ARGELIA RÍOS | EL UNIVERSAL
viernes 11 de noviembre de 2011 12:00 AM
Por lo pronto, y mientras pueda, el comandante sigue siendo el candidato. Aunque los once meses que faltan para las presidenciales de 2012 parecen una eternidad, el oficialismo no ha definido un plan B. Como se sabe, en el campo de la revolución nadie posee los atributos para sustituirlo y lo más aconsejable es intentar potenciar al máximo la figura del mandatario. Mientras más potente sea su liderazgo, más eficiente podría ser el endose de sus simpatías hacia quien finalmente resulte escogido como sustituto. Al menos ése es el cálculo que el chavismo hace: "la misión lástima" no tiene otro propósito. La transferencia de respaldos hacia el seleccionado es la inquietud más importante de Chávez y de todo el equipo de estrategia. Nada es más importante en este momento: si el Presidente volviera a rozar sus dígitos históricos, su relevo podría contar con una base de respaldo cuando menos respetable.
En los pateaderos rojos se sabe que es imposible trasladarle al sucesor todo el capital político del líder único. Los estrategas se conforman con transportar al menos una porción sustantiva, en cuyo caso -si hubiere la ausencia absoluta, bien sea antes o poco después de la medición de 2012- la batalla resultaría menos cuesta arriba... Pero la búsqueda del sustituto se ha convertido en un camino rocoso. Se plantean las más diversas posibilidades, incluyendo la reedición del fenómeno argentino. Tras la muerte de Néstor Kirchner, su esposa Cristina ejecutó con maestría el rol de la viuda dolida. Ciertamente, Chávez no tiene una esposa a quien legar su herencia, por lo que el papel deberá ser desempeñado por aquél que mejor pueda recrear un duelo sentido y genuino. Alguien que esté en capacidad de mostrarse impactado afectivamente y de representar el luto de la población revolucionaria.
En esta fórmula -que es la base de las maquinaciones actuales en el oficialismo- parece difícil que Jaua y Maduro puedan dar la talla. Por eso las miradas comienzan a posarse sobre Adán Chávez, a quien se le considera un doliente más cercano, pese a que carece del carisma del hermano... Como se observa, la búsqueda del relevo es un problema mayor: cada uno de los "cuadros" exhibe su propio hándicap... En un contexto de tantas complejidades, Chávez sigue teniendo un peso enorme sobre sus hombros. Frente a su padecimiento, sólo cabe la esperanza de que los experimentos para procurar un buen endoso ofrezcan resultados eficaces. Para el presidente, como para sus colaboradores, el tiempo constituye un enemigo al cual hay que ganarle la pelea. Si el Presidente logra contarse en octubre, el chavismo ganará algunos meses para seguir probando son diferentes sustitutos, antes de la celebración de una eventual nueva elección presidencial... Eso explica por qué Chávez no puede abandonar la competencia.
En los pateaderos rojos se sabe que es imposible trasladarle al sucesor todo el capital político del líder único. Los estrategas se conforman con transportar al menos una porción sustantiva, en cuyo caso -si hubiere la ausencia absoluta, bien sea antes o poco después de la medición de 2012- la batalla resultaría menos cuesta arriba... Pero la búsqueda del sustituto se ha convertido en un camino rocoso. Se plantean las más diversas posibilidades, incluyendo la reedición del fenómeno argentino. Tras la muerte de Néstor Kirchner, su esposa Cristina ejecutó con maestría el rol de la viuda dolida. Ciertamente, Chávez no tiene una esposa a quien legar su herencia, por lo que el papel deberá ser desempeñado por aquél que mejor pueda recrear un duelo sentido y genuino. Alguien que esté en capacidad de mostrarse impactado afectivamente y de representar el luto de la población revolucionaria.
En esta fórmula -que es la base de las maquinaciones actuales en el oficialismo- parece difícil que Jaua y Maduro puedan dar la talla. Por eso las miradas comienzan a posarse sobre Adán Chávez, a quien se le considera un doliente más cercano, pese a que carece del carisma del hermano... Como se observa, la búsqueda del relevo es un problema mayor: cada uno de los "cuadros" exhibe su propio hándicap... En un contexto de tantas complejidades, Chávez sigue teniendo un peso enorme sobre sus hombros. Frente a su padecimiento, sólo cabe la esperanza de que los experimentos para procurar un buen endoso ofrezcan resultados eficaces. Para el presidente, como para sus colaboradores, el tiempo constituye un enemigo al cual hay que ganarle la pelea. Si el Presidente logra contarse en octubre, el chavismo ganará algunos meses para seguir probando son diferentes sustitutos, antes de la celebración de una eventual nueva elección presidencial... Eso explica por qué Chávez no puede abandonar la competencia.
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