En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/16/jose-domingo-blanco-mingo-y-a-ti-que-te-importa/
José Domingo Blanco (Mingo)
¿Resignación? Una palabra con la que suelen consolarnos cuando “ya no
queda más remedio”. Cuando la pérdida será inminente. Nos resignamos
cuando perdemos a nuestros seres amados. Nos resignamos cuando nos
separamos de nuestros hijos, quienes deciden marcharse porque el futuro
que les depara Venezuela es aterrador. Una palabra, si se quiere,
injusta para quienes la reciben como consuelo en momentos aciagos. ¿No
será acaso nuestro exceso de resignación lo que le ha dado fuerzas a
este régimen que suma un importante prontuario de abusos y
atropellos?…es probable. ¿Y a alguien le importa? ¿A quién le importa?
El diario Tal Cual, en su dolorosa cuenta regresiva, nos anuncia que
le quedan menos de 7 sietes días de papel para imprimir. ¿Qué va a pasar
cuando deje de circular? ¿Nos lamentaremos y después, tan sólo nos
resignaremos a que, una vez más, el régimen sigue forzando el cierre de
medios de comunicación que valientemente se le oponen? Porque así
ocurrió con RCTV. Chávez, con el cuento del vencimiento de la concesión,
la cerró porque el canal le era incómodo a sus intereses. Y a todos nos
dolió; pero, ¿qué ha ocurrido a la fecha? Estamos resignados a que
ahora, donde otrora sintonizábamos a la emblemática Radio Caracas
Televisión, está ese bodrio –que ni ellos ven- llamado Tves. Forzar el
cierre o desaparición de los medios que son incómodos -o doblegarlos, a
punta de realazos, a cambiar su línea editorial- es parte de la
estrategia con la que han logrado su hegemonía comunicacional. En
Venezuela se lee, se ve o se escuchan las noticias que el gobierno
quiere dar. ¡Cómo nos cuesta a los comunicadores sociales, que no somos
gobierneros, luchar contra este teatro de la falsedad! El gobierno
pretende imponer sus mentiras que, de tanto repetirlas, esperan que
todos nos traguemos. Ocultar la realidad de un país que muere de mengua,
atacado por la desidia, la corrupción, la indolencia y el hambre de
poder. ¿Y qué hacemos al respecto? ¿Acaso nos importa?
Hace poco rescaté un documento que circuló en el marco del Foro de
Promoción Democrática Continental, celebrado enero de este año. El
ponente hacía referencia al libro “1984” escrito por Orwell en el año
1947. El libro, como muchos de ustedes sabrán, se ha considerado un
tanto profético por cuanto describe a las sociedades que actúan de
manera totalitaria y represora como las representadas en la novela. En
Venezuela vivimos este modelo orwelliano, sin duda, que se basa en tres
premisas básicas: la escasez como medio de control, el gobierno ejercido
por una oligarquía que no quiere ser desplazada del poder y la
manipulación del lenguaje con la intención de ir hacia los sentimientos;
pero, con mensajes basados en la mentira… Sin duda: Orwell fue
visionario. ¿O es que acaso esto no es lo que vivimos actualmente en el
país?
Estamos padeciendo las mutaciones del antiguo socialismo, y se
evidencia en las tres manipulaciones del lenguaje expresados en el
modelo orwelliano. El primero de ellos es el que asegura que “la guerra es la paz”,
donde se hace uso de la mentira de manera desvergonzada. Es evidente
que, sin el uso sistemático de la violencia, las dictaduras no pueden
subsistir. La segunda manipulación de estos gobiernos es asegurar que la miseria es la justicia de los pobres;
pero, insistiendo en culpar de todos los males económicos al
capitalismo. Con eso disfrazan el fracaso de la gestión. Las riquezas
que ostentan los nuevos ricos no vienen de la libre competencia, sino
de la cercanía que se tenga al sistema político. Y por último, las tinieblas son la luz porque, donde no hay acceso a la verdad, hay un caldo de cultivo favorable para que florezca el socialismo totalitario.
El régimen se empeña en imponer “su verdad”, que no es más que una
mentira inmensa con la pretenden mantenerse en el poder. Todo lo que
atente contra “su verdad” es una amenaza que debe dejar de existir. Y lo
están logrando: han comprado periódicos, han cerrado canales de
televisión, se han apoderado de señales radiales. Apenas toman control
de los medios de comunicación, comienza a publicarse una realidad que
sólo existe en el laboratorio informativo del gobierno. Por eso, Tal
Cual tiene los días contados. El régimen ya emitió su sentencia y espera
que se cumpla a como dé lugar. Se cansaron de imponerles multas
cuantiosas que, con muchísimo esfuerzo, la gente de Tal Cual ha logrado
reunir y honrar. Ahora se afincan con lo que verdaderamente los hará
dejar de circular: a Tal Cual se le acaba el papel e imagino al régimen
presionando con cerrar a quienes se les ocurra solidarizarse con el
periódico que ellos ya condenaron a muerte. Los medios de comunicación
en el país no tienen dolientes porque los venezolanos hemos perdido la
capacidad de defendernos a nosotros mismos, ante un Estado todopoderoso
que hace lo que le da la gana. El cierre – o la compra- de los medios es
como cuando se nos muere un conocido: vamos al velorio, acompañamos a
los familiares al entierro y quizá, de vez en cuando le llevemos flores
al cementerio porque lo recordamos con cierta nostalgia. Pero, hasta
allí. Hoy es Tal Cual el que tiene los días contados. ¿Nos vamos a
resignar, una vez más, a que el gobierno logre callar una voz disidente?
El ensañamiento es contra la libertad de expresión, ¡qué es de todos!
No permitamos que un día el régimen nos prohíba, incluso, pensar. Allí
ya será tarde…entonces ¿A quién le importará?
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