ORLANDO VIERA-BLANCO | EL UNIVERSAL
lunes 7 de noviembre de 2011 12:00 AM
Estando en Madrid participé en la ronda "Buscando el éxito en Latinoamérica". Un gran reto para quienes buscamos ilustrar sobre oportunidades en Latinoamérica como mercado "emergente" (que ya es primario), además de comprometedor para quienes viviendo en Venezuela, percibimos que poco o nada interesamos. Pero la ocasión fue buena para advertirle al mundo allí presente, que respiramos aires de esperanza, cuyos frescos se sienten a la vuelta de la esquina.
Seguimos en la cola de las estadísticas. Cierto. No somos ejemplo de transparencia, confianza hacia la inversión, riesgo país o seguridad jurídica. Pero todo este cocktail de tabuladores rojos, podrían invertirse súbitamente, con la llegada al poder de una forma noble de gobernar y de ver la vida. Los venezolanos estamos hastiados de odios, humillaciones e imposiciones de todo orden. Saturados de muerte y de negación... Un simple vuelco al respeto ciudadano y a la propiedad privada, más un buen uso de nuestras reservas naturales y humanas, bastará para dejar de ser provincia de los Castro y entrar en la mirada positiva del mundo. Esa es nuestra virtud. El poder de ir de mal a mejor, con una sola decisión, y esa decisión es adoptar un modelo liberal.
Brasil, Argentina y Perú, pasaron de tener inflaciones de cuatro dígitos a uno, en meses. Y la fórmula no fue complicada en el hábito, quizás en el monje. En la práctica -aun diciéndose socialistas- adoptaron el modelo capitalista. El monje ajustó su pretina de encantos populistas, para predicar una democracia liberal, reñida con el cepalismo, el intervencionismo y el derroche fiscal. El ciudadano fue tratado por el Estado como tal (no como boquiabierto saciando votos) y se hizo eficiente. Se construyeron puertos, hospitales, carreteras, vías férreas, plantas hidroeléctricas; en fin: se sembró confianza. La seguridad de la gente, su salud y educación se convirtió en cosa seria, no en propaganda y limosna oficial. Y la corrupción aún subyace, pero no en extrema impunidad.
Colombia supo darle frente a la narco-guerrilla, sin titubeos ni hipocresías. Chile comporta el fenómeno de ser el único país que saliendo de una dictadura, dejó una economía saneada, pasando de un 600% de inflación en el último año de Allende, a un dígito de alza, más dos de crecimiento, a la salida de Pinochet.
Venezuela cuenta con mucho más para volver. Estamos a "minutos" de darle un giro histórico a una era de desaciertos y despilfarros. Con el entierro del socialismo rapaz, los primeros en dar su voto de confianza, serán los capitales venezolanos que regresarán ansiosos ante la instalación de un modelo abierto y competitivo. Y también retornará un país en el exilio, un país a la cordura... un país que como ha ido, no resiste, ni espera más.
Seguimos en la cola de las estadísticas. Cierto. No somos ejemplo de transparencia, confianza hacia la inversión, riesgo país o seguridad jurídica. Pero todo este cocktail de tabuladores rojos, podrían invertirse súbitamente, con la llegada al poder de una forma noble de gobernar y de ver la vida. Los venezolanos estamos hastiados de odios, humillaciones e imposiciones de todo orden. Saturados de muerte y de negación... Un simple vuelco al respeto ciudadano y a la propiedad privada, más un buen uso de nuestras reservas naturales y humanas, bastará para dejar de ser provincia de los Castro y entrar en la mirada positiva del mundo. Esa es nuestra virtud. El poder de ir de mal a mejor, con una sola decisión, y esa decisión es adoptar un modelo liberal.
Brasil, Argentina y Perú, pasaron de tener inflaciones de cuatro dígitos a uno, en meses. Y la fórmula no fue complicada en el hábito, quizás en el monje. En la práctica -aun diciéndose socialistas- adoptaron el modelo capitalista. El monje ajustó su pretina de encantos populistas, para predicar una democracia liberal, reñida con el cepalismo, el intervencionismo y el derroche fiscal. El ciudadano fue tratado por el Estado como tal (no como boquiabierto saciando votos) y se hizo eficiente. Se construyeron puertos, hospitales, carreteras, vías férreas, plantas hidroeléctricas; en fin: se sembró confianza. La seguridad de la gente, su salud y educación se convirtió en cosa seria, no en propaganda y limosna oficial. Y la corrupción aún subyace, pero no en extrema impunidad.
Colombia supo darle frente a la narco-guerrilla, sin titubeos ni hipocresías. Chile comporta el fenómeno de ser el único país que saliendo de una dictadura, dejó una economía saneada, pasando de un 600% de inflación en el último año de Allende, a un dígito de alza, más dos de crecimiento, a la salida de Pinochet.
Venezuela cuenta con mucho más para volver. Estamos a "minutos" de darle un giro histórico a una era de desaciertos y despilfarros. Con el entierro del socialismo rapaz, los primeros en dar su voto de confianza, serán los capitales venezolanos que regresarán ansiosos ante la instalación de un modelo abierto y competitivo. Y también retornará un país en el exilio, un país a la cordura... un país que como ha ido, no resiste, ni espera más.
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