Cabos sueltos, explicaciones ligeras en una rueda de prensa donde Maduro se erigió como presidente, juez, fiscal y policía judicial. Y también patinó.
Por Alicia Hernández @por_puesto.-
En la rueda de ayer Maduro dijo que no habían torturado al diputado Serra. Días antes, Rodríguez Torres dijo que el cuerpo presentaba signos de tortura. O Rodríguez Torres mintió en su momento o exageró los datos. En cualquiera de los casos, Maduro le quitó autoridad y peso en una rueda de prensa en la que, además, el ministro apenas habló ni explicó algo de un caso que debería ser su competencia. Esta versión de la no tortura se contradice con sus versiones dadas, pero también con lo que los periodistas de la fuente de sucesos, presentes en el velatorio de Serra, han dado. Ni hablar de las abominables fotos que pulularon por la red.
Otro hecho para tener en cuenta es que Maduro dijo que Serra no tenía ningún punto vulnerable, salvo su jefe de seguridad. Algo que, cualquiera coincidirá, es mucho más que ‘un punto’ vulnerable. Lo que aún no casa, es cómo se une este “punto vulnerable” con el ex presidente Álvaro Uribe. No se explicó el vínculo ni con los videos, ni con el testimonio de los detenidos, ni siquiera se dijo el móvil que podría llevar a Uribe a matar a Serra. De hecho, habló de ‘El Colombia’ como el principal autor del crimen. Era el que recibió la plata, el que presionó y ejecutó. Pero en ningún caso se vio el vínculo ni con paramilitares ni con Uribe.
Tampoco se dijo quiénes eran los autores intelectuales. El vídeo en el que supuestamente se escucha el testimonio de Torres, el escolta de Serra, tampoco se aclara este punto. Es para detallar cómo el autor confeso se escucha tranquilo y da un testimonio claro y nítido de su fechoría. Línea a línea, sin subtítulos, por cierto.
Maduro también habló de una “célula durmiente” de paramilitares instalada en Venezuela. Uniremos esto al dato dado por el presidente, de que el crimen se planificó con tres meses de antelación. Es decir, unos paramilitares entrenados para ser precisos en sus acciones, sanguinarios e, incluso, dispuestos a perder la vida en cada acción, armados y ¿financiados por Uribe?, tuvieron tres meses para planificar un asesinato el cual ejecutaron con un picahielo y sin haber advertido que había cámaras de seguridad que los podrían a grabar. De paso, en sus ratos libres, dijo Maduro, se dedicaban al hampa común.
Según la periodista de sucesos Thábata Molina, “El Colombia” residía en un apartamento de la Gran Misión Vivienda Venezuela en La Paz. Asegura que era el pran reinante de la zona que se conoce como Rodeo I y Rodeo II por la alta criminalidad reinante. Si era beneficiario de la GMVV, tuvo que registrarse en la página web de la Misión para obtener su casa. ¿No hay control sobre los beneficiarios? ¿No se registra -además de sus necesidades y datos personales-, si tienen prontuario?
También llama la atención que el ex presidente Samper, sin haber visto pruebas o experticias, además de lanzar en Twitter sus teorías, asegurara a Maduro vía telefónica que el crimen era obra de paramilitares. Una llamada, dijo el presidente, que estaba grabada. Sería interesante escucharla y saber en qué línea se define que es obra de los paras. Y resulta también interesante que Maduro dé más pábulo a esta conversación que a las propias investigaciones del CICPC que, al momento de la llamada, estaban iniciándose.
Lo inquietante es que habiendo fiscales, cuerpos policiales, ministro de Interior, jueces y demás, sea el presidente quien hable en rueda de prensa de este caso, quien asegure que preparó el video para que quedara claro cómo actuaron los vándalos, quien diga quiénes son los culpables a viva voz y, repetimos, señale en una rueda de prensa las pruebas de una investigación aún en desarrollo. ¿Podría afectar todo esto a la investigación en sí y poner en sobre aviso a los malhechores? ¿Podría haberse evitado el crimen sabiendo, como dijo Maduro, que el crimen se planeó durante 3 meses? ¿Será esa supuesta célula durmiente de paramilitares la única que hay en el país? Muchas preguntas aún y muchos más cabos sueltos por atar.
En la rueda de ayer Maduro dijo que no habían torturado al diputado Serra. Días antes, Rodríguez Torres dijo que el cuerpo presentaba signos de tortura. O Rodríguez Torres mintió en su momento o exageró los datos. En cualquiera de los casos, Maduro le quitó autoridad y peso en una rueda de prensa en la que, además, el ministro apenas habló ni explicó algo de un caso que debería ser su competencia. Esta versión de la no tortura se contradice con sus versiones dadas, pero también con lo que los periodistas de la fuente de sucesos, presentes en el velatorio de Serra, han dado. Ni hablar de las abominables fotos que pulularon por la red.
Otro hecho para tener en cuenta es que Maduro dijo que Serra no tenía ningún punto vulnerable, salvo su jefe de seguridad. Algo que, cualquiera coincidirá, es mucho más que ‘un punto’ vulnerable. Lo que aún no casa, es cómo se une este “punto vulnerable” con el ex presidente Álvaro Uribe. No se explicó el vínculo ni con los videos, ni con el testimonio de los detenidos, ni siquiera se dijo el móvil que podría llevar a Uribe a matar a Serra. De hecho, habló de ‘El Colombia’ como el principal autor del crimen. Era el que recibió la plata, el que presionó y ejecutó. Pero en ningún caso se vio el vínculo ni con paramilitares ni con Uribe.
Tampoco se dijo quiénes eran los autores intelectuales. El vídeo en el que supuestamente se escucha el testimonio de Torres, el escolta de Serra, tampoco se aclara este punto. Es para detallar cómo el autor confeso se escucha tranquilo y da un testimonio claro y nítido de su fechoría. Línea a línea, sin subtítulos, por cierto.
Maduro también habló de una “célula durmiente” de paramilitares instalada en Venezuela. Uniremos esto al dato dado por el presidente, de que el crimen se planificó con tres meses de antelación. Es decir, unos paramilitares entrenados para ser precisos en sus acciones, sanguinarios e, incluso, dispuestos a perder la vida en cada acción, armados y ¿financiados por Uribe?, tuvieron tres meses para planificar un asesinato el cual ejecutaron con un picahielo y sin haber advertido que había cámaras de seguridad que los podrían a grabar. De paso, en sus ratos libres, dijo Maduro, se dedicaban al hampa común.
Según la periodista de sucesos Thábata Molina, “El Colombia” residía en un apartamento de la Gran Misión Vivienda Venezuela en La Paz. Asegura que era el pran reinante de la zona que se conoce como Rodeo I y Rodeo II por la alta criminalidad reinante. Si era beneficiario de la GMVV, tuvo que registrarse en la página web de la Misión para obtener su casa. ¿No hay control sobre los beneficiarios? ¿No se registra -además de sus necesidades y datos personales-, si tienen prontuario?
También llama la atención que el ex presidente Samper, sin haber visto pruebas o experticias, además de lanzar en Twitter sus teorías, asegurara a Maduro vía telefónica que el crimen era obra de paramilitares. Una llamada, dijo el presidente, que estaba grabada. Sería interesante escucharla y saber en qué línea se define que es obra de los paras. Y resulta también interesante que Maduro dé más pábulo a esta conversación que a las propias investigaciones del CICPC que, al momento de la llamada, estaban iniciándose.
Lo inquietante es que habiendo fiscales, cuerpos policiales, ministro de Interior, jueces y demás, sea el presidente quien hable en rueda de prensa de este caso, quien asegure que preparó el video para que quedara claro cómo actuaron los vándalos, quien diga quiénes son los culpables a viva voz y, repetimos, señale en una rueda de prensa las pruebas de una investigación aún en desarrollo. ¿Podría afectar todo esto a la investigación en sí y poner en sobre aviso a los malhechores? ¿Podría haberse evitado el crimen sabiendo, como dijo Maduro, que el crimen se planeó durante 3 meses? ¿Será esa supuesta célula durmiente de paramilitares la única que hay en el país? Muchas preguntas aún y muchos más cabos sueltos por atar.
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