraso decimonónico de la revolución chavista.
La condición de expatriados o exilados, dependiendo de cómo se produjo la salida del país de miles de venezolanos, debe constituir una señal roja de advertencia sobre lo que ha estado ocurriendo durante estos doce años. Siempre se puede estar peor y aún en el foso podemos excavar para hundirnos más, pero para alguien que puede sentir la mezcla de esperanza y desazón que se respira cuando algún venezolano en Miami, París o Madrid te dice: “Es que aquí se puede caminar, ¿cómo quieres que les niegue eso a mis hijos?”.
No es sencillo escaparse de la tristeza de las preguntas sin respuesta fácil, salvo la trivial “yo te entiendo”.
Una parte importante de la reunificación del país tendrá que fundamentarse en el diálogo con los expatriados. Muchos de ellos pueden formar un contingente dispuesto a participar en la recomposición del país si no se los trata como la legión de traidores y vendepatrias que el chavismo troglodita pretende calificar así. A estas alturas son muchas las familias que se encuentran dispersas por medio mundo contra su voluntad pero abriendo un espacio, educándose y creciendo. Esos venezolanos que hoy sienten que perdieron a su país serán muy importantes en un futuro muy próximo.

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