José Ignacio Hernández
La cadena Farmatodo ha limitado la venta de ciertos productos.
La restricción aplica a productos de alta demanda, como desodorantes,
jabón de baño, aceite y harina de maíz, productos además sujetos a
control de precios. Según la noticia, la decisión se debe a que la
empresa habría detectado que “algunas personas hacían compras para revender los productos en el mercado informal”.
En una entrevista con el presidente de la empresa, transmitida en el programa de César Miguel Rondón por Circuito Éxitos y que puede ser escuchada en Prodavinci,
se reiteró que las largas colas para adquirir producto eran causadas
por personas (70%, para ser precisos) que adquieren productos para
revender en el mercado informal a un previo mayor. Y ello afectaba a las
personas que desean adquirir productos para su consumo.
En un país polarizado, las opiniones a
favor y en contra se han expresado. Curiosamente, pocas de esas
opiniones tratan de entender la causa de la medida adoptada por
Farmatodo.
1. La libertad económica y la venta de productos. Para
saber si Farmatodo puede o no restringir la venta de productos, es
preciso determinar bajo cuál óptica debe examinarse la actividad
económica que esa empresa lleva a cabo.
Una visión sería considerar que todo
proveedor está obligado a vender productos, con lo cual toda restricción
a la venta de productos sería indebida. Otra visión es considerar que
todo proveedor tiene libertad para vender y no vender productos, como
consecuencia de la libertad económica.
Bajo la Constitución, la segunda visión
debe prevalecer sobre la primera. Todo proveedor tiene derecho a vender
productos, pero al mismo tiempo tiene derecho a no vender productos. La
libertad económica ampara ambos derechos, así que obligar a un proveedor
a vender productos es una clara violación a la libertad económica.
2. La prohibición de prácticas abusivas. La
libertad económica es, sin embargo, un derecho limitado. Una limitación
generalmente admitida es que el proveedor no puede ejercer
arbitrariamente su libertad. Esto es lo que se conoce como abuso de derecho. Es por eso que el Derecho económico limita el derecho del proveedor a no vender productos.
Tanto desde la perspectiva de la defensa
de la libre competencia como desde la perspectiva de de la defensa del
consumidor, el derecho a no vender productos no puede ser ejercido de
manera arbitraria ni discriminatoria. Es especial porque también los
consumidores tienen derecho a acceder y seleccionar los productos de su
preferencia.
3. Las razones de la medida adoptada por Farmatodo. Farmatodo
ha justificado su decisión en el hecho de que el 70% de quienes hacen
cola en sus establecimientos adquieren productos para revenderlo a un
precio superior.
Comprar un producto para revenderlo es
una actividad económica lícita. Sin embargo, si el precio de venta está
regulado, la reventa no puede hacerse a un precio superior al regulado.
Esa reventa ilegal sería la causa de la medida adoptada. Esa
justificación ha sido cuestionada por Anauco,
al señalar que ella impone una limitación para prevenir un delito,
siendo que bajo la Constitución no es posible imponer limitaciones
simplemente para prevenir un delito que podría ser cometido.
Pero al examinar las noticias y,
especialmente, las declaraciones del Presidente de Farmatodo emerge otra
razón: Farmatodo limita la compra de productos sencillamente porque la
demanda de productos, incluyendo a aquella destinada al mercado
informal, supera la oferta disponible.
En condiciones normales, si la demanda es mayor a la oferta, el precio de los bienes sube, salvo que estén regulados. Y, como están regulados, el detallista opta por limitar la venta.
Esto puede explicarse a través del dilema del mal menor: entre
no establecer restricciones y exponer a los consumidores al caos
derivado de una demanda muy superior a la oferta de productos, puede ser
mejor (es decir: menos malo) limitar el consumo y evitar, al menos,
este desorden.
Bajo esta óptica, podría alguien considerar justificadas las medidas de Farmatodo.
4. La raíz del problema. En Estudio en Escarlata,
Sherlock Holmes explica su método analítico: hay que partir de un
resultado para luego analizar los eventos que desencadenaron en tal
resultado. Y empleando ese método, lo que debe determinarse
analíticamente son los eventos que desencadenaron en la polémica medida
de Farmatodo.
Aun cuando muchos factores pueden haber
conducido a esa medida, hay una causa que luce determinante: la política
económica de controles de precio y de cambio.
En efecto, mantener precios regulados
por debajo del valor de mercado de los productos, junto a un control de
cambio que deriva en una diferencia notable entre el cambio oficial y el
cambio no-oficial, genera un incentivo económico que ninguna medida
podrá evitar: adquirir los productos y revenderlos en bolívares a un
precio mayor. O lo que es mejor negocio: adquirir los productos y
venderlos en el extranjero en divisas.
No estoy justificando esas conductas,
las cuales constituyen ilícitos económicos que no deben ser cometidos.
Trato, sin embargo, de entender las causas que llevan a realizarlas,
pues de lo contrario ninguna medida será efectiva.
La situación es incluso más grave. Al
mantener un esquema rígido de control de precios se desestimula la
importación o producción del producto, con lo cual hay menos oferta. Si a
ello agregamos que la demanda de los productos regulados no sólo se
mantiene, sino que además se incrementa (como sucede con los
medicamentos, por ejemplo), entonces entenderemos por qué los
detallistas en Venezuela no tienen suficientes productos para responder a
los requerimientos de los consumidores.
Como la decisión de Farmatodo no puede
corregir la raíz del problema, esa medida podría incrementar el precio
de los productos en el mercado informal. Así, limitar la venta de
productos elevará los costos para su adquisición por el revendedor, el
cual tendrá que contratar más gente para mantener su inventario. Eso
significa más colas de consumidores y mayor precio en el mercado
informal.
Hasta que las causas señaladas no sean
corregidas, el problema no sólo subsistirá, sino que se agravará: el
Estado limitará la compra de productos, los detallistas se
auto-regularán para limitar la venta de productos, se crearán nuevos
controles para controlar los controles ya existentes… y así
sucesivamente.
Y mientras tanto, los productos seguirán
siendo ofrecidos en el mercado informal, que irá creciendo a costa del
mercado formal pues las políticas públicas han creado un incentivo para
ello. Y como dice Steven Levitt en Freakonomics, comprender los incentivos es la clave para resolver cualquier misterio.
Elemental, mi querido Watson…
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