Por Juan Carlos
Zapata.-
Claro que es a propósito de los últimos sucesos. Esta especie
de enredo macabro en torno a las muertes de elementos vinculados a la
revolución. De esa revolución de la que, la periodista Luisana Colomine,
señala que “nos cuesta muerte, sangre, sudor y lágrimas”. Por tanto,
afirma, el “episodio de Odreman alguien tendrá que explicárnoslo”. Que
en ello coincide hoy mismo Gloria Bastidas. Que en ello hemos coincidido
toda esta semana en KonZapata.com desde que se conoció el asesinato de Robert Serra. La verdad primero.
El caso de Colomine es
particular. Fue una de las primeras periodistas en simpatizar con
Chávez, por allá, el mismo 4-F de 1992. Desde entonces, no ha soltado
los nexos con la revolución. De tal manera, como no cree que la
revolución sea ficción, ni una película de Woody Allen –de allí el
síndrome Zelig-, la realidad pinta por lo que se escucha y se ve y se
hace real. Por ello, parte su análisis del hecho de “Odreman
al lado de José Vicente Rangel; Odreman al lado de Cilia Flores;
Odreman al lado de Robert Serra; Odreman al lado de Juancho Montoya;
Odreman en un grupo de gente donde aparece el presidente Chávez; Odreman
detrás de Nicolás Maduro en un sitio privilegiado adonde sólo se llega
después que la Casa Militar autoriza estar allí, como lo veo en el acto
con los motorizados”.
Que ya esto no es
cuento. Está en las fotos. En los comentarios de los amigos de Odreman.
En sus familiares. Odreman eran esas imágenes y, de repente, apunta
Colomine, “por extraña alquimia, ahora
Odreman pasa de ser el líder de un “colectivo” a jefe de una “banda de
asesinos”, y no es difícil que la confusión de términos nos haga entrar
en el análisis. Entonces nuestro presidente estuvo flanqueado nada más y
nada menos que por un asesino, como se aprecia en videos y fotos y digo
que por algo parecido tuvo que renunciar la jefa de seguridad de
Obama”.
La verdad es que en
todos estos años, tanto en los gobiernos de Chávez como en el de Maduro,
las compañías han sido diversas. Chávez y Maduro, por ejemplo, dejaron
entrar a la boliburguesía al Palacio de Miraflores y al menos en una
ocasión, el mismo Chávez se quejaba de los lobistas que merodeaban la
casa del poder. Dijo lobistas por no decir corruptos. Este es un tema
que nos ha inquietado. Ahora, con razón, a Colomine le inquieta el mismo
tema de las compañías, solo que esta vez tiene esa marca, “alquimia”,
que transforma al líder de un colectivo en el “jefe de una banda de
asesinos”. Que alquimistas es lo que no han faltado en la revolución.
Alquimistas que han transformado de la noche a la mañana a amigos en
enemigos y vendepatrias, y alquimistas que han transformado en ricos y
magnates a antiguos camaradas de a pie. Pero, en fin, el tema de
Colomine es otro. Y en tal sentido le inquieta “quién está asesorando al
gobierno en materia comunicacional, pero es obvio que se le ha hecho un
daño inmenso a los movimientos sociales que en verdad defienden la
vida, la cultura y el vivir bien al bautizarlos como “colectivos”
metiendo en ese saco también a los grupos que, estemos claros, sean
chavistas o no, la sola posesión de armas ya los vincula con hechos de
violencia”.
Ella tiene razón. Pero
al mismo tiempo la arropa la contradicción. Pues acto seguido añade que
“he leído una declaración del hermano del fallecido Juancho Montoya,
donde afirma que en esos colectivos “hay mucho malandro”, pero ¿quién es
capaz de advertir esto sino los cuerpos policiales y de inteligencia?
Si claramente, pese a todos los esfuerzos, no hemos podido ni siquiera
mermar la delincuencia en Venezuela, entonces ¿será capaz de cuidar a
los altos dirigentes de la revolución el ente encargado? Con semejantes
resquicios lo dudo”.
La verdad es que no
parecen ser “resquicios”. Hay algo más complicado en el modelo, en el
esquema. Es igual con la corrupción. Los que la ejercen, igual que la
violencia, se camuflan y confunden. Y aquí se está intentando hacer algo
en contra del flagelo de la corrupción solo porque de pronto
descubrieron el faltante de los 25.000 millones de dólares; o porque se
han percatado de que los fondos creados por el comandante, están vacíos,
y están vacíos porque alguien los vació. Así es con la violencia. El
caso Serra es una señal terrible. Y su impacto tiene que ver con su
juventud, con el futuro que se prometía, por su verbo, por venir de las
canteras estudiantiles y porque estaba llamado a tener una posición en
la generación de relevo del chavismo. La última vez que lo vimos por TV
fue en el acto en el que Maduro anunció el reacomodo –sacudón-
gubernamental. Era de los pocos parlamentarios invitados al acto en
Palacio. Tenía cara de entusiasmo. Tanto entusiasmo que yo creía que iba
a ser designado ministro, y él ya lo sabía.
No he dicho que Luisana
Colimine es una excelente periodista, crítica, analista, buena
entrevistadora. Nos conocimos en una rueda de prensa que por principios
de los años 80 ofrecía el entonces presidente de Fedecámaras, Rafael
Marcial Garmendia. Hice una pregunta que Garmendia calificó de
inoportuna y le pidió a sus asesores que jamás me invitaran a otro
evento. Luisana me pasó el dato. Y qué curioso, yo andaba en menos de 25
años de edad, y ahora llevo más de 25 escribiendo sobre el dinero y el
poder. El dinero y el poder que se juntan y el dinero y el poder que se
enfrentan.
Hablando de
enfrentamiento, de esto va también el último punto abordado por Luisana.
Copio textual, y sin comentarios: “es preocupante el uso indiscriminado
y fácil de la palabra “enfrentamiento”. Es una figura que no está
incluida en el Derecho Internacional Humanitario y los expertos la
definen como un “eufemismo”. En los tratados del DIH al funcionario
policial se le autoriza el arma de fuego “sólo en defensa de una vida”
(utópico ¿verdad? Recordemos el caso del joven Michael Brown, en Estados
Unidos), pero todo el que muere en un “enfrentamiento” ¿bien muerto
está?. Los medios están llenos de crónicas rojas donde muchos mueren en
enfrentamiento y más nunca se sabe de eso. En los eventos de Quinta
Crespo murieron cinco personas y según las denuncias del propio Odreman
antes de morir tiroteado, tres de ellas dormían cuando el Cicpc llegó al
sitio. Los fallecidos ya han sido calificados como “homicidas” y el
ministro Rodríguez se adelantó a decir que el caso no está relacionado
con el crimen de Robert Serra. Todo eso antes de las investigaciones. Ha
sido el presidente Maduro el que ha ordenado una exhaustiva
investigación y ya la Fiscalía designó fiscales. Esperemos….Nuestro
facilitador de Derecho Internacional Humanitario, el abogado y profesor
Alejandro Rodríguez Morales, recordó en uno de los cursos esta frase de
Confucio que hoy transcribo: “Trabaja en prevenir delitos para no
necesitar castigos”….Refiero un titular de la prensa colombiana puesto
como ejemplo en el taller de Periodismo de Conflicto que cada año ofrece
la Cruz Roja Internacional, de lo que no se debe hacer en periodismo:
“lo mataron porque, seguro, algo debía”….¿Qué debía Odreman?”.
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