Anabella Abadí y Bárbara Lira
Venezuela atraviesa una importante crisis económica, con altos niveles de escasez e inflación.
Y ante la actual caída de los precios de la cesta petrolera venezolana,
el panorama es cada vez menos alentador. La razón principal es que
el 96% de las divisas que ingresan a la economía provienen de la
actividad petrolera, así que una caída del precio barril venezolano de
más de 30% (como la que se ha registrado en los últimos meses) merma de
manera significativa la entrada de dólares al país.
De hecho: para 2014, el Gobierno Central
estimó un presupuesto de divisas de US$ 42.700 millones. Y esa
estimación partía de dos supuestos básicos. Veamos:
- El primero era que
la producción petrolera se ubicaría ligeramente por encima de los 3
millones de barriles diarios. Pero de todo ese petróleo sólo una
fracción genera ingresos en divisas, pues los barriles destinados al
consumo interno y al cumplimiento de pagos por préstamos u otros
compromisos (como los convenios con otros países) no generan ingresos
corrientes en divisas.
- El segundo
supuesto era que el precio del petróleo se mantendría estable alrededor
de los cien dólares por barril. Sin embargo, el petróleo venezolano
cerró la semana del 28 de noviembre de 2014 en 68,08 US$/barril, el precio más bajo desde la última semana de septiembre de 2010, ubicando el precio promedio anual en 92,76 US$/barril.
Según cálculos de ODH Grupo Consultor,
si se mantiene este promedio hasta el cierre de 2014 y no se modificara
ni la producción ni la estructura de los acuerdos de suministro, el
presupuesto anual estimado se quedaría corto por US$ 5.300 millones.
Peor aún, si el barril petrolero venezolano sigue los estimados
internacionales para 2015 y llegara a promediar 74 US$/barril, el
próximo año Venezuela recibiría US$ 19.000 millones por debajo del
presupuesto de divisas de 2014. ¿Pero qué implica esto para el
venezolano?
1. ¿Cómo nos afecta la caída de las importaciones? Los
requerimientos de importaciones se han hecho cada vez mayores, debido
al estancamiento de la capacidad de producir que sufre el país. El
motivo de ese estancamiento es que al mantener un tipo de cambio oficial
“barato” se hace más atractivo importar que producir localmente.
Si bien entre 70% y 80% de las divisas asignadas por los mecanismos oficiales se dirigen a las importaciones, las asignaciones siempre han sido insuficientes
y la actual escasez de divisas ha empeorado la situación. Por ejemplo:
ya durante el primer semestre de 2014 se registró una caída de 21,8% de
las importaciones de bienes no petroleros (según cifras del INE), a
pesar de que se mantenía un precio del crudo cercano a los cien dólares.
Vale agregar que el Gobierno Central
está asignando divisas para intentar mantener los niveles de
importaciones públicas (que representan 41,2% del total) a costa de las
importaciones privadas. En el primer semestre de 2014, las importaciones
privadas cayeron 31,91%, mientras que las públicas cayeron apenas 0,81%
(INE).
En última instancia: una caída en las importaciones se traduciría en niveles aún mayores de escasez.
2. ¿Cómo nos afecta la caída de la producción nacional? Según
cifras del Banco Central de Venezuela, un 56% de las importaciones son
materias primas e insumos. Si a eso se le suman equipos (formación bruta
de capital fijo), entonces las importaciones requeridas para producir
en el país llegan a 81% del total.
Ya en 2014 se hicieron frecuentes los
anuncios de plantas industriales paralizando su producción, entre otras
razones por falta de materias primas. Tal fue el caso, por ejemplo, de
las plantas de pasta Primor, detergentes Las Llaves y jugos Yukery y Té Lipton, así como el de las ensambladoras de Mitsubishi y Toyota.
Con menos importaciones, es de esperar que se agudicen las dificultades para obtener insumos. Según fuentes extraoficiales, en 2014 la economía ya se contrajo alrededor de un 4%. Y 2015 no luce como un año de recuperación.
Menos producción no sólo implica mayores
dificultades para el abastecimiento, sino además menos oportunidades de
empleo formal y bien remunerado.
3. ¿Cómo nos afecta que aumente el tipo de cambio paralelo? No
hay suficientes divisas para poder atender su creciente demanda. Y esta
situación lleva a los particulares a recurrir al mercado paralelo. Así
que la demanda de divisas en el llamado “mercado negro” aumenta para
llevar a cabo importaciones, pero también por las expectativas de
empeoramiento de la economía que se suman a la destrucción del bolívar
como reserva de valor, en un entorno altamente inflacionario.
Eso ha impulsado el aumento del tipo de
cambio paralelo. Si el Gobierno Central quisiera detener el alza del
tipo de cambio paralelo, tendría que aumentar considerablemente la
oferta de divisas por alguna vía. Pero eso es algo poco factible con los
ingresos mermados por la caída de los precios petroleros.
Vale acotar que es muy poco probable que
la disponibilidad de divisas pueda aumentar por fuentes no petroleras.
Aunque Maduro anunció la creación de una Jefatura para las Exportaciones, con el fin de promoverlas, resulta difícil lograrlo en medio de una recesión, con crecientes trabas y desincentivos a la producción nacional.
En definitiva: el aumento del tipo de
cambio paralelo implica que los bolívares valen cada vez menos y, por
tanto, la capacidad de compra del venezolano es cada vez menor.
4. ¿Cómo nos afectan la presiones inflacionarias? Según Mauricio Tancredi, presidente de Consecomercio,
menos del 15 % de los comerciantes tiene acceso a divisas oficiales en
el país. Esto es algo que se refleja claramente en el hecho de que las
asignaciones oficiales de divisas del primer semestre de 2014
permitieron cubrir apenas el 38,2% de las importaciones del período.
Y al tener que cubrir las importaciones (al menos parcialmente) con
dólares más caros, los costos de producción aumentan y eso termina
impactando los precios que pagan las amas de casa, las familias, los
hogares.
Por otro lado, ante una creciente
escasez de divisas, el Gobierno Central puede seguir optando por la
impresión de dinero inorgánico para financiar el gasto público. Los
aumentos de la liquidez (que no están acompañados por aumentos en la
oferta de bienes y servicios) generan inflación y, en consecuencia,
deterioran el poder de compra de los venezolanos. Mientras más bolívares
sin respaldo se imprimen, menos valen esos bolívares.
5. ¿Cómo nos afecta que haya menos dólares para “otros conceptos”? Una
importante caída de los ingresos en divisas llevaría al Gobierno
Central a seguir los procesos de replantear las prioridades de las
asignaciones oficiales de divisas.
Por ejemplo: se le seguiría dando
prioridad a la asignación de divisas para importaciones públicas, a
costa de la caída de las importaciones privadas. Además, se trasladarían
cada vez más rubros de CENCOEX a SICAD 1 o SICAD 2.
Hay que aclarar que cuando se trasladan
rubros de CENCOEX a SICAD 1, se da una devaluación implícita, ya que
ahora se debe pagar un dólar más caro. Y la devaluación es aún más
marcada cuando se debe recurrir al sistema complementario SICAD 2 o al
paralelo para obtener los dólares necesarios para producir.
Incluso, existe la posibilidad de que el
Gobierno Central disminuya (o elimine) la asignación de divisas a
algunos de los llamados “otros conceptos” (por ejemplo: líneas aéreas
internacionales, tarjetas de crédito, efectivos para viaje, estudiantes,
remesas familiares, jubilados, etcétera), que según cálculos de ODH
Grupo Consultor representaron 27,9% del total de divisas liquidadas
oficialmente al primer semestre de 2014.
6. ¿Cómo nos afecta que haya menos barriles destinados al consumo interno? Con los
precios del crudo más bajos, a PDVSA puede resultarle una opción
atractiva (o incluso una necesidad) aumentar la cantidad de barriles que
se destinan a la exportación para poder generar divisas. Es por eso que
se modificó el esquema para el pago del Fondo Chino,
de manera tal que se puede reducir la cantidad de barriles enviada al
año. Y también se ha recortado parcialmente el envío de barriles por
convenios como el de PetroCaribe. Pero, más allá de los recortes que se
puedan hacer por esa vía, también es posible que se reduzca la cantidad
de barriles que se destinan al consumo interno.
Para empezar, se podría recurrir a alguna forma de racionamiento informal. En el marco de la lucha contra el contrabando y de la minería ilegal,
ya se ha comenzado a limitar la oferta de combustible, pero es posible
que la limitación se haga más general y sean más frecuentes las fallas
en el abastecimiento de combustible en el país.
Hasta ahora, el Gobierno Central ha
demostrado ser muy adverso a tomar medidas impopulares, como un
racionamiento formal nacional (por ejemplo, con un sistema de chip como el que existe en la frontera colombo-venezolan) u otras medidas, como el discutido aumento de la gasolina. Sin embargo, estas opciones podrían empezar a significar una fuente de recursos disponible para el Estado que deban activar.
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