MIGUEL SANMARTÍN | EL UNIVERSAL
sábado 12 de noviembre de 2011 12:00 AM
Nadie entiende esos números (encuestas). Inverosímiles. Ni los del INE (inflación) son tan contradictorios. Dichos guarismo recuerdan aquella célebre frase: estamos mal pero vamos bien (¿?).
El país -por donde se mire- se cae a pedazos. La socialista revolución bonita, la del buen vivir, lo convirtió en una ruina, deplorable, donde impera la anarquía, no funcionan los servicios públicos, las empresas y comercios trabajan a media máquina por falta de luz, no para la inflación, se disparan los homicidios, persisten los secuestros, sigue creciendo el desempleo, emigran los jóvenes talentos, hay más pobres, la frustración desplaza la esperanza y florece la incertidumbre. No obstante el desguañangamiento del país, algunos encuestólogos lo computan/presentan como "estado óptimo y apreciado", que hace feliz a la población (¿?). Esta sería la razón por la cual (en esos sondeos) sale supuestamente aprobada (la gestión) de los causantes de esta pesadilla.
Las causas primordiales del deterioro son el proyecto-país anacrónico -que reniega de la riqueza y vulnera la y propiedad privada-, la ineficiencia, la corrupción y el sectarismo del funcionariado. Y la frustración colectiva, creciente, obedece al montón de promesas hechas e incumplidas por el Prócer Redentor. Es inconcebible que ante tanto desastre y desilusión -galopante y eterna, como las ambiciones de poder del caudillo- algunas encuestadoras presenten hoy estadísticas según las cuales más del 50% de la población venera y apoya al causante del caos y que se manifieste inmensamente feliz cuando, para sobrevivir a duras penas, tiene que rastrear un repuesto para su vehículo, perseguir las medicinas, comer lo que encuentre o encuevarse a las seis de la tarde para no ser víctima del malandraje. ¡Hágame usted el favor!
Quienes "procesan" esas encuestas "convenientemente" favorables al régimen afirman que, aunque suene paradójico, la gente (supuestamente) consultada, que (supuestamente) comparte el socialismo del siglo XXI y por tanto idolatra y respalda al líder, lo hace por una razón (relación) religiosa. ¿Usted entiende, lector?
Según estos argumentos, los cierres de calles no serían protestas sino encuentros de oración, los apagones serían operativos ecológicos y las lágrimas de familiares de víctimas del hampa serían savia que nutre la revolución bolivariana. ¿Pensarán lo mismo los parientes del pelotero Wilson Ramos?
Cabría otra explicación: Esas encuestas "positivistas" fueron hechas en Fuerte Tiuna después que el líder anunciara un aumento de sueldo de 50% para los militares y les otorgara vehículos y apartamentos exentos del pago de inicial y con créditos blandos para su amortización. ¿Levantará cabeza?
El país -por donde se mire- se cae a pedazos. La socialista revolución bonita, la del buen vivir, lo convirtió en una ruina, deplorable, donde impera la anarquía, no funcionan los servicios públicos, las empresas y comercios trabajan a media máquina por falta de luz, no para la inflación, se disparan los homicidios, persisten los secuestros, sigue creciendo el desempleo, emigran los jóvenes talentos, hay más pobres, la frustración desplaza la esperanza y florece la incertidumbre. No obstante el desguañangamiento del país, algunos encuestólogos lo computan/presentan como "estado óptimo y apreciado", que hace feliz a la población (¿?). Esta sería la razón por la cual (en esos sondeos) sale supuestamente aprobada (la gestión) de los causantes de esta pesadilla.
Las causas primordiales del deterioro son el proyecto-país anacrónico -que reniega de la riqueza y vulnera la y propiedad privada-, la ineficiencia, la corrupción y el sectarismo del funcionariado. Y la frustración colectiva, creciente, obedece al montón de promesas hechas e incumplidas por el Prócer Redentor. Es inconcebible que ante tanto desastre y desilusión -galopante y eterna, como las ambiciones de poder del caudillo- algunas encuestadoras presenten hoy estadísticas según las cuales más del 50% de la población venera y apoya al causante del caos y que se manifieste inmensamente feliz cuando, para sobrevivir a duras penas, tiene que rastrear un repuesto para su vehículo, perseguir las medicinas, comer lo que encuentre o encuevarse a las seis de la tarde para no ser víctima del malandraje. ¡Hágame usted el favor!
Quienes "procesan" esas encuestas "convenientemente" favorables al régimen afirman que, aunque suene paradójico, la gente (supuestamente) consultada, que (supuestamente) comparte el socialismo del siglo XXI y por tanto idolatra y respalda al líder, lo hace por una razón (relación) religiosa. ¿Usted entiende, lector?
Según estos argumentos, los cierres de calles no serían protestas sino encuentros de oración, los apagones serían operativos ecológicos y las lágrimas de familiares de víctimas del hampa serían savia que nutre la revolución bolivariana. ¿Pensarán lo mismo los parientes del pelotero Wilson Ramos?
Cabría otra explicación: Esas encuestas "positivistas" fueron hechas en Fuerte Tiuna después que el líder anunciara un aumento de sueldo de 50% para los militares y les otorgara vehículos y apartamentos exentos del pago de inicial y con créditos blandos para su amortización. ¿Levantará cabeza?
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