HENRIQUE CAPRILES RADONSKI | EL UNIVERSAL
sábado 5 de noviembre de 2011 12:00 AM
Hoy tenemos la convicción de que el cambio, además de posible, ya está en plena marcha. Existe un camino distinto para Venezuela, un camino ancho donde todos cabemos.
Hay muchos que piensan como nosotros, que en Venezuela tenemos los recursos y los talentos para avanzar hacia una sociedad con oportunidades para todos, donde la justicia social vaya de la mano con la solución de los problemas que nos afectan a todos.
Si hay un camino en donde la sociedad valora la apuesta por lo social, que caracterizó las primeras etapas del actual gobierno y que nos tocará profundizar, pero ahora se entiende que sin eficiencia en la gestión y sin amplitud para trabajar con todos y para todos, vamos derecho al fracaso.
No creemos en un país dividido entre venezolanos de izquierda y venezolanos de derecha. Las diferencias de pensamiento existen y están para ser respetadas, pero a todos nos une el deseo de heredar a nuestros hijos y nietos una patria donde se viva realmente mejor.
Los venezolanos tenemos mucho tiempo esperando una vida mejor. El acento sobre lo social no es suficiente, necesitamos generar herramientas para que todos progresen. Juntos podemos construir ese camino en donde haya un compromiso con la educación, la salud, la vivienda, la seguridad integral y el empleo.
El modelo que ofrecemos al país es un modelo progresista, que propone el rescate de palabras como independencia, libertad, patria o derechos humanos. Venezuela merece un gobierno que trabaje para hacernos más capaces y no más dependientes. Un gobierno que, al mismo tiempo que hace al Estado y al país menos dependiente de la renta petrolera, a su vez hace a cada individuo menos dependiente del Estado para acceder a mejores condiciones de vida.
Venezuela está convocada a una verdadera lucha contra la pobreza: tanto la de bienes y servicios de calidad, en una economía que no sea permanentemente devorada por la inflación, la improductividad y la carencia de empleo; como contra esa otra pobreza de bienes inmateriales pero indispensables, como son la tranquilidad, la libertad, la confianza en la sensatez de nuestros líderes y la certeza de que nuestros hijos vivirán en un país cada vez más próspero.
El autobús del progreso ya arrancó por toda Venezuela, que nadie se quede atrás.
Hay muchos que piensan como nosotros, que en Venezuela tenemos los recursos y los talentos para avanzar hacia una sociedad con oportunidades para todos, donde la justicia social vaya de la mano con la solución de los problemas que nos afectan a todos.
Si hay un camino en donde la sociedad valora la apuesta por lo social, que caracterizó las primeras etapas del actual gobierno y que nos tocará profundizar, pero ahora se entiende que sin eficiencia en la gestión y sin amplitud para trabajar con todos y para todos, vamos derecho al fracaso.
No creemos en un país dividido entre venezolanos de izquierda y venezolanos de derecha. Las diferencias de pensamiento existen y están para ser respetadas, pero a todos nos une el deseo de heredar a nuestros hijos y nietos una patria donde se viva realmente mejor.
Los venezolanos tenemos mucho tiempo esperando una vida mejor. El acento sobre lo social no es suficiente, necesitamos generar herramientas para que todos progresen. Juntos podemos construir ese camino en donde haya un compromiso con la educación, la salud, la vivienda, la seguridad integral y el empleo.
El modelo que ofrecemos al país es un modelo progresista, que propone el rescate de palabras como independencia, libertad, patria o derechos humanos. Venezuela merece un gobierno que trabaje para hacernos más capaces y no más dependientes. Un gobierno que, al mismo tiempo que hace al Estado y al país menos dependiente de la renta petrolera, a su vez hace a cada individuo menos dependiente del Estado para acceder a mejores condiciones de vida.
Venezuela está convocada a una verdadera lucha contra la pobreza: tanto la de bienes y servicios de calidad, en una economía que no sea permanentemente devorada por la inflación, la improductividad y la carencia de empleo; como contra esa otra pobreza de bienes inmateriales pero indispensables, como son la tranquilidad, la libertad, la confianza en la sensatez de nuestros líderes y la certeza de que nuestros hijos vivirán en un país cada vez más próspero.
El autobús del progreso ya arrancó por toda Venezuela, que nadie se quede atrás.
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