Saturday, October 11, 2014

El demoledor artículo de Luisana Colomine

En: http://konzapata.com/2014/10/el-demoledor-articulo-de-la-periodista-luisana-colomine/
 
Por Juan Carlos Zapata.-
 
Claro que es a propósito de los últimos sucesos. Esta especie de enredo macabro en torno a las muertes de elementos vinculados a la revolución. De esa revolución de la que, la periodista Luisana Colomine, señala que “nos cuesta muerte, sangre, sudor y lágrimas”. Por tanto, afirma, el “episodio de Odreman alguien tendrá que explicárnoslo”. Que en ello coincide hoy mismo Gloria Bastidas. Que en ello hemos coincidido toda esta semana en KonZapata.com desde que se conoció el asesinato de Robert Serra. La verdad primero.
El caso  de Colomine es particular. Fue una de las primeras periodistas en simpatizar con Chávez, por allá, el mismo 4-F de 1992. Desde entonces, no ha soltado los nexos con la revolución. De tal manera, como no cree que la revolución sea ficción, ni una película de Woody Allen –de allí el síndrome Zelig-, la realidad pinta por lo que se escucha y se ve y se hace real. Por ello, parte su análisis  del hecho  de “Odreman al lado de José Vicente Rangel; Odreman al lado de Cilia Flores; Odreman al lado de Robert Serra; Odreman al lado de Juancho Montoya; Odreman en un grupo de gente donde aparece el presidente Chávez; Odreman detrás de Nicolás Maduro en un sitio privilegiado adonde sólo se llega después que la Casa Militar autoriza estar allí, como lo veo en el acto con los motorizados”.
Que ya esto no es cuento. Está en las fotos. En los comentarios de los amigos de Odreman. En sus familiares. Odreman eran esas imágenes y, de repente, apunta Colomine, “por extraña alquimia, ahora Odreman pasa de ser el líder de un “colectivo” a jefe de una “banda de asesinos”, y no es difícil que la confusión de términos nos haga entrar en el análisis. Entonces nuestro presidente estuvo flanqueado nada más y nada menos que por un asesino, como se aprecia en videos y fotos y digo que por algo parecido tuvo que renunciar la jefa de seguridad de Obama”.
La verdad es que en todos estos años, tanto en los gobiernos de Chávez como en el de Maduro, las compañías han sido diversas. Chávez y Maduro, por ejemplo, dejaron entrar a la boliburguesía al Palacio de Miraflores y al menos en una ocasión, el mismo Chávez se quejaba de los lobistas que merodeaban la casa del poder. Dijo lobistas por no decir corruptos. Este es un tema que nos ha inquietado. Ahora, con razón, a Colomine le inquieta el mismo tema de las compañías, solo que esta vez tiene esa marca, “alquimia”, que transforma al líder de un colectivo en el “jefe de una banda de asesinos”. Que alquimistas es lo que no han faltado en la revolución. Alquimistas que han transformado de la noche a la mañana a amigos en enemigos y vendepatrias, y alquimistas que han transformado en ricos y magnates a antiguos camaradas de a pie. Pero, en fin, el tema de Colomine es otro. Y en tal sentido le inquieta “quién está asesorando al gobierno en materia comunicacional, pero es obvio que se le ha hecho un daño inmenso a los movimientos sociales que en verdad defienden la vida, la cultura y el vivir bien al bautizarlos como “colectivos” metiendo en ese saco también a los grupos que, estemos claros, sean chavistas o no, la sola posesión de armas ya los vincula con hechos de violencia”.
Ella tiene razón. Pero al mismo tiempo la arropa la contradicción. Pues acto seguido añade que “he leído una declaración del hermano del fallecido Juancho Montoya, donde afirma que en esos colectivos “hay mucho malandro”, pero ¿quién es capaz de advertir esto sino los cuerpos policiales y de inteligencia? Si claramente, pese a todos los esfuerzos, no hemos podido ni siquiera mermar la delincuencia en Venezuela, entonces ¿será capaz de cuidar a los altos dirigentes de la revolución el ente encargado? Con semejantes resquicios lo dudo”.
La verdad es que no parecen ser “resquicios”. Hay algo más complicado en el modelo, en el esquema. Es igual con la corrupción. Los que la ejercen, igual que la violencia, se camuflan y confunden. Y aquí se está intentando hacer algo en contra del flagelo de la corrupción solo porque de pronto descubrieron el faltante de los 25.000 millones de dólares; o porque se han percatado de que los fondos creados por el comandante, están vacíos, y están vacíos porque alguien los vació. Así es con la violencia. El caso Serra es una señal terrible. Y su impacto tiene que ver con su juventud, con el futuro que se prometía, por su verbo, por venir de las canteras estudiantiles y porque estaba llamado a tener una posición en la generación de relevo del chavismo. La última vez que lo vimos por TV fue en el acto en el que Maduro anunció el reacomodo –sacudón- gubernamental. Era de los pocos parlamentarios invitados al acto en Palacio. Tenía cara de entusiasmo. Tanto entusiasmo que yo creía que iba a ser designado ministro, y él ya lo sabía.
No he dicho que Luisana Colimine es una excelente periodista, crítica, analista, buena entrevistadora. Nos conocimos en una rueda de prensa que por principios de los años 80 ofrecía el entonces presidente de Fedecámaras, Rafael Marcial Garmendia. Hice una pregunta que Garmendia calificó de inoportuna y le pidió a sus asesores que jamás me invitaran a otro evento. Luisana me pasó el dato. Y qué curioso, yo andaba en menos de 25 años de edad, y ahora llevo más de 25 escribiendo sobre el dinero y el poder. El dinero y el poder que se juntan y el dinero y el poder que se enfrentan.
Hablando de enfrentamiento, de esto va también el último punto abordado por Luisana. Copio textual, y sin comentarios: “es preocupante el uso indiscriminado y fácil de la palabra “enfrentamiento”. Es una figura que no está incluida en el Derecho Internacional Humanitario y los expertos la definen como un “eufemismo”. En los tratados del DIH al funcionario policial se le autoriza el arma de fuego “sólo en defensa de una vida” (utópico ¿verdad? Recordemos el caso del joven Michael Brown, en Estados Unidos), pero todo el que muere en un “enfrentamiento” ¿bien muerto está?. Los medios están llenos de crónicas rojas donde muchos mueren en enfrentamiento y más nunca se sabe de eso. En los eventos de Quinta Crespo murieron cinco personas y según las denuncias del propio Odreman antes de morir tiroteado, tres de ellas dormían cuando el Cicpc llegó al sitio. Los fallecidos ya han sido calificados como “homicidas” y el ministro Rodríguez se adelantó a decir que el caso no está relacionado con el crimen de Robert Serra. Todo eso antes de las investigaciones. Ha sido el presidente Maduro el que ha ordenado una exhaustiva investigación y ya la Fiscalía designó fiscales. Esperemos….Nuestro facilitador de Derecho Internacional Humanitario, el abogado y profesor Alejandro Rodríguez Morales, recordó en uno de los cursos esta frase de Confucio que hoy transcribo: “Trabaja en prevenir delitos para no necesitar castigos”….Refiero un titular de la prensa colombiana puesto como ejemplo en el taller de Periodismo de Conflicto que cada año ofrece la Cruz Roja Internacional, de lo que no se debe hacer en periodismo: “lo mataron porque, seguro, algo debía”….¿Qué debía Odreman?”.

No comments:

Post a Comment