José Toro Hardy
No hace mucho el país escuchó una larguísima alocución de Tibisay Lucena. Fue una obra maestra en el arte de sembrar desaliento. Enumeró infinidad de trabas e infló lapsos para sugerir que el revocatorio no podría tener lugar este año. Su mensaje estuvo dirigido al cuerpo diplomático, sin embargo ninguno atendió su invitación. Ya no le creen.
Más aún, con el voto favorable de 15 de sus miembros, la OEA respondió reclamando celeridad en la realización del referendo revocatorio. Almagro pidió no manipular plazos y ofreció observación tanto para la recolección del 20% como para los eventos del 1 de septiembre.
A la muerte del presidente Chávez al CNE le bastó un mes para organizar un proceso electoral y, poco después, realizar elecciones municipales. Ahora no le alcanzan 9 meses para un referendo revocatorio.
Lo cierto es que no sé cómo el tejido social soporta una inflación del 720% y una caída del 10% del PIB para el 2016, que en palabras del FMI reflejan “la peor evolución del crecimiento y la inflación del mundo”, lo cual empeorará, porque el propio Fondo prevé una inflación del 2.200% para el 2017; una alarmante escasez de alimentos y medicinas y la mayor contracción del consumo en 30 años; además un rechazo del 93% del electorado y de un 73% del propio chavismo (Keller). Según Datanálisis el 75% de los venezolanos considera que Maduro debería ser removido este año por un referendo revocatorio, en tanto que la encuestadora Meganálisis dice que el 85,3% quiere que Maduro se vaya ya.
La situación de la industria petrolera -que aporta el 97% de las divisas- es dramática. Según cifras que el propio gobierno ha suministrado a la OPEP la producción petrolera del país cayó en 319.000 b/d en los primeros 6 meses del año (cifra sin precedentes en tiempos normales), en tanto que para el mes de julio el régimen ni siquiera reportó su producción a la OPEP. No obstante, según otras fuentes mencionadas por la Organización en su Monthly Oil Market Report la producción en julio fue de 2.095.000 b/d que es el nivel más bajo desde antes de 1989, lo cual se correlaciona con una caída en un 25% en el número de taladros que operan en el país -según informa Inter American Trends- como consecuencia de la morosidad de PDVSA con las contratistas.
No tenemos acceso a financiamientos internacionales porque a Venezuela se le atribuye “el mayor riesgo país del mundo” que resulta 3,6 veces más alto que el de Ucrania que está en guerra, 3 veces mayor que el de Ecuador y 11,2 veces más que Colombia.
En el campo la situación no puede ser peor. No hay semillas, ni fertilizantes, ni pesticidas ni las facilidades que antes ofrecía Agroisleña a los agricultores y por tanto las áreas sembradas se reducen vertiginosamente, además de las expropiadas, y disminuye la cosecha. Aumentará la escasez.
En MERCOSUR, mientras tanto, Brasil, Argentina y Paraguay se oponen a que Venezuela asuma la presidencia pro tempore de la organización. El gobierno ha incumplido más de 200 compromisos -entre ellos el vinculado con la promoción de los DDHH- que asumió al adherirse al Tratado.
La prensa internacional está cada vez más alarmada de lo que ocurre en nuestro país. “Venezuela está muriendo” (Venezuela is dying) dice la revista Time en una dramática portada. A su vez, en un editorial, el New York Times afirma que Venezuela es “una bomba de tiempo” y acusa la presencia de un “estado autoritario paria”. Opiniones similares expresan The Guardian de Gran Bretaña (antes simpatizante del régimen), mientras el Financial Times escribe: “Los problemas de Venezuela ya no pueden ser ignorados”.
Tan grave es la situación del país que el Secretario General de la ONU advierte que hay una crisis humanitaria y declara que la Organización está lista para prestar ayuda a Venezuela. Otras naciones y también Caritas -de la iglesia Católica- ofrecen ayuda humanitaria a nuestro pueblo, pero el régimen la rechaza.
El país requiere con urgencia un cambio de presidente y de modelo, porque el que se viene aplicando ha propiciado el más inconcebible desperdicio de oportunidades y un agudo descalabro de la Nación.
Ese régimen está cada vez más aislado interna y externamente. Más de 35 expresidentes iberoamericanos, además de Premios Nobel -como Vargas Llosa, Óscar Arias y Desmond Tutu-, presidentes como los de España, Perú, Costa Rica, Brasil, Argentina y Paraguay, Primeros Ministros como el de Francia, Parlamentos y parlamentarios de todo el planeta no cesan de clamar por la democracia en Venezuela.
Nunca se nos había prestado tanta atención. Es por eso que hago un llamado a todos mis compatriotas. No se dejen contaminar por la violencia ni por el desaliento que trata de implantar el régimen cuyo libreto sigue Tibisay. El país está a punto de un cambio. Ya el tejido social no aguanta más. El 1 de septiembre será una fecha para ratificar ante el mundo las ansias de paz y democracia que tenemos los venezolanos.
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@josetorohardy
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