MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
lunes 28 de noviembre de 2011 12:00 AM
¡Dios bendiga a la Venezuela feliz de hoy! El exministro de Relaciones Interiores y Comunicación e Información y exdirector de Conatel, Jesse Chacón, ahora encuestador de lujo del régimen, ha solucionado mediante una mágica consulta lo que las doctrinas clásicas más conspicuas no han logrado en milenios: felicidad de sus pueblos. Merecen caridad países nórdicos como Dinamarca, Noruega, Suecia, Holanda que, no obstante el excelente nivel de vida de su gente, tengan un parco índice de felicidad entre el 72 y 75%. Bien les convendría a los dirigentes de esos pueblos dirigir la mirada hacia Venezuela, contactar a los directores de GIS XXI, para civilizarse y aprender cómo se llega al 82%.
Jesse informaba en rueda de prensa que el 82% de los encuestados en el Estudio Social del Gusto 2011 (?) manifestó ser muy feliz; 4% muy infeliz y 1% no contestó. Dato curioso es que el 29% de los inquiridos cree que la familia es el elemento más importante para el logro de la felicidad mientras el 24% que es el bienestar material, como si ambas posiciones fueren excluyentes. También señala, como poca cosa, que apenas el 17% se inclina por vivir fuera de Venezuela. Queda por aclarar en qué sectores se forjaron estas consultas cabales para llegar al 82% de felicidad.
Sería interesante ver la ficha del encuestador entre miles de plagiados y sus familiares de todas las clases sociales, desamparados ante el hampa despiadada, si antes no son asesinados bajo un manto de impunidad, para entender a cuál felicidad se refiere.
También cabe preguntar si los vecinos de los estados Carabobo y Aragua cuyas viviendas están anegadas por aguas del lago y por corrientes putrefactas, son felices ante la desidia de un régimen millonario y botarate que confiere parte el erario a otros países.
Si son felices las madres que peregrinan por los mercados y bodegas del país, humillándose, para obtener un paquete de leche en polvo para sus hijos, algo de café, aceite y un kilo de azúcar, entre otros, por demás encarecidos por la indetenible inflación.
Si preguntó por la felicidad de miles de mineros que trabajaban el oro del estado Bolívar y que fueron desalojados violentamente de sus sitios de faena para ser suplantados por mafias de la región. Si seguían siendo felices a pesar que el Gobierno desmembró un oficio transferido por generaciones durante siglos. Por otra parte, ¿son felices los tercerizados de Sidor?
Si se auscultó el grado de felicidad de centenas de miles de desempleados, pedigüeños, bisuteros, subempleados, o misionados, carentes de seguridad social, que viven en contextos hostiles en los que les está negado el derecho de lograr el ascenso social prometido por el Presidente una y otra vez desde hace13 años.
Si se preguntó a los cientos de miles de venezolanos carentes de viviendas si son felices no obstante la eterna engañifa y cruel ignominia a que son sometidos a diario en las inmensas y degradantes colas a las puertas de los diversos organismos públicos. Y si la felicidad se extiende a las decenas de miles que ocupan los refugios insalubres, carentes de seguridad y servicios.
¿Son felices los que a diario sufren cortes de energía, los choferes que pierden sus vehículos por las fatal situación de las vías, y los que al azar padecen incrementos de las tarifas de luz, aseo y agua?
Sin embargo el sondeo tiene algo de lógica cuando se hace entre las 18.000 bandas de delincuentes que actúan a la libre azotando al país con la certeza que serán cobijados por una tutela humanista que, según la ministra Varela, respeta sus derechos humanos. ¡Ellos sí que son felices en 100%! Sin embargo la encuesta de Jesse en este sector está mal prorrateada pues nadie puede pensar que el 82% de los felices esté constituido solo por forajidos. Hay otro grupo (los corruptos) que también es muy feliz.
Los armatostes publicitarios del Gobierno para convencer al pueblo de las bondades de un colectivismo fruslero de nada sirven ante la dura realidad de un país que ve y siente la progresividad del caos. Es inexcusable que después de 13 años no se vislumbre el patrocinio de este gobierno indolente y carente de la civilidad. Las elecciones de octubre 2012 marcarán el inicio de la redención de las instituciones infiltradas para enrumbar el país por la vía de la paz y el progreso.
Jesse informaba en rueda de prensa que el 82% de los encuestados en el Estudio Social del Gusto 2011 (?) manifestó ser muy feliz; 4% muy infeliz y 1% no contestó. Dato curioso es que el 29% de los inquiridos cree que la familia es el elemento más importante para el logro de la felicidad mientras el 24% que es el bienestar material, como si ambas posiciones fueren excluyentes. También señala, como poca cosa, que apenas el 17% se inclina por vivir fuera de Venezuela. Queda por aclarar en qué sectores se forjaron estas consultas cabales para llegar al 82% de felicidad.
Sería interesante ver la ficha del encuestador entre miles de plagiados y sus familiares de todas las clases sociales, desamparados ante el hampa despiadada, si antes no son asesinados bajo un manto de impunidad, para entender a cuál felicidad se refiere.
También cabe preguntar si los vecinos de los estados Carabobo y Aragua cuyas viviendas están anegadas por aguas del lago y por corrientes putrefactas, son felices ante la desidia de un régimen millonario y botarate que confiere parte el erario a otros países.
Si son felices las madres que peregrinan por los mercados y bodegas del país, humillándose, para obtener un paquete de leche en polvo para sus hijos, algo de café, aceite y un kilo de azúcar, entre otros, por demás encarecidos por la indetenible inflación.
Si preguntó por la felicidad de miles de mineros que trabajaban el oro del estado Bolívar y que fueron desalojados violentamente de sus sitios de faena para ser suplantados por mafias de la región. Si seguían siendo felices a pesar que el Gobierno desmembró un oficio transferido por generaciones durante siglos. Por otra parte, ¿son felices los tercerizados de Sidor?
Si se auscultó el grado de felicidad de centenas de miles de desempleados, pedigüeños, bisuteros, subempleados, o misionados, carentes de seguridad social, que viven en contextos hostiles en los que les está negado el derecho de lograr el ascenso social prometido por el Presidente una y otra vez desde hace13 años.
Si se preguntó a los cientos de miles de venezolanos carentes de viviendas si son felices no obstante la eterna engañifa y cruel ignominia a que son sometidos a diario en las inmensas y degradantes colas a las puertas de los diversos organismos públicos. Y si la felicidad se extiende a las decenas de miles que ocupan los refugios insalubres, carentes de seguridad y servicios.
¿Son felices los que a diario sufren cortes de energía, los choferes que pierden sus vehículos por las fatal situación de las vías, y los que al azar padecen incrementos de las tarifas de luz, aseo y agua?
Sin embargo el sondeo tiene algo de lógica cuando se hace entre las 18.000 bandas de delincuentes que actúan a la libre azotando al país con la certeza que serán cobijados por una tutela humanista que, según la ministra Varela, respeta sus derechos humanos. ¡Ellos sí que son felices en 100%! Sin embargo la encuesta de Jesse en este sector está mal prorrateada pues nadie puede pensar que el 82% de los felices esté constituido solo por forajidos. Hay otro grupo (los corruptos) que también es muy feliz.
Los armatostes publicitarios del Gobierno para convencer al pueblo de las bondades de un colectivismo fruslero de nada sirven ante la dura realidad de un país que ve y siente la progresividad del caos. Es inexcusable que después de 13 años no se vislumbre el patrocinio de este gobierno indolente y carente de la civilidad. Las elecciones de octubre 2012 marcarán el inicio de la redención de las instituciones infiltradas para enrumbar el país por la vía de la paz y el progreso.
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