La Oficina de la Causa de Beatificación del
Venerable ha funcionado los últimos tres años en la casa parroquial de la
iglesia Nuestra Señora de la Candelaria | Foto: Raúl Romero/El Nacional
En dos oportunidades, 1986 y 2009, se presentaron
ante la Congregación de las Causas de los Santos dos presuntos milagros
logrados con la intercesión del médico de los pobres, pero no cumplieron con
las exigencias de la junta médica. Desde 2011, funciona en la iglesia de
Candelaria una oficina dedicada exclusivamente a recibir testimonios de
cualquier parte del mundo en busca del favor que permita la beatificación del
venerable: este año han recibido más de 1.000 correos electrónicos con
historias de fe
EMILY AVENDAÑO
La
oficina del milagro es austera, tal y como lo fue José Gregorio Hernández en
vida. La mayor parte la ocupan decenas de cajas que guardan unas 400.000
estampitas del venerable. Pegadas a las puertas de los estantes hay dos fotos:
una de José Gregorio cuando se graduó de doctor en 1888 y otra de cuando cursó
sus estudios de posgrado en París, en 1890. La verdadera fortuna de la oficina
se esconde detrás de esas puertas. Ahí, archivadas están las historias de fe de
quienes creen que han sido sanados gracias a un favor del médico de Isnotú.
El
contenido de las carpetas se guarda con celo. Los testimonios no se comparten
ni se fotografían las cubiertas. La prevención se justifica: en una de ellas
podría estar narrada la historia que finalmente logre que beatifiquen a
Hernández, después de 65 años de iniciada su causa.
El
mobiliario más importante en la Oficina de la Causa de Beatificación del
Venerable es una computadora portátil. Ahí revisan la cuenta de correo
electrónico habilitada para que los creyentes cuenten sus historias. “La idea
es facilitarle al devoto cualquier camino para que nos haga llegar su relato”,
afirmó Laura Zambrano, encargada de la oficina, que recibe en su celular
llamadas de fieles hechas “hasta en el más remoto de los conucos”. Todos quieren
contar su testimonio. Todos quieren que su milagro sea el que contribuya a que
Hernández ascienda a los altares de la santidad.
El primer
testimonio de este año lo enviaron de Tailandia. Han recibido más de 1.000
correos en estos 10 meses, de países como Alemania, Panamá, Estados Unidos,
Ecuador, República Dominicana, Italia, España y Portugal.
A la
oficina llegó Carmen Sofía Cristo con un caso que, aseguró, los médicos no han
podido explicar. El 21 de octubre, pasadas las 10:00 am fue a Candelaria a buscar
un programa de los actos de hoy y decidió preguntar dónde quedaba la oficina
que había oído nombrar en Radio María. “Fui con la intención de saber cuál era
el protocolo para contar mi historia”, dijo.
“¿Usted
siente que lo que vivió es un milagro?”, preguntó Zambrano. “Claro. En mi caso
hubo intervención divina. Si no, no lo estuviera contando”.
Zambrano tomó lápiz y papel y comenzó a hacer preguntas. El encuentro duró menos de cinco minutos, tiempo suficiente para que Cristo contara cómo le comenzó a crecer el estómago: “Me llené de líquido y me creció un tumor gigantesco. Realmente estaba muriendo. Me dijeron que estaba desahuciada. Me puse en las manos de Dios y pedí la intercesión de José Gregorio por mi salud”.
Zambrano tomó lápiz y papel y comenzó a hacer preguntas. El encuentro duró menos de cinco minutos, tiempo suficiente para que Cristo contara cómo le comenzó a crecer el estómago: “Me llené de líquido y me creció un tumor gigantesco. Realmente estaba muriendo. Me dijeron que estaba desahuciada. Me puse en las manos de Dios y pedí la intercesión de José Gregorio por mi salud”.
Cristo fue remitida al Oncológico Padre Machado. Ya había recibido dos veces la unción de los enfermos: “Me preparé para el bien morir”. No murió. Fue operada el 28 de agosto de 2014 y le extrajeron un tumor del tamaño de un recién nacido. “Era una cosa monstruosa. Me explicaron que podía morir en quirófano por cinco razones distintas. Lo más extraordinario fue que el tumor no tocó órganos vitales. Dijeron que tenía metástasis, pero al parecer el tumor se encapsuló. Espero los resultados de la biopsia. Yo me siento sana”. Después de escuchar la historia, Zambrano se aseguró de que Cristo tuviese sus exámenes médicos, fotografías y gente dispuesta a testificar sobre la evolución de su enfermedad.
Impulso
renovado. La oficina funciona desde el 2 de agosto de 2011 en la casa
parroquial de la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria. No es nueva. Antes
estuvo durante 10 años en el edificio París, también en esa parroquia, pero la
causa por la beatificación tiene aires renovados desde hace tres años, cuando
nombraron a monseñor Fernando Castro, obispo auxiliar de Caracas, como
vicepostulador. Ahora el proceso cuenta con una página web, un correo
electrónico y una cuenta de Twitter que utiliza la etiqueta #BuscaElMilagro
para solicitar testimonios.
“Hay
milagros. Lo difícil es probarlos”, subrayó Castro. Por eso uno de los
objetivos es recoger el mayor número de testimonios. Quien escribe debe
especificar qué pasó antes, durante y después del presunto milagro. Hay que
incluir los nombres de los centros de salud a los que acudió, identificar a los
médicos y el diagnóstico. Además de cómo y quiénes rezaron a José Gregorio para
solicitar su intercesión. La fecha, la ciudad, cuál fue el tratamiento
recibido, si hubo cirugía y si se conservan los exámenes médicos.
“Si
la persona no tiene acceso a Internet o no puede enviarlo, otra alternativa es
que escriba lo que le pasó y lleve el documento a la iglesia más cercana. Eso
se lo hacen llegar al obispo y él nos lo hará llegar”, dijo Zambrano.
El
gobierno también se ha interesado. Después de que el fallecido presidente Hugo
Chávez le atribuyera la mejoría de su salud. “Ratifico mi profunda fe en el
santo del pueblo y me anoto en la lista de los que hemos sido bañados por el
milagro”, afirmó Chávez, refiriéndose a Hernández el 26 de octubre de 2011. Se
comprometió a apoyar la construcción de un monumento en Isnotú y promovió en
Caracas la restauración de la iglesia de Candelaria –donde se encuentranlos
restos de José Gregorio desde 1975–. Esta obra fue asumida por la Cancillería
cuando Nicolás Maduro ejercía ese despacho y una vez que alcanzó la Presidencia
continuó bajo su mando. Hoy, la conmemoración de los 150 años del natalicio del
venerable se hará en el templo remozado.
El 17 de
junio de 2013, Maduro entregó al papa Francisco una imagen de José Gregorio, en
audiencia privada. Pero no solo el gobierno central ha mostrado interés. En
noviembre de 2013, Henrique Capriles, gobernador de Miranda, también entregó
una imagen del venerable al papa en el Vaticano.
“Estoy muy contento de que otros sectores se preocupen por la causa, entre ellos el gobierno, porque José Gregorio es patrimonio de todos los venezolanos. Eso es muy bueno, estoy muy agradecido por la restauración de la iglesia, pero la responsabilidad del proceso es competencia directa de la Arquidiócesis”, aseveró el cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas.
“Estoy muy contento de que otros sectores se preocupen por la causa, entre ellos el gobierno, porque José Gregorio es patrimonio de todos los venezolanos. Eso es muy bueno, estoy muy agradecido por la restauración de la iglesia, pero la responsabilidad del proceso es competencia directa de la Arquidiócesis”, aseveró el cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas.
—¿Qué dice el papa sobre José Gregorio?
—Está muy entusiasmado, pero falta el milagro, afirmó el cardenal Urosa.
Los atributos del milagro
En dos
oportunidades la Vicepostulación ha presentado a la Congregación de las Causas
de los Santos posibles milagros. En uno de esos procesos estuvo involucrado
Urosa Savino: “En 1984 me nombran vicepostulador. José Rincón Bonilla, quien
ejercía esa función antes que yo, procesó en Caracas un presunto milagro y lo
envió a Roma. Había mucha esperanza, pero el caso no fue aceptado por los
médicos de la Congregación”. La negativa ocurrió en 1986. El cardenal recordó
que se trataba de una persona que sufrió un “accidente terrible”, se quebró la
columna e iba a quedar paralítica, cosa que no ocurrió. “La junta médica
consideró que la curación no fue instantánea, ni completa. La intervención fue
estupenda, pero no reunía las características de un milagro. Eso indica la
rigurosidad de la Iglesia”, dijo Urosa Savino.
Una curación se admite como milagro si es instantánea, total, permanente y no tiene explicación médica. Debe ser resultado de la oración en familia, en comunidad y que se haya invocado la intercesión exclusiva, en este caso, de José Gregorio Hernández. Estos requisitos están enumerados en un cartel, a la vista, en la oficina de Laura Zambrano, como un recordatorio de las características que debe tener un milagro.
En 2009 se llevó el segundo caso a consideración. Sin embargo, por razones médicas, tampoco reunió las exigencias de la Congregación.
“Estamos ante la necesidad de probar que hay un hecho inexplicable, instantáneo, sobrenatural que se realiza como obra de Dios a través del venerable”, declaró Castro.
Para
documentar un favor, el obispo de la diócesis designa una comisión
multidisciplinaria, que es particular dependiendo del tipo de curación que
vayan a estudiar, en la que hay jueces, notarios y testigos.
Fama de
santidad
El pueblo
católico considera santo a José Gregorio desde el mismo día de su muerte, el 29
de junio de 1919. La causa de beatificación comenzó 30 años después, en 1949,
cuando el arzobispo Lucas Guillermo Castillo logró que la Santa Sede admitiera
el proceso, para eso –explicó Urosa Savino– fue necesario hacer un estudio
preliminar sobre la vida del médico en el que se documentaron sus virtudes, sus
escritos y se consultó a sus detractores. “Una vez que Roma lo acepta se abre
la causa y se le trata como Siervo de Dios. Luego se hace un estudio más
completo, en el que participan teólogos y cardenales para hacer constar que
Hernández vivió en grado heroico las virtudes teologales –fe, esperanza y
caridad– y cardinales –prudencia, justicia, fortaleza y templanza– y es
entonces cuando el papa san Juan Pablo II lo proclama como un ejemplo de vida
cristiana, el 16 de enero de 1986, y lo tenemos como venerable”, indicó el
cardenal.
Dentro de la Iglesia, hubo quienes no estuvieron de acuerdo con que se iniciara el proceso, entre ellos Monseñor Nicolás Navarro, vicario general y rector del Seminario de Caracas. Para Castro, las dificultades no pudieron tener un mejor resultado: Un decreto de venerable. “La vida de José Gregorio fue investigada y la Iglesia dio el decreto de virtudes heroicas, que es más fuerte que sus detractores, la santería o la magia”.
¿Y el milagro?. Además de recoger el mayor número de testimonios, la Iglesia busca mostrar a Hernández como médico de los pobres y cristiano ejemplar, y suscitar el clima de oración por su pronta beatificación.
Monseñor Henry Padilla, párroco de Candelaria, aseguró que este es uno de los pasos más importantes: “Ya la Iglesia reconoció sus virtudes, pero hasta tanto no sea reconocida su intercesión para conceder favores se prohíbe que se le rinda culto público en las iglesias”.
Para Urosa Savino, el hecho de que el médico fuese laico y no tuviese una asociación detrás dedicada a conseguir el favor pudo haber incidido en que no se haya encontrado el milagro. Castro opinó que la Iglesia ha mostrado un interés “gigantesco” en este proceso por tratarse de un médico y académico connotado: “Lo que Dios ha hecho debe quedar registrado. Nada se deja de lado”.
Laura Zambrano está convencida de que el milagro existe. Una de las dificultades que han enfrentado es que hay casos que ocurrieron hace años, en los que no se cuenta con los exámenes médicos y los testigos se mudaron o murieron. Es el caso de Jasmín Cristo, hermana de Carmen Sofía, que tuvo un accidente durante el terremoto de 1967. Una de las pérgolas del techo del hotel Macuto Sheraton le cayó en el pie derecho. Ella tenía 10 años. El pie se engangrenó y se lo iban a amputar.
Fue revisada por el médico Alfredo Coronil, quien ordenó trasladarla a su clínica. Allí le inyectaron una antitetánica. “Esa noche entró a visitarme un médico. Vestía de blanco y tenía una mirada dulce. Me dijo: ‘Niña, te vas a curar’, me puso la mano en la frente y me pidió no abrir los ojos. Sentí como toda la sangre burbujeaba en dirección a mi pie, pero al preguntarle a la enfermera aseguró que no había ido ningún doctor”. Al día siguiente el pie recuperó el tono rosado y el médico operó para reparar la fractura: “Él era ateo, pero al salir dijo que en todo momento se sintió especialmente asistido”. La niña volvió a caminar y no quedó coja: “Sé que José Gregorio podría interceder para obtener ese milagro inexplicable y repentino que permita su beatificación, pero creo que no lo ha hecho para extender la fe al corazón de los médicos”.
Vía El Nacional
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