Por Medina & Arenas.-
Venezuela se ha transformado en un paraíso para la especulación. El modelo económico que se ha instalado en nuestro país, ha estructurado de manera muy formal todo un sistema de reglas, leyes, providencias, reglamentos y costumbres para ser menos productivos.
Y es que hoy, para cualquier empresario, es económicamente más rentable importar que fabricar; los costos transaccionales son menores y en definitiva es menos engorroso todo el proceso que permite obtener ganancias. No es nada raro ver como en los últimos años compañías que tenían buena cantidad de empleados, que tenían maquinarias y procesos de fabricación, han dado un vuelco hacia la importación directa de productos, pasando de ser un gran galpón a un gran negocio del tamaño de una oficina en el este de nuestra ciudad.
Las razones para este cambio son diversas y constituyen una respuestas lógica, al sistema económico que se ha construido. La primera tiene que ver con todo el cerco legal que se ha impuesto a cualquier proceso productivo.
Existe un sin número de normas que regulan, fiscalizan, controlan, detienen al emprendedor. Basta solo medir los tiempos que toma poder registrar una empresa o compañía. Son procesos largos, engorrosos a veces, cargados de burocracia y llenos de discreción. Es tan evidente esta situación que una persona que esté comenzando tiene que destinar gran parte de su capital primario a este proceso.
Luego vendría todo el entramado al cual se debe enfrentar para hacer andar su compañía: Seniat, IVSS, Banavih, Bomberos, Consejo Comunal, Ministerio del Trabajo, solvencia municipales, certificados de producción, guías de movilización y el ahora novedoso Rupdae, que llevan consigo el hecho cierto de que se deben destinar recursos económicos “extras” a los contemplados.
Al final de todo este periplo, quienes necesiten materia primas o insumos para la producción deberán recurrir a todo el sistema de asignación de divisas que implica otros tantos procedimiento y el asistir a cualquiera de los 3 niveles del sistema de control cambiaría, que más que un mecanismo se ha convertido en una especie de lotería, porque realizar una “subasta” de divisas no puede ser un mecanismo sino un juego en el que se entra, se oferta, pero depende de las condiciones espirituales del deseo de ganar, ser beneficiado.
Producir en Venezuela es en fin, un acto heroico, de riesgo, aventurero, que implica provocar desde ya, un debate necesario sobre como asumir una discusión que transforme el modelo económico, que permita el emprendimiento y motive la generación de riqueza sobretodo intelectual. Impulsar este debate también obliga a debatir sobre ideología, especialmente, discutir el modelo ideológico y político de quienes gobiernan.
Y es que los que están en el poder han basado su accionar político en la concepción marxista de la lucha de clases. Todo evento es filtrado bajo esos anteojos de explotados y explotadores, ricos Vs pobres. Entonces, cuando esto se ve de esa forma, es obligatorio ver a todo aquel que emprenda cómo especulador, explotador, usurero y enemigo del pueblo, no entenderlo así es un acto de traición a los nobles valores del socialismo.
Propiedad social, empresas de producción social, comunas, poder popular, precios justos, economía socialista, trabajo digno, guerra económica, justicia popular, suprema felicidad, ecosocialismo. Todas estas palabras son conceptos, ideas que tratan de recrear un sistema económico, que al final no ha logrado reinventar nada; muy por el contrario, ha destruido la capacidad productiva y dejado en su camino, nacionalizaciones que no funcionan, expropiaciones que quebraron y tierras baldías.
Producir en un país más y mejor es el camino. Discutir estos temas en momentos donde nuevamente hace crisis el mundo petrolero es oportuno. Revolver nuevamente esa idea de dejar de ser un Estado monoproductor, debe y obliga a todos los venezolanos, porque está demostrado que transformar a Venezuela en un país de progreso es buscar una economía diversa, donde se aprovechen nuestra ubicación geoestratégica, se consoliden acuerdos comerciales en base a intereses productivos y no políticos, pero sobre todo, donde se establezca la educación como centro de todas las políticas y planes de la nación, ya que este es el camino para lograr una sociedad realmente libre, global y de avanzada.
Nuestra realidad económica implica grandes retos, propone comenzar desde ya a construir caminos alternativos y proponer en las instituciones, no pretendiendo que se acepten o sean parte del archivo, sino proponer como acción y forma, proponer para ir dando el cambio del presente y proponer para consolidar conciencias.
Si hoy en Venezuela resulta un acto heroico producir, queremos que nuestra nación sea heroica y se transforme en verdadera potencia.
Venezuela se ha transformado en un paraíso para la especulación. El modelo económico que se ha instalado en nuestro país, ha estructurado de manera muy formal todo un sistema de reglas, leyes, providencias, reglamentos y costumbres para ser menos productivos.
Y es que hoy, para cualquier empresario, es económicamente más rentable importar que fabricar; los costos transaccionales son menores y en definitiva es menos engorroso todo el proceso que permite obtener ganancias. No es nada raro ver como en los últimos años compañías que tenían buena cantidad de empleados, que tenían maquinarias y procesos de fabricación, han dado un vuelco hacia la importación directa de productos, pasando de ser un gran galpón a un gran negocio del tamaño de una oficina en el este de nuestra ciudad.
Las razones para este cambio son diversas y constituyen una respuestas lógica, al sistema económico que se ha construido. La primera tiene que ver con todo el cerco legal que se ha impuesto a cualquier proceso productivo.
Existe un sin número de normas que regulan, fiscalizan, controlan, detienen al emprendedor. Basta solo medir los tiempos que toma poder registrar una empresa o compañía. Son procesos largos, engorrosos a veces, cargados de burocracia y llenos de discreción. Es tan evidente esta situación que una persona que esté comenzando tiene que destinar gran parte de su capital primario a este proceso.
Luego vendría todo el entramado al cual se debe enfrentar para hacer andar su compañía: Seniat, IVSS, Banavih, Bomberos, Consejo Comunal, Ministerio del Trabajo, solvencia municipales, certificados de producción, guías de movilización y el ahora novedoso Rupdae, que llevan consigo el hecho cierto de que se deben destinar recursos económicos “extras” a los contemplados.
Al final de todo este periplo, quienes necesiten materia primas o insumos para la producción deberán recurrir a todo el sistema de asignación de divisas que implica otros tantos procedimiento y el asistir a cualquiera de los 3 niveles del sistema de control cambiaría, que más que un mecanismo se ha convertido en una especie de lotería, porque realizar una “subasta” de divisas no puede ser un mecanismo sino un juego en el que se entra, se oferta, pero depende de las condiciones espirituales del deseo de ganar, ser beneficiado.
Producir en Venezuela es en fin, un acto heroico, de riesgo, aventurero, que implica provocar desde ya, un debate necesario sobre como asumir una discusión que transforme el modelo económico, que permita el emprendimiento y motive la generación de riqueza sobretodo intelectual. Impulsar este debate también obliga a debatir sobre ideología, especialmente, discutir el modelo ideológico y político de quienes gobiernan.
Y es que los que están en el poder han basado su accionar político en la concepción marxista de la lucha de clases. Todo evento es filtrado bajo esos anteojos de explotados y explotadores, ricos Vs pobres. Entonces, cuando esto se ve de esa forma, es obligatorio ver a todo aquel que emprenda cómo especulador, explotador, usurero y enemigo del pueblo, no entenderlo así es un acto de traición a los nobles valores del socialismo.
Propiedad social, empresas de producción social, comunas, poder popular, precios justos, economía socialista, trabajo digno, guerra económica, justicia popular, suprema felicidad, ecosocialismo. Todas estas palabras son conceptos, ideas que tratan de recrear un sistema económico, que al final no ha logrado reinventar nada; muy por el contrario, ha destruido la capacidad productiva y dejado en su camino, nacionalizaciones que no funcionan, expropiaciones que quebraron y tierras baldías.
Producir en un país más y mejor es el camino. Discutir estos temas en momentos donde nuevamente hace crisis el mundo petrolero es oportuno. Revolver nuevamente esa idea de dejar de ser un Estado monoproductor, debe y obliga a todos los venezolanos, porque está demostrado que transformar a Venezuela en un país de progreso es buscar una economía diversa, donde se aprovechen nuestra ubicación geoestratégica, se consoliden acuerdos comerciales en base a intereses productivos y no políticos, pero sobre todo, donde se establezca la educación como centro de todas las políticas y planes de la nación, ya que este es el camino para lograr una sociedad realmente libre, global y de avanzada.
Nuestra realidad económica implica grandes retos, propone comenzar desde ya a construir caminos alternativos y proponer en las instituciones, no pretendiendo que se acepten o sean parte del archivo, sino proponer como acción y forma, proponer para ir dando el cambio del presente y proponer para consolidar conciencias.
Si hoy en Venezuela resulta un acto heroico producir, queremos que nuestra nación sea heroica y se transforme en verdadera potencia.
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