Por
Juan Carlos Zapata.-
¿Quién puede creerse la versión de que la Fiscal
General, la Defensora del Pueblo y la Contralora General no se pusieron
de acuerdo para elegir la terna del Consejo Moral Republicano, o sea sus
sustitutos? El 26 de noviembre publicamos una primera versión de este
proceso. Y señalamos que los hechos desmentían a la fiscal General,
Luisa Ortega Díaz, luego de anunciar que sería la Asamblea Nacional la
encargada de la escogencia del Consejo Moral Republicano. Según Ortega
Díaz, no hubo consenso entre sus pares del Consejo. Pero tanto en la
Defensoría como en la Contraloría, fuentes del alta credibilidad
señalaron a nuestro reportero que el asunto jamás fue debatido. Tampoco
se publicó el cartel correspondiente que, por Ley, da inicio al proceso.
Se nota, pues, una posición deliberada de que sea la Asamblea Nacional
la que asuma la operación. Observado el terreno, aumenta la influencia
del Parlamento y la de su presidente, Diosdado Cabello. De hecho, el
foro ya tienen en sus manos el proceso que conducirá a los cambios de
rectores y magistrados dentro del CNE y el TSJ, respectivamente.
No
se trata de un campo de lirios y claveles, de olores y colores. De
hecho, para los casos del CNE y el TSJ, el proceso no ha estado limpio
de polémicas y cuestionamientos. Siempre es así. Y lo es más con el
chavismo. Que de todas maneras, tendrá que apurar negociaciones y ceder
en algunos espacios.
Una
fuente del alto poder chavista me dijo hace más o menos cuatro meses:
“Todo puede ser objeto de negociaciones”. Sin poner condiciones como esa
absurda, decía él, de que para que haya diálogo, primero hay que soltar
a los presos políticos. De hecho, cuando el gobierno estaba contra la
pared se negó a tal posibilidad, pero más tarde, se dieron gestos como
el de Iván Simonovis. Algo similar podría ocurrir en el tablero de la
Asamblea Nacional. El diputado Cabello sigue golpeando con el mazo, pero
el chavismo y el propio Cabello requieren de votos con el fin de cerrar
el ciclo de las renovaciones y designaciones.
Para
los efectos del Consejo Moral Republicano, mi fuente decía: se puede
pactar en torno a una figura de consenso que ocupe la Defensoría, y tal
vez la Contraloría General. Lo único que el chavismo no entregará será
la Fiscalía, pues ello podría abrir el la compuerta de repetir la
experiencia de Ramón Escovar Salom y Carlos Andrés Pérez.
Hasta
aquí una parte de la historia. La otra es que Cabello en particular
lleva la ventaja en este ajedrez. No solo frente a la oposición sino
frente a Maduro. La designación anterior de los tres directores del BCV
son una pista. Entonces, cada uno de los sectores internos del chavismo
se reservó un nombre y así se nivelaron las fuerzas en el Directorio.
Pero la fuerza de Rafael Ramírez ya no cuenta. Ahora solo están, frente a
frente, Cabello y Maduro. En el medio, la oposición.
Nada
se descarta. Se está en un momento complejo en lo político y en lo
económico. Los vaticinios de amigos de Cabello de que el gobierno de
Maduro tendría los días contados, no se cumplieron en lo inmediato, pero
el colapso financiero de la República – a los banqueros no le quedan
dudas de que más temprano que tarde se llegará al default-, vuelve a
poner sobre el tapete los temores de una crisis terminal. La caída de
los precios del petróleo ha agudizado la emergencia. Y el Gobierno luce
errático en el discurso y en las medidas. En la oposición se escuchan
voces de que hay que estar preparados, y no descartan sentarse con el
factor del chavismo que garantice la estabilidad. De modo que se podría
pensar que:
-En la Asamblea Nacional se decide la suerte de un cuadro institucional determinado por un futuro de alto riesgo.
-Como quiera que el diputado Cabello controla los hilos de la Asamblea Nacional, podría sacar ventaja en esta operación.
-Hoy
pareciera -pese al discurso agresivo de Cabello- que se puede plantear
puentes con éste antes que, por el contrario, con el sector de Maduro,
más débil y prisionero de radicales intraficables como Elías Jaua, Jorge
Arreaza, Adán Chávez y Tarek El Aissami.
-La
compra de medios –Ultimas Noticias, Globovisión, El Universal, Televen y
ahora se agrega la supuesta transacción del Bloque De Armas-, estaría
en marcada en esta toma de posiciones de poder, de un lado y de otro.
-Luego
están las elecciones de 2015. El chavismo sabe que de celebrarse las
elecciones hoy, perdería el control de la Asamblea. De modo que la
designación de los poderes es otra forma de asegurarse posiciones a
futuro en el TSJ, CNE y el Consejo Moral Republicano.
-Hay
los que sueñan con un arrebato electoral. En un juego de cambio de
tendencia de la mayoría, la trampa luce distante, difícil, peligrosa,
contraproducente.
-Y
los que sueñan en el chavismo con el autogolpe para preservar el poder,
se equivocan en la naturaleza de los jefes militares. Mi fuente también
dijo: existen los militares chavistas radicales. Pero un triunfo
electoral de la oposición sería reconocido sin duda alguna. “Yo lo
reconocería”. De hecho, la confrontación con los colectivos fue una
campanada que activó a militares inclinados a conservar la paz y la
institucionalidad.
En
conclusión: La Asamblea Nacional ha pasado a convertirse en un
escenario de alta cirugía política. A veces cuesta verlo. Por la
polarización. Por los discursos altisonantes. Falta un poco de cabeza
fría. Hoy más que nunca.
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