Por Alicia
Hernández @por_puesto.-
Generalizar siempre trae problemas. Y decir que
todos los colectivos de este país están armados es caer en una
generalización, porque lo cierto es que en muchas comunidades –en el
mismo 23 de enero-, hacen labores sociales donde antes no llegaba nada.
Pero tampoco se pueden cerrar los ojos a una realidad que ayer se hizo
más visible que nunca. Hay una parte –importante- que está armada hasta
los dientes, más incluso que los cuerpos policiales, como el CICPC. Y
eso causa temor –lógico- en el mismo seno del CICPC. Tanto, que ayer
mandaron vigilar las sedes y muchos funcionarios retiraron sus carros.
Tanto, que hay una orden para que las patrullas sean de cuatro personas,
cuando lo normal suele ser de dos y con la petición expresa de que
vayan con chaleco antibalas. Además, no irán identificados.
Por
otro lado, lo de ayer fue una chispa que saltó en un terreno ya
abonado. Dentro de la policía judicial hay una tendencia clara en contra
de estos grupos armados y ciertas ganas de recuperar la
institucionalidad. El CICPC necesitaba un solo empujoncito para desatar
lo de ayer. Pero pensar que el enfrentamiento fue solo fruto de
rencillas por cuotas de poder a ese nivel, es pensar muy
superficialmente.
Desde
que murió Chávez, los colectivos sufrieron una atomización y, a la vez,
empezaron las pugnas políticas para ver quién los controlaba o, al
menos, quién aglutinaba más de ellos y, por ende, más fuerza. Alguien
que los ha defendido a capa y espada y ha tratado de unirlos nuevamente
es Juan Barreto. Y se sabe que, quien controla a los colectivos,
controla al núcleo duro del chavismo, porque hasta su misma razón de ser
era el apoyo a Hugo Chávez. ¿Y quién controla el núcleo duro del
chavismo? ¿Será casualidad los últimos acercamientos entre el ex alcalde
de Caracas con el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello?
Por otro
lado, está la tendencia de los que quieren que ese poder paralelo al
Estado termine. Está el grueso del CICPC y está el ministro Rodríguez
Torres. Se podría llegar a pensar que la lucha de sables es en los
despachos y no en las calles de los alrededores de Quinta Crespo.
Y,
enlazando todo con el caso Serra, no deja de sorprender que quien toma
el curul del fallecido diputado -quien estaba dentro del plan de
desarmar a los colectivos-, sea Juan Contreras, representante de la
Coordinadora Simón Bolívar, que aglutina a varios de ellos.
No comments:
Post a Comment