MARÍA CORINA MACHADO | EL UNIVERSAL
sábado 5 de noviembre de 2011 12:00 AM
El martes colocamos un nuevo ladrillo en el edificio del proyecto de país que construiremos después del 7 de octubre de 2012. Casi 200 mil ciudadanos avalaron mi postulación presidencial ante la Mesa de la Unidad Democrática. Ese día ha sido uno de los más emocionantes de mi carrera de servidor público. Es difícil describir todo lo que sentí al formalizar mi participación. En las caras de esperanza de los hombres y mujeres que cargaban las firmas se resume todo mi compromiso. Ellos han confiado en mí. Yo confío en ellos y en los millones de venezolanos que creemos que es el momento de un quiebre con el pasado y con el presente.
Muchos me han señalado la magnitud del desafío que hemos asumido: soy independiente, soy mujer y promuevo un modelo de sociedad contrario al que han pretendido imponernos a la fuerza -y con mucha plata y propaganda- durante 13 años.
Por el contrario, siento que estas tres condiciones son fortalezas. Por una parte, los independientes somos mayoría y Venezuela es una sociedad matriarcal; por la otra, para derrotar al socialismo chavista debemos ganarnos la confianza de los venezolanos y convocarlos a una forma de vida económica y social moralmente superior. Esto significa llamar las cosas por su nombre. Hay que contrastar con firmeza que se trata de dos modelos con valores antagónicos.
Todo lo contrario
El Capitalismo Popular es todo lo contrario al socialismo chavista, que insiste en reeditar los fracasos de los países de la Cortina de Hierro. La fuerza de los hechos lo demuestra. El Capitalismo Popular es todo lo contrario al rentismo petrolero, que convierte a los venezolanos en súbditos de un Estado todopoderoso. Con el Capitalismo Popular tendremos un país de propietarios, de emprendedores, de empleos dignos y empresas productivas.
He comprobado que un proyecto como el que propongo coincide con el anhelo de los venezolanos. ¿Quién no quiere tener su propio negocio en Venezuela? ¿Qué empleado no sueña con independizarse? Los venezolanos volveremos a reencontrarnos solo cuando haya garantías de que no nos despojarán del fruto de nuestro esfuerzo y cuando sintamos el dolor ajeno como propio.
Yo quiero convertir al Capitalismo Popular en el punto de partida de la reconciliación y la prosperidad de los venezolanos de distintas culturas, religiones e incluso ideologías.
Muchos me han señalado la magnitud del desafío que hemos asumido: soy independiente, soy mujer y promuevo un modelo de sociedad contrario al que han pretendido imponernos a la fuerza -y con mucha plata y propaganda- durante 13 años.
Por el contrario, siento que estas tres condiciones son fortalezas. Por una parte, los independientes somos mayoría y Venezuela es una sociedad matriarcal; por la otra, para derrotar al socialismo chavista debemos ganarnos la confianza de los venezolanos y convocarlos a una forma de vida económica y social moralmente superior. Esto significa llamar las cosas por su nombre. Hay que contrastar con firmeza que se trata de dos modelos con valores antagónicos.
Todo lo contrario
El Capitalismo Popular es todo lo contrario al socialismo chavista, que insiste en reeditar los fracasos de los países de la Cortina de Hierro. La fuerza de los hechos lo demuestra. El Capitalismo Popular es todo lo contrario al rentismo petrolero, que convierte a los venezolanos en súbditos de un Estado todopoderoso. Con el Capitalismo Popular tendremos un país de propietarios, de emprendedores, de empleos dignos y empresas productivas.
He comprobado que un proyecto como el que propongo coincide con el anhelo de los venezolanos. ¿Quién no quiere tener su propio negocio en Venezuela? ¿Qué empleado no sueña con independizarse? Los venezolanos volveremos a reencontrarnos solo cuando haya garantías de que no nos despojarán del fruto de nuestro esfuerzo y cuando sintamos el dolor ajeno como propio.
Yo quiero convertir al Capitalismo Popular en el punto de partida de la reconciliación y la prosperidad de los venezolanos de distintas culturas, religiones e incluso ideologías.
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