OSCAR ARNAL
| EL UNIVERSAL
sábado 11 de octubre de 2014 12:00 AM
De la boca de José Tadeo Monagas salió la terrible frase "La Constitución sirve para todo".
Sin embargo, por violarla y tratar de perpetuarse, conservadores y
liberales se unieron en una amplia coalición y lo echaron del poder. Los
atropellos a la Constitución han justificado las revoluciones y los
golpes de Estado en la historia nacional. Una de ellas incluso liderada
por Joaquín Crespo, el último caudillo del siglo XIX se denominó la
"Revolución Legalista". La gran paradoja de entonces fue que la
Constitución la violó un presidente doctor en Leyes, Andueza Palacios, y
la restituyó un hombre de armas como era Crespo. La única guerra civil
que padecimos tuvo como finalidad imponer la Constitución Federal, que
al ser dejada sin lugar de manera progresiva, provocó una nueva toma del
poder, invocando los principios descentralizadores, que no se
practicaban.
Democracia social
La Constitución de 1999 vigente, no adoptó el modelo marxista de partido único, sino el de democracia social, con libertades, pluralismo e independencia de poderes. Tuvieron más del 90% de los constituyentistas e impusieron una Constitución, donde se consagraron los derechos individuales y políticos, dándosele un gran acento a los económicos, sociales, culturales y de los pueblos. La bandera chavista para tomar el poder fue la Constituyente. En ejercicio de la presidencia repitió muchas veces: "dentro de la Constitución todo, fuera nada". Es más, cuando cayó electoralmente por un mínimo margen en su intento de modificarla, para hacerla además más estatista, calificó la derrota como escatológica. De cualquier manera, durante estos años hemos protestado en muchos casos, una equívoca interpretación constitucional, ajena al espíritu, propósito y razón de la misma, y a la exposición de motivos. Así como los problemas de ineficacia.
El momento constitucional que vive el país es crucial. La Constitución plantea que una mayoría calificada del Parlamento de dos terceras partes, que nadie tiene, debe elegir a los rectores del CNE, a los magistrados del TSJ con el período vencido y al Poder Ciudadano. Se estableció una mayoría muy difícil de alcanzar por un solo grupo político para garantizar un consenso en función de la imparcialidad, el control y el equilibrio, que deben imponer tan altos dignatarios. El gobierno tiene 99 diputados, pero necesita 110 votos. En caso de no producirse el acuerdo con relación al contralor, al fiscal y al defensor del pueblo, la propia Constitución obliga a elecciones universales y directas para que sea el pueblo el que dé la última palabra.
Comicios
Por otra parte, la Constitución obliga a elecciones para renovar el Parlamento el año 2015. El 2016 podrá activarse el revocatorio presidencial, que impuso el oficialismo por primera vez en la historia constitucional patria, que comenzó hace más de 200 años, con la Constitución de 1811.
Por otra parte, la figura más revolucionaria e inédita en la Constitución vigente, fue la Constituyente. Su convocatoria permite no solo transformar por completo el Estado, sino convocar a unas nuevas elecciones presidenciales y cambiar a todos los poderes públicos. Un arma de doble filo. La Constituyente tiene un poder ilimitado, insubordinado y todopoderoso. Quien la gane podría hacer caída y mesa limpia. Imponer la peligrosa tiranía de la mayoría sobre la que alertó Alexis de Tocqueville. Algunos grupos y movimientos políticos ya la han invocado y el CNE les ha solicitado cumplir con algunas formalidades. Las constituciones deben contener la mayor suma de acuerdos políticos posibles para que sean un verdadero pacto social. Un conjunto de principios aceptados por la mayoría, para garantizar la alternancia, los derechos humanos y la independencia de los poderes.
Otro punto relevante es la convocatoria en la propia Constitución a la rebelión de los venezolanos, a fin de restablecer la vigencia del Estado de Derecho ante la ruptura del hilo Constitucional. Desacatar la iniciativa popular de llamar a la constituyente o al revocatorio sería suficiente, para invocar los artículos 350 y 333 y levantarse a derrocar al gobierno usurpador.
Ahora cuando la alternativa democrática pase a ser una mayoría electoral clara el camino a la paz transitará por la aceptación de los resultados y el cumplimiento de la Constitución. Hasta los sandinistas en Nicaragua aceptaron el veredicto popular. Se fueron y luego regresaron. Pinochet en Chile después de perder el plebiscito hizo lo mismo y algunos de sus seguidores volvieron con Piñera. Otros como el Pedro Estrada chileno, Manuel Contreras, sufre cadena perpetua. Cuando la soberanía reside en el pueblo, desconocer su voluntad significa suicidarse en primavera de cara al juicio de la historia.
Democracia social
La Constitución de 1999 vigente, no adoptó el modelo marxista de partido único, sino el de democracia social, con libertades, pluralismo e independencia de poderes. Tuvieron más del 90% de los constituyentistas e impusieron una Constitución, donde se consagraron los derechos individuales y políticos, dándosele un gran acento a los económicos, sociales, culturales y de los pueblos. La bandera chavista para tomar el poder fue la Constituyente. En ejercicio de la presidencia repitió muchas veces: "dentro de la Constitución todo, fuera nada". Es más, cuando cayó electoralmente por un mínimo margen en su intento de modificarla, para hacerla además más estatista, calificó la derrota como escatológica. De cualquier manera, durante estos años hemos protestado en muchos casos, una equívoca interpretación constitucional, ajena al espíritu, propósito y razón de la misma, y a la exposición de motivos. Así como los problemas de ineficacia.
El momento constitucional que vive el país es crucial. La Constitución plantea que una mayoría calificada del Parlamento de dos terceras partes, que nadie tiene, debe elegir a los rectores del CNE, a los magistrados del TSJ con el período vencido y al Poder Ciudadano. Se estableció una mayoría muy difícil de alcanzar por un solo grupo político para garantizar un consenso en función de la imparcialidad, el control y el equilibrio, que deben imponer tan altos dignatarios. El gobierno tiene 99 diputados, pero necesita 110 votos. En caso de no producirse el acuerdo con relación al contralor, al fiscal y al defensor del pueblo, la propia Constitución obliga a elecciones universales y directas para que sea el pueblo el que dé la última palabra.
Comicios
Por otra parte, la Constitución obliga a elecciones para renovar el Parlamento el año 2015. El 2016 podrá activarse el revocatorio presidencial, que impuso el oficialismo por primera vez en la historia constitucional patria, que comenzó hace más de 200 años, con la Constitución de 1811.
Por otra parte, la figura más revolucionaria e inédita en la Constitución vigente, fue la Constituyente. Su convocatoria permite no solo transformar por completo el Estado, sino convocar a unas nuevas elecciones presidenciales y cambiar a todos los poderes públicos. Un arma de doble filo. La Constituyente tiene un poder ilimitado, insubordinado y todopoderoso. Quien la gane podría hacer caída y mesa limpia. Imponer la peligrosa tiranía de la mayoría sobre la que alertó Alexis de Tocqueville. Algunos grupos y movimientos políticos ya la han invocado y el CNE les ha solicitado cumplir con algunas formalidades. Las constituciones deben contener la mayor suma de acuerdos políticos posibles para que sean un verdadero pacto social. Un conjunto de principios aceptados por la mayoría, para garantizar la alternancia, los derechos humanos y la independencia de los poderes.
Otro punto relevante es la convocatoria en la propia Constitución a la rebelión de los venezolanos, a fin de restablecer la vigencia del Estado de Derecho ante la ruptura del hilo Constitucional. Desacatar la iniciativa popular de llamar a la constituyente o al revocatorio sería suficiente, para invocar los artículos 350 y 333 y levantarse a derrocar al gobierno usurpador.
Ahora cuando la alternativa democrática pase a ser una mayoría electoral clara el camino a la paz transitará por la aceptación de los resultados y el cumplimiento de la Constitución. Hasta los sandinistas en Nicaragua aceptaron el veredicto popular. Se fueron y luego regresaron. Pinochet en Chile después de perder el plebiscito hizo lo mismo y algunos de sus seguidores volvieron con Piñera. Otros como el Pedro Estrada chileno, Manuel Contreras, sufre cadena perpetua. Cuando la soberanía reside en el pueblo, desconocer su voluntad significa suicidarse en primavera de cara al juicio de la historia.
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