SADIO GARAVINI DI TURNO | EL UNIVERSAL
jueves 10 de noviembre de 2011 12:00 AM
Según el Consejo Supremo Electoral, Daniel Ortega ganó con el 62% del voto, seguido por Fabio Gadea del Partido Liberal Independiente con el 30% y el ex presidente Arnoldo Alemán del Partido Liberal Constitucionalista, con el 6%. Gadea no reconoce la victoria de Ortega y denuncia un fraude "inaudito", también habla de fraude La Prensa, el principal diario del país. Los observadores internacionales admiten graves irregularidades. Evidentemente, la Nicaragua de Ortega no es una democracia seria, ni un Estado de derecho. El artículo 147 de la Constitución dice claramente que el Presidente en funciones no puede ser reelegido, pero los magistrados "orteguistas" de la Corte Suprema, sin la presencia de los demás magistrados, "entre gallos y medianoche", deciden que el artículo es "inaplicable". Además, a estos mismos magistrados se le vence el período por el cual fueron electos y el Presidente, sin tener la atribución para hacerlo, decide prolongarles sus funciones. El Consejo Supremo Electoral, totalmente controlado por partidarios del Presidente, es el mismo Consejo que presidió las elecciones municipales del 2008, que todos los observadores internacionales, incluyendo los de la Unión Europea, calificaron como un gigantesco fraude. Ahora bien, también todas las encuestas daban ganador a Ortega, con alrededor del 50% de los sufragios. Ortega hubiese ganado estas elecciones, aunque no hubiese habido fraude, ni un abusivo "ventajismo".
En mi opinión, las razones de la victoria son las siguientes: 1) El apoyo económico del presidente Chávez, que, conjuntamente con el subsidio petrolero, alcanza aproximadamente entre 1.000 y 1.500 millones de US$ dólares, lo cual representa alrededor del 8% del PNB nicaragüense. Los dólares provenientes de Venezuela son utilizados ilegalmente, fuera del presupuesto, a través de fondos privados, para financiar los llamados planes sociales, instrumentos clientelistas del partido de Ortega. 2) La división de la oposición y particularmente del Partido Liberal, provocada, básicamente, por el acuerdo "non santo" y "contra natura", entre Ortega y Alemán, quien "se vendió", a cambio de su salida de la cárcel, donde purgaba una pena por corrupción. 3) A diferencia de Chávez, el radicalismo neocomunista de Ortega se limita a la retórica, particularmente en política exterior. En cambio, su política económica interna es sumamente "amigable" hacia el sector privado. Recuerda lo que decían Somoza y Trujillo a los empresarios: "si no se meten en política, no tendrán problemas". Ortega no ha denunciado el TLC con el "Imperio" y la economía nicaragüense se ha aprovechado de los altos precios de las materias primas y particularmente de los alimentos, rubro fundamental de las exportaciones del país. 4) Ortega, a diferencia de su gobierno en los años 80, ha mantenido una positiva relación con la Iglesia Católica y el cardenal Obando.
El caso de Nicaragua demuestra, tristemente, que en países con amplios sectores de población desposeída, el populismo clientelista, mientras haya una relativa abundancia de dinero, es políticamente eficaz. "Primum vivere, deinde philosophare", decían los antiguos. En efecto, el Estado de derecho, la democracia y las mismas libertades individuales, cuentan muy poco para aquellos que están permanentemente ocupados y preocupados en conseguir el sustento diario para su familia. No hay democracia verdaderamente estable, sin desarrollo.
En mi opinión, las razones de la victoria son las siguientes: 1) El apoyo económico del presidente Chávez, que, conjuntamente con el subsidio petrolero, alcanza aproximadamente entre 1.000 y 1.500 millones de US$ dólares, lo cual representa alrededor del 8% del PNB nicaragüense. Los dólares provenientes de Venezuela son utilizados ilegalmente, fuera del presupuesto, a través de fondos privados, para financiar los llamados planes sociales, instrumentos clientelistas del partido de Ortega. 2) La división de la oposición y particularmente del Partido Liberal, provocada, básicamente, por el acuerdo "non santo" y "contra natura", entre Ortega y Alemán, quien "se vendió", a cambio de su salida de la cárcel, donde purgaba una pena por corrupción. 3) A diferencia de Chávez, el radicalismo neocomunista de Ortega se limita a la retórica, particularmente en política exterior. En cambio, su política económica interna es sumamente "amigable" hacia el sector privado. Recuerda lo que decían Somoza y Trujillo a los empresarios: "si no se meten en política, no tendrán problemas". Ortega no ha denunciado el TLC con el "Imperio" y la economía nicaragüense se ha aprovechado de los altos precios de las materias primas y particularmente de los alimentos, rubro fundamental de las exportaciones del país. 4) Ortega, a diferencia de su gobierno en los años 80, ha mantenido una positiva relación con la Iglesia Católica y el cardenal Obando.
El caso de Nicaragua demuestra, tristemente, que en países con amplios sectores de población desposeída, el populismo clientelista, mientras haya una relativa abundancia de dinero, es políticamente eficaz. "Primum vivere, deinde philosophare", decían los antiguos. En efecto, el Estado de derecho, la democracia y las mismas libertades individuales, cuentan muy poco para aquellos que están permanentemente ocupados y preocupados en conseguir el sustento diario para su familia. No hay democracia verdaderamente estable, sin desarrollo.
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