Gustavo Azócar Alcalá
Estimado Mayor General:
Ayer
quedé sorprendido, como la gran mayoría de los venezolanos. Creí que
usted era el tercer hombre fuerte de la gestión de Nicolás Maduro. Su
permanencia en el gobierno de Hugo Chávez, y su habilidad para
mantenerse dentro de la administración de Maduro, primero en la Disip, y
luego en el Ministerio de Interior y Justicia, me hicieron pensar por
un momento que usted tenía mucho poder.
Recuerdo haber leído incluso un reportaje en el Diario de Las Américas de
Miami, donde se decía que usted estaba pujando con otros militares para
convertirse en el sustituto de Nicolás Maduro. En Caracas se rumoraba
incluso, que usted ya tenía hasta su propio comando de campaña, armado y
preparado para un eventual adelanto de elecciones. Pero su remoción,
ordenada ayer por Maduro, quien en cadena de radio y televisión se ufanó
de haberlo enviado de “vacaciones” durante unos 15 días, me demostró
que estaba equivocado. Usted no era el hombre fuerte que todos
creíamos.
Aunque
parezca mentira, el hombre fuerte resultó ser José Miguel Odreman, el
gran jefe de los colectivos armados de Caracas, quien a pesar de
encontrarse varios metros bajo tierra, después de haber caído muerto
como consecuencia de las balas asesinas disparadas por funcionarios al
servicio del despacho de Interior y Justicia, terminó saliéndose con la
suya, logrando lo que muchos dirigentes de la oposición no han podido
lograr en 15 años: la destitución de un ministro del gabinete
revolucionario.
Sr.
Ministro: su destitución, celebrada por los miembros de los colectivos,
es un claro ejemplo para demostrar quiénes son los que gobiernan aquí.
El difunto José Miguel Odreman lo acusó a usted, pocas horas antes de
morir, de ser el responsable directo de los acontecimientos que
ocurrieron en Quinta Crespo, que dejaron 5 personas muertas, y de lo que
le pudiera ocurrir a él. Pocos minutos después cayó abatido, según
dijeron sus propios familiares, por una ráfaga de al menos 40 disparos.
Los
colectivos lo responsabilizaron a usted por la muerte de Odreman y le
pidieron a Maduro su destitución. No conforme con eso, los colectivos
organizaron una marcha para el jueves pasado, la cual pretendía llegar
hasta las instalaciones del Ministerio de Interior y Justicia, para
pedir su cabeza. La marcha, como todos bien sabemos, no se realizó. Una
llamada desde el Palacio de Miraflores a los organizadores de la
movilización, les hizo abandonar la idea, y les prometió que sus
peticiones serían escuchadas. Veinticuatro horas después usted estaba
despedido.
Maduro
prefirió sacrificarlo a usted, antes que perder el apoyo de los
colectivos, esos grupos armados que andan por Caracas y por todo el país
sembrando el caos y atemorizando a los opositores. La popularidad de
Maduro está tan pero tan mal, que prefirió cortar la cabeza de un Mayor
General de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, antes que cortar la
cabeza de los grupos colectivos que ya no sólo defienden la revolución,
sino que además se dedican a trabajos particulares para conseguir sus
propios recursos y beneficios.
Soy
de quienes cree, estimado Mayor General, que Nicolás Maduro ya tenía
entre sus planes, sacarlo a usted del Ministerio de Interior y Justicia.
Sólo estaba esperando el momento adecuado. Una breve revisión de los
últimos hechos, nos demuestra que usted no estaba haciendo muy bien su
trabajo y que estaba haciendo quedar muy mal al Presidente.
Maduro
dijo que a Eliécer Otaiza lo había mandado a matar “el imperio” y los
“criminales opositores que viven en Miami”, pero usted se encargó de
demostrar lo contrario, capturando a los choros, la mayoría de ellos
menores de edad, que mataron a Otaiza en un barrio para robarle la
pistola. Maduro dijo que el crimen de Robert Serra había sido cometido
por “Alvaro Uribe y los criminales imperialistas que viven en Miami”,
pero usted le volvió a echar agua a la cerveza al capturar a los
policías bolivarianos y a los escoltas que organizaron, junto con otro
grupo de choros, el asesinato del diputado.
La
gota que derramó el vaso fue la declaración de Maduro, asegurando que a
los asesinos de Robert Serra le habían pagado 500 mil dólares para
ejecutar la operación. Usted no sólo no ratificó la versión de su jefe,
sino lo que es peor, rebajó a la mitad la suma presuntamente pagada a la
banda de delincuentes, y le declaró a los medios que a los criminales
que ejecutaron a Serra le habían pagado 250 mil dólares.
Como
puede observarse, Mayor General Rodríguez Torres, usted estaba dejando
muy mal parado a Nicolás Maduro. Si a todos esos errores, se le suma el
hecho de que ahora a usted le había dado por matar a los jefes de los
colectivos,, que son, a fin de cuentas, los únicos locos dispuestos a
matar para defender a Maduro, se entiende porque era mejor sacarlo a
usted del Ministerio y mandarlo de vacaciones.
Sr.
General: no se moleste. Lo más seguro es que a usted lo manden de
embajador a algún país amigo de la revolución. Le doy un consejo: no
acepte el cargo de Cónsul en Aruba. Ese consulado es medio pavoso. Si
no, pregúntele a su pana, el general Carvajal.
Oh
tenga mucho cuidado, ni lo vayan a mandar como Embajador en el
Cementerio del Este para que acompañe a Odreman. Es alli donde usted
deberìa estar, ya que fue una verdadera rata sucia.
SC. 25 de Octubre de 2014
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