Por Pedro Benítez @PedroBenitezF.-
Han pasado los días, semanas y meses, con actual inquilino de Miraflores deshojando la margarita del aumento de gasolina. Lo único que falta es un comunicado de todos los partidos de la MUD solicitando que la incrementen de una buena vez, con el compromiso de no salir a criticar ni a protestar. Pero ya eso no servirá de nada, o de muy poco, pues Maduro dejó pasar (otra vez) esa oportunidad.
Dado el abismo en el que están cayendo las finanzas públicas nacionales, aumentar la gasolina tendrá un efecto casi nulo si ese paso no viene acompañado de otras medidas. Es decir, de un programa económico integral que le dé un giro de 180 grados a la economía venezolana. En otras palabras, abandonar la fantasía del socialismo del siglo XXI. De lo contrario, tal y como va el ritmo de crecimiento de los precios, en cuestión de meses el aumento será sal y agua para el fisco, que también es víctima de la inflación.
En otros países los impuestos a los combustibles son muy eficaces para recaudar ingresos para los estados.
Pero con la inflación venezolana, servirá como una medida desesperada, pero momentánea, para recoger dinero. Tendrá un efecto pasajero.
Recordemos que el precio se va a incrementar en bolívares (que cada día valen menos) y no en dólares. Aunque se supone que al subir el precio interno baje el consumo y se liberen barriles (se habla de unos 100.000 b/d) que pueden ser exportados, y así mejorar las cuentas de PDVSA.
De todas maneras no es mucho, ni es sostenible si no se estabilizan los precios en bolívares. Por ejemplo: si el precio del combustible para los vehículos de 91 y 95 se incrementa a 20, 50, 100 o 150 bolívares el litro, dentro de doce meses esos bolívares ya no van a valer lo mismo. Así como hoy un café, una arepa o una hamburguesa ya no valen lo mismo que hace un año. De modo que a la vuelta de unos meses, PDVSA volverá al mismo punto de hoy. Y tendrán que volver a subir el precio.
Otro ejemplo: en Colombia la gasolina cuesta 1.28 dólares el litro, lo que al cambio paralelo de la semana pasada en Venezuela sería 157.4 bolívares el litro. El problema es ese, ese cálculo es según el cambio de la semana pasada.
La única manera de evitar que la inflación se coma ese ajuste sería indexando los precios de la gasolina, y si Maduro ha dudado tanto en dar este paso, olvidémonos de esta opción.
Luego tenemos el problema de la ocasión: una cosa era tomar la medida en junio o en enero pasado, o en diciembre de 2013. Diciembre de 2012 también era un buen momento. Pero justo en el momento que el salario real del trabajador venezolano se evapora y la economía se contrae, la medida tendrá un adicional efecto contractivo. La dificultad es que dejarlo para enero o febrero será peor. Es como la víctima de una gangrena que se ha negado a que le amputaran el dedo de un pie y ahora será necesario amputarle media pierna, porque si sigue esperando se la cortaran toda.
Por cierto, Chávez pudo tomar esa decisión en 2011 o 2012, con una inflación que no llegaba a 20% (pero ya era la más alta de América), y un paralelo entonces innombrable que andaba por los 8 bolívares fuertes. Por aquellos días se discutió bastante el tema dentro y fuera del gobierno. Se dijo que las “circunstancias estaban dadas”. Pero el presidente-candidato no lo hizo porque quería asegurar su reelección; así que como parte de su legado le dejó ese paquete a su sucesor.
Desde 2011 a esta parte, el sector público ha acumulado gigantescos saldos rojos: el déficit fiscal de todo el sector público en 2011 fue equivalente a 11% del PIB, y para asegurarle la reelección a Chávez en 2012 fue de 18%. El déficit en 1988, que precedió al ajuste de CAP II, fue de 8% del PIB. Según estimaciones privadas en 2014 ese déficit puede estar en 15%. El director de Econométrica, Henkel García, calcula que aumentar la gasolina podría reducir el déficit en apenas 2%.
Según cifras de PDVSA, el año pasado el costo de producción y distribución de las gasolinas de 91 y 95 octanos dejaban pérdidas diarias de 38 y 86 millones de bolívares respectivamente, y el diésel una pérdida de 89 millones de bolívares al día.
Eso era (insistimos) en 2013. Obviamente ahora es mucho más y esos bolívares valen menos.
De acuerdo a esos mismos datos los costos de producción de cada tipo de gasolina oscilaba entre 2,4 y 2,7 bolívares, pero el precio de venta es 0,070 y 0,097 bolívares por litro.
Ahora bien, esas pérdidas que PDVSA estimó en 12.592 millones de dólares en 2013, pero que otras apreciaciones llevan hasta los 20 mil millones de dólares, son sobre los 700 mil barriles por día de consumo interno. Pero resulta que no todos esos barriles los consume el parque automotor: un buen porcentaje (que algunos calculan en más 200 mil) van para la generación eléctrica. No se nos olvide el otro legado del comándate: la emergencia eléctrica que decretó en 2010 y que se fue de esta vida sin resolver. (Decreto Nº 7.228 08 de febrero de 2010).
¿Cuánto le ha costado al país el retraso que acumula 4 años de la puesta en operación de la central hidroeléctrica de Tocoma? Según César Quintini, ex ministro de Transporte y Comunicaciones y ex presidente de Cadafe, el costo para el país es de varios miles de millones de dólares al año.
Luego tenemos el contrabando de gasolina que el incremento del precio de los combustibles podría parar solo y solo si el precio se acercara al de Colombia.
Agreguémosle la recarga de nómina, las regalías que le tiene que pagar al Estado por el cambio de la Ley Orgánica de Hidrocarburos en 2006, lo convenios con Cuba, Petrocaribe y el ALBA, los envíos de crudo para pagar el Fondo Chino, los descuentos de esos fletes, los pagos a la misiones, los sobreprecios en los seguros y en la plantas eléctricas, los reales depositados por Rafael Ramírez en el Banco Espíritu Santo que se perdieron, otros chanchullos, etc.
¿Cómo cubre PDVSA todas esas pérdidas? No las cubre. Se las cubre el BCV imprimiendo masivamente bolívares que le da a la estatal petrolera, que con esos billetes sin respaldo paga gastos, sueldos y proveedores. Ese es el combustible de la tremenda inflación que padecemos.
Es lamentable el desengaño de muchos que han creído que al aumentar la gasolina aparecerán recursos para esto o lo otro. Ese incremento es para que PDVSA deje de perder (algo) y el BCV deje de imprimir (un poco menos) billetes.
Pero eso es sólo una parte del problema. El PROBLEMA grueso son los costos operacionales en los que incurre PDVSA con un tipo de cambio a 6,30 y esas pérdidas las cubre el BCV por el mismo procedimiento, pero a una escala mayor.
Eso es más inflación, y como vemos, hace secundario y casi irrelevante si Maduro sube o no la gasolina.
Vista así las cosas el problema no es aumentar la gasolina. El problema es el control de cambios y toda la trama de intereses económicos y políticos a su alrededor. O mejor dicho: el problema no es el control de cambios, sino el que tiene que tomar la decisión de hacer algo con el control de cambios.
Han pasado los días, semanas y meses, con actual inquilino de Miraflores deshojando la margarita del aumento de gasolina. Lo único que falta es un comunicado de todos los partidos de la MUD solicitando que la incrementen de una buena vez, con el compromiso de no salir a criticar ni a protestar. Pero ya eso no servirá de nada, o de muy poco, pues Maduro dejó pasar (otra vez) esa oportunidad.
Dado el abismo en el que están cayendo las finanzas públicas nacionales, aumentar la gasolina tendrá un efecto casi nulo si ese paso no viene acompañado de otras medidas. Es decir, de un programa económico integral que le dé un giro de 180 grados a la economía venezolana. En otras palabras, abandonar la fantasía del socialismo del siglo XXI. De lo contrario, tal y como va el ritmo de crecimiento de los precios, en cuestión de meses el aumento será sal y agua para el fisco, que también es víctima de la inflación.
En otros países los impuestos a los combustibles son muy eficaces para recaudar ingresos para los estados.
Pero con la inflación venezolana, servirá como una medida desesperada, pero momentánea, para recoger dinero. Tendrá un efecto pasajero.
Recordemos que el precio se va a incrementar en bolívares (que cada día valen menos) y no en dólares. Aunque se supone que al subir el precio interno baje el consumo y se liberen barriles (se habla de unos 100.000 b/d) que pueden ser exportados, y así mejorar las cuentas de PDVSA.
De todas maneras no es mucho, ni es sostenible si no se estabilizan los precios en bolívares. Por ejemplo: si el precio del combustible para los vehículos de 91 y 95 se incrementa a 20, 50, 100 o 150 bolívares el litro, dentro de doce meses esos bolívares ya no van a valer lo mismo. Así como hoy un café, una arepa o una hamburguesa ya no valen lo mismo que hace un año. De modo que a la vuelta de unos meses, PDVSA volverá al mismo punto de hoy. Y tendrán que volver a subir el precio.
Otro ejemplo: en Colombia la gasolina cuesta 1.28 dólares el litro, lo que al cambio paralelo de la semana pasada en Venezuela sería 157.4 bolívares el litro. El problema es ese, ese cálculo es según el cambio de la semana pasada.
La única manera de evitar que la inflación se coma ese ajuste sería indexando los precios de la gasolina, y si Maduro ha dudado tanto en dar este paso, olvidémonos de esta opción.
Luego tenemos el problema de la ocasión: una cosa era tomar la medida en junio o en enero pasado, o en diciembre de 2013. Diciembre de 2012 también era un buen momento. Pero justo en el momento que el salario real del trabajador venezolano se evapora y la economía se contrae, la medida tendrá un adicional efecto contractivo. La dificultad es que dejarlo para enero o febrero será peor. Es como la víctima de una gangrena que se ha negado a que le amputaran el dedo de un pie y ahora será necesario amputarle media pierna, porque si sigue esperando se la cortaran toda.
Por cierto, Chávez pudo tomar esa decisión en 2011 o 2012, con una inflación que no llegaba a 20% (pero ya era la más alta de América), y un paralelo entonces innombrable que andaba por los 8 bolívares fuertes. Por aquellos días se discutió bastante el tema dentro y fuera del gobierno. Se dijo que las “circunstancias estaban dadas”. Pero el presidente-candidato no lo hizo porque quería asegurar su reelección; así que como parte de su legado le dejó ese paquete a su sucesor.
Desde 2011 a esta parte, el sector público ha acumulado gigantescos saldos rojos: el déficit fiscal de todo el sector público en 2011 fue equivalente a 11% del PIB, y para asegurarle la reelección a Chávez en 2012 fue de 18%. El déficit en 1988, que precedió al ajuste de CAP II, fue de 8% del PIB. Según estimaciones privadas en 2014 ese déficit puede estar en 15%. El director de Econométrica, Henkel García, calcula que aumentar la gasolina podría reducir el déficit en apenas 2%.
Según cifras de PDVSA, el año pasado el costo de producción y distribución de las gasolinas de 91 y 95 octanos dejaban pérdidas diarias de 38 y 86 millones de bolívares respectivamente, y el diésel una pérdida de 89 millones de bolívares al día.
Eso era (insistimos) en 2013. Obviamente ahora es mucho más y esos bolívares valen menos.
De acuerdo a esos mismos datos los costos de producción de cada tipo de gasolina oscilaba entre 2,4 y 2,7 bolívares, pero el precio de venta es 0,070 y 0,097 bolívares por litro.
Ahora bien, esas pérdidas que PDVSA estimó en 12.592 millones de dólares en 2013, pero que otras apreciaciones llevan hasta los 20 mil millones de dólares, son sobre los 700 mil barriles por día de consumo interno. Pero resulta que no todos esos barriles los consume el parque automotor: un buen porcentaje (que algunos calculan en más 200 mil) van para la generación eléctrica. No se nos olvide el otro legado del comándate: la emergencia eléctrica que decretó en 2010 y que se fue de esta vida sin resolver. (Decreto Nº 7.228 08 de febrero de 2010).
¿Cuánto le ha costado al país el retraso que acumula 4 años de la puesta en operación de la central hidroeléctrica de Tocoma? Según César Quintini, ex ministro de Transporte y Comunicaciones y ex presidente de Cadafe, el costo para el país es de varios miles de millones de dólares al año.
Luego tenemos el contrabando de gasolina que el incremento del precio de los combustibles podría parar solo y solo si el precio se acercara al de Colombia.
Agreguémosle la recarga de nómina, las regalías que le tiene que pagar al Estado por el cambio de la Ley Orgánica de Hidrocarburos en 2006, lo convenios con Cuba, Petrocaribe y el ALBA, los envíos de crudo para pagar el Fondo Chino, los descuentos de esos fletes, los pagos a la misiones, los sobreprecios en los seguros y en la plantas eléctricas, los reales depositados por Rafael Ramírez en el Banco Espíritu Santo que se perdieron, otros chanchullos, etc.
¿Cómo cubre PDVSA todas esas pérdidas? No las cubre. Se las cubre el BCV imprimiendo masivamente bolívares que le da a la estatal petrolera, que con esos billetes sin respaldo paga gastos, sueldos y proveedores. Ese es el combustible de la tremenda inflación que padecemos.
Es lamentable el desengaño de muchos que han creído que al aumentar la gasolina aparecerán recursos para esto o lo otro. Ese incremento es para que PDVSA deje de perder (algo) y el BCV deje de imprimir (un poco menos) billetes.
Pero eso es sólo una parte del problema. El PROBLEMA grueso son los costos operacionales en los que incurre PDVSA con un tipo de cambio a 6,30 y esas pérdidas las cubre el BCV por el mismo procedimiento, pero a una escala mayor.
Eso es más inflación, y como vemos, hace secundario y casi irrelevante si Maduro sube o no la gasolina.
Vista así las cosas el problema no es aumentar la gasolina. El problema es el control de cambios y toda la trama de intereses económicos y políticos a su alrededor. O mejor dicho: el problema no es el control de cambios, sino el que tiene que tomar la decisión de hacer algo con el control de cambios.
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