Eduardo Semtei
Vamos a
partir de algunas hipótesis que suponemos apropiadas. 1.) De triunfar el
chavismo en las elecciones parlamentarias la oposición se verá tremendamente
afectada. Sus votantes entrarían seguramente en una depresión posparto. Las
filas de venezolanos huyendo al exterior se harían interminables. Ese
indeseable triunfo haría pedazos a los partidos políticos opositores.
Significaría un fracaso apocalíptico que consolidaría al gobierno quien
seguramente terminará por apoderarse de todos los espacios políticos,
económicos y sociales libres que todavía existen. Tal catástrofe, si sucediera,
repercutiría en las elecciones para gobernadores de 2016 y de alcaldes
para 2017. La Polar sería seguramente expropiada. Más detenciones. Cierre
técnico de El Nacional. Televen será comprado por enchufados lo
mismo que Venevisión. Corolario. La oposición tiene que hacer todo lo que
sea posible, lo imposible incluso para ganar, por lo tanto el hecho que la
oposición vaya con tarjeta única o con varias tarjetas carece de importancia en
cuanto se refiere al esfuerzo que reclama la historia. La tarea hay que hacerla
y hacerla bien.
2. Los
dos principales partidos según las primarias del 17 de mayo, Primero Justicia y
Voluntad Popular, tienen una encarnizada lucha. Hay que alejar, conjurar, evitar
que esas organizaciones compitan entre sí para sacar más votos una que la otra.
Si hay tarjetas separadas el choque es inevitable. Sus principales líderes
Capriles y López apuran el paso para convertirse en candidatos presidenciales.
Candidaturas por cierto que tendrían poco valor si perdemos las parlamentarias.
De manera que PJ y VP están obligados, si quieren sobrevivir, y tener candidato
presidencial, al máximo esfuerzo, bien sea para sacar más votos con sus propias
tarjetas o más curules si hay tarjeta única. Léase bien: si va cada quien con
su tarjeta mucho del esfuerzo será canibalizado. Los mismos votantes opositores
perseguidos insaciablemente por esos modernos rivales. Los justicieros
esgañotizándose para sacar más votos que los “voluntarios” y viceversa. La
lucha, la campaña, el esfuerzo se verá alterado por esa lucha particular que
viene de vieja data. Lucha mellizal. Por el contrario, si vamos con
tarjeta única, ambos partidos, que tienen más recursos que el resto,
concentrarían seguramente sus mejores estrategias e iniciativas para lograr que
sus militantes y afiliados candidatos a diputados salgan electos, pero tal
esfuerzo redundaría en beneficio de todos los candidatos representantes de la
tarjeta única. Sería suicida pensar que PJ o VP incluyan dentro de sus tácticas
y objetivos que los candidatos de su rival interno sean derrotados
por el PSUV. Esa estupidez la damos por descontada. Una conjetura
falsa de toda falsedad.
3.
Resulta igualmente una paradoja admitir siquiera que existirá una sana
competencia, altamente deseable, entre los partidos políticos opositores en el
caso que vayan con tarjetas particulares según los argumentos que andan rodando
por las redes, los mismos que dicen que si vamos con la única
desparecerán los incentivos para lograr la victoria contra el PSUV.
Supuestamente de esa manera, con la una sola tarjeta, los partidos democráticos
se dejarían llevar por la corriente. Como unos camarones. Practicarían la
flojera y el adocenamiento. Cuando se disputa un cargo en unas elecciones
primarias es natural que los competidores lo hagan con su propia tarjeta,
ahora, cuando se disputa una gobernación, una diputación o una alcaldía se
trata de un enfrentamiento, en este caso vital, decisivo entre el gobierno y la
oposición. No es verdad ni lo será nunca que la batalla, ya de larga
data, 16 años, entre el gobierno y la oposición modifique su ritmo, su
intensidad dependiendo si hay tarjeta única o tarjetas variadas. ¿De dónde sale
esa peregrina idea? Cuando la lucha, como en este caso es a muerte, me refiero
a que quien pierda tiene el futuro comprometido.. Los incentivos por subsistir
políticamente son lo suficientemente importantes como para hacerlos depender no
del mayor y unificado esfuerzo sino del modelo de tarjeta que se adopte, una o
varias. Cuando dos partidos como PJ y VP concurren a una elección contra el
PSUV, suponiendo que lo hagan con tarjetas separadas, su inercia, su historia,
su conducta los obligará a diferenciarse para lograr superar al rival interno.
Tal diferenciación no es posible encerrarla dentro de una campaña publicitaria
que solo destaque las virtudes y bondades de cada tolda y tarde o temprano
aparecerán roces, enfrentamientos y una vez que se presenten no se podrán
contener y las posibilidades de victoria se irán largo a la porra. Cortar por
lo sano es profiláctico.
4.
La suma de todos los partidos opositores no llega a 20% de la población
electoral, mientras que la intención de voto, o vista al revés, el descontento
con el gobierno pasa fácilmente de 80%., de donde concluimos que hay 60% de
votantes que estando furiosos con el gobierno no se identifican con ninguno de
los partidos políticos del arcoíris opositor. Son sectores independientes,
provenientes mayormente del descontento chavista, así que, ofreciéndoles una
tarjeta única seguramente se sentirán más cómodos, menos criticables que
invitándolos a votar por una oposición dividida en tarjetas, donde los mensajes
tenderán a particularizarse y hasta enfrentarse. Recuerden todos que la ruptura
de un votante con su partido es un proceso complejo y difícil. Los chavistas no
se desprenden fácilmente del espectro gubernamental, y mucho menos si la
oferta de cambio representa a su archienemigo. Hay presente un problema de
ruptura emocional.
5. El
principal atractivo, fortaleza y consigna de la fuerza opositora es la
unidad. Las primarias y el consenso fueron hechos para asegurar la unidad. Para
garantizar el esfuerzo común. Para ratificar los compromisos como oposición.
(Por cierto fue muy acertada la combinación de primarias y consenso, si todos
los cargos hubiesen sido por primarias PJ y VP seguramente se habrían alzado
con más de 80% de los curules). La MUD con sus bondades y defectos, dimes
y diretes, es claro ejemplo de la importancia de la unidad. Tenemos
años entendiendo y defendiendo las ventajas de la unidad. Así que hablar
de unidad, de victoria opositora, de candidatos únicos a todos los cargos
parlamentarios para luego aparecer con varias tarjetas no resulta nada lógico,
es una contradicción que afectará la votación y que le permitirá al gobierno,
con su paquidermo sistema de propaganda y con todos los recursos del Estado
desarrollar una contra-campaña demoledora dibujando a la oposición como un
amorfo cuerpo donde cada partido expresa sus propios y mezquinos
intereses.
6. Los
millones de votantes que no se identifican con ninguna de las siglas opositoras
y que por años han visto a la oposición como un saco da gatos peleándose entre
ellos mismos, no tendrán ningún atractivo especial por el cual votar, si en
lugar de ofrecerles un camino único, una tarjeta única, un proceso unitario,
una sola voluntad nos presentamos con una clineja de tarjetas, donde el
partido más importante, por ahora, Primero Justicia no llega a 10% del registro
electoral.
6. Dicen
los defensores de la “división tarjetérica” que muchos partidos no se quieren
contar y tratan de esconderse detrás de la tarjeta única. ¿Qué importancia
tiene ese hecho frente a la colosal tarea de ganarle al PSUV? Si quieren
la única por ese hecho y no para garantizar la victoria, pues bienvenidos los
furtivos, los escondidos, los secretos. Finalmente, otros dicen, muy
avispados ellos, que si los partidos no llevan sus propias tarjetas perderán su
registro electoral. ¿Who cares?Ya habrá tiempo para registrarse
nuevamente. Para lo que no hay chance es para recuperarse si perdemos. Tres
últimos comentarios. De alguna manera estas primarias revelaron quienes son los
partidos de mayor arraigo en Venezuela. Se formó un cierto orden que encabeza PJ
y lo sigue VP. Varios mitos y tradiciones político-familiares redujeron
drásticamente su presencia en Carabobo y Nueva Esparta. En materia de fondos y
aportes para la campaña, si se fuera con tarjetas separadas, serían pues PJ y
VP los partidos que acapararían las colaboraciones creándose un nuevo y
amenazante desequilibrio, mientras que con tarjeta única sería lógico un
Comando de Campaña único y consecuencialmente una campaña única. Y terminando,
si fuera cierto que los partidos solo harán su máximo esfuerzo si la
convocatoria es para votar por su propia tarjeta disputándose el mismo público
elector y no afianzando la unidad, no deja de ser una señal alarmante. Si
perdemos las parlamentarias por culpa de una campaña dividida en mensajes y en
tarjetas, las siglas de los partidos opositores no valdrán medio. Bueno con la
crisis de papel higiénico, a lo mejor descubrimos una oculta utilidad.
@ssemtei
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
No comments:
Post a Comment