Por Medina & Arenas.-
Para muchos, la política es el ejercicio de administrar realidades, de sobreponer el proyecto ideológico y el programa político sobre las circunstancias reales, las posibilidades lógicas y las luchas existentes en una determinada sociedad. La política además, en su ejercicio pleno, tiene una tremenda influencia de las condiciones personales de quien la ejerce, no es lo mismo el socialismo ejercido por Lula que el ejecutado por Maduro.
Si partimos de esta consideraciones y a la luz de los recientes hechos lamentables, fortuitos, promovidos o inventados, el actual gobierno padece de dispendio infructuoso, planificación poco estratégica y comunicación distorsionada, en fin, este gobierno es muy mal administrador de la realidad.
Es mal administrador porque comprendiendo la difícil situación económica, con los números en la mano, con cifras más claras y detalladas de las que pueda tener el mejor economista, ha optado por construir un aparato comunicacional que trata de negarla. En ello, ha distribuido o mal distribuido los cada día menos recursos que tiene la nación, en acciones focalizadas y que poco pueden contribuir a una resolución estructural del problemón en que están ellos y por defecto, estamos todos los Venezolanos.
Es muy mal administrador, porque lo peor que puede tener un gobierno es fama de mentiroso. Cuando un ciudadano debe escuchar más de una opinión no oficial para corroborar una información o dato oficial, el consenso social sobre la representación del poder se resquebraja. No sólo decir mil veces una mentira, hace que esta se convierta en realidad, lo más importante es que te la crean y eso, en este momento, no está sucediendo.
Es un mal administrador de la realidad, porque incluso conociendo los escenarios que se plantean para el futuro, no sobrepone su ideología y proyecto, sino que lo impone, y entre estas dos palabras existen pocas letras de diferencia, pero un mundo en su concepción. Imponer su proyecto es tratar de reconstruir la realidad, torcer el curso de las cosas que, por acción reacción, suceden de forma lógica, evitar que una causa produzca efectos. Por más que carguen los tres tomos de El Capital, por más frases de Fidel y alegorías a Chávez, esto no es capaz por sí solo de guiar el barco en medio de la tormenta.
Ser mal administrador de la realidad, es una negación total a la política, imponerse por la fuerza puede ofrecer pequeños avances, pero conduce ineludiblemente al fracaso, la historia está plagada de ello, en diversos hemisferios y tiempos.
La política es comprender la realidad, moldearla, trabajarla, pero sobre todo aceptarla y buscar transformarla para sobrepasar obstáculos que logren consolidar la alternativa que actualmente está en el poder.
Para muchos, la política es el ejercicio de administrar realidades, de sobreponer el proyecto ideológico y el programa político sobre las circunstancias reales, las posibilidades lógicas y las luchas existentes en una determinada sociedad. La política además, en su ejercicio pleno, tiene una tremenda influencia de las condiciones personales de quien la ejerce, no es lo mismo el socialismo ejercido por Lula que el ejecutado por Maduro.
Si partimos de esta consideraciones y a la luz de los recientes hechos lamentables, fortuitos, promovidos o inventados, el actual gobierno padece de dispendio infructuoso, planificación poco estratégica y comunicación distorsionada, en fin, este gobierno es muy mal administrador de la realidad.
Es mal administrador porque comprendiendo la difícil situación económica, con los números en la mano, con cifras más claras y detalladas de las que pueda tener el mejor economista, ha optado por construir un aparato comunicacional que trata de negarla. En ello, ha distribuido o mal distribuido los cada día menos recursos que tiene la nación, en acciones focalizadas y que poco pueden contribuir a una resolución estructural del problemón en que están ellos y por defecto, estamos todos los Venezolanos.
Es muy mal administrador, porque lo peor que puede tener un gobierno es fama de mentiroso. Cuando un ciudadano debe escuchar más de una opinión no oficial para corroborar una información o dato oficial, el consenso social sobre la representación del poder se resquebraja. No sólo decir mil veces una mentira, hace que esta se convierta en realidad, lo más importante es que te la crean y eso, en este momento, no está sucediendo.
Es un mal administrador de la realidad, porque incluso conociendo los escenarios que se plantean para el futuro, no sobrepone su ideología y proyecto, sino que lo impone, y entre estas dos palabras existen pocas letras de diferencia, pero un mundo en su concepción. Imponer su proyecto es tratar de reconstruir la realidad, torcer el curso de las cosas que, por acción reacción, suceden de forma lógica, evitar que una causa produzca efectos. Por más que carguen los tres tomos de El Capital, por más frases de Fidel y alegorías a Chávez, esto no es capaz por sí solo de guiar el barco en medio de la tormenta.
Ser mal administrador de la realidad, es una negación total a la política, imponerse por la fuerza puede ofrecer pequeños avances, pero conduce ineludiblemente al fracaso, la historia está plagada de ello, en diversos hemisferios y tiempos.
La política es comprender la realidad, moldearla, trabajarla, pero sobre todo aceptarla y buscar transformarla para sobrepasar obstáculos que logren consolidar la alternativa que actualmente está en el poder.
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