Monday, November 21, 2011

!Crisis peremne: Política de estado chavista!

En: http://www.eluniversal.com/opinion/111121/crisis-perenne-politica-de-estado-chavista


MIGUEL BAHACHILLE M. |  EL UNIVERSAL
lunes 21 de noviembre de 2011  12:00 AM
La posposición de la solución de los graves problemas que aquejan a la mayoría de la población se ha convertido en política de Estado. El Presidente habla de la necesidad de instaurar el socialismo y esperar algunas décadas para garantizar la felicidad prometida. Entretanto la gente reclama respuestas inmediatas para los requerimientos básicos de la existencia humana como la vivienda, seguridad y salud. El peligro de esta contradicción está en que la colectividad se deje arrastrar, casi por parvedad, a la frustración permanente. El régimen, por su parte, ante su incuestionable ineficacia, recurre a la represión como mecanismo de aplacamiento.

La excitación colectiva, acrecentada por una creciente expansión de los conflictos, hace que el ciudadano descargue su irritación de manera difusa. Secuela de la política disgregante estimulada por el régimen nos hemos convertido en una sociedad agresiva. Actuamos bruscamente contra vecinos, transeúntes, en el tráfico, con quienes topamos en las calles y ocasionalmente hasta con personas con las cuales convivimos o frecuentamos. Lamentablemente la animosidad colectiva está mal enfocada. La ira debe ir contra el proyecto marxista en cierne destinado a degradarnos. Hay que imposibilitar que el venezolano, sobre todo el más pobre, entre en la oscura ruta de la resignación que conduce en principio a la anomia y consecutivamente al ritualismo y la neurosis.
Pareciera que todas las crisis hubiesen estallado sobre nosotros de manera simultánea. Mientras los burócratas, comprobadamente ineficientes, hacen caso omiso de los conflictos, el Presidente, luego de 13 años en el poder, tiene el encargo de justificar la devastación descargando la culpa en gobiernos anteriores o lo que se le venga en ganas como por ejemplo el "imperio gringo". Basta observar la capital, regentada por dos conspicuos chavistas cuyas oficiosidades ni se sienten, para percibir el caos de la ciudad. Protestas de numerarios policiales, colectores de basura, maestros, transportistas, médicos, enfermeros, oficinistas, entre otros, reflejan el permanente estado de irritación colectiva.

A la larga nadie puede vivir en la creencia de que sus concepciones, proposiciones y decisiones pueden seguir oscilando entre una crisis y otra. El Gobierno anhela que subsistamos en ese estatus sin ahondar en sus causas ni en las interrelaciones a que están ligadas. En otras palabras, se trata de obstruir el futuro inmediato y de largo plazo.

Mientras la destrucción sigue su curso, el régimen busca cabezas de turco para explicar sus negaciones. De la errónea planificación urbana, culpa a los especuladores inmobiliarios. Del naufragio económico, a los empresarios. De la fracasada planificación educativa, al sistema dogmático antiguo. Pero el máximum de la evasión lo constituye la mácula del sistema capitalista: único culpable del Estado de miseria en el que está sumido el país.
Es hora de que el pueblo se prepare con los medios necesarios para salvar la creciente disparidad y peligrosas rupturas estimuladas por el Gobierno. Muchos de nosotros llevamos una vida semejante a la de modernos hombres de las cavernas: cuanto más lejanos están menos se preocupan de lo que pueda ocurrir en su entorno. Están recluidos en una esfera privada dejando que el mundo exterior siga su curso.

De hecho en el país existe una mayoría silenciosa, heterogénea, distraída, cuyo mutismo e introversión social conduce a la ruina. Es hora de rectificar. Contrario a lo predicado por políticos demagogos, el pueblo sí se equivoca. Se equivocó llevando a la presidencia a un militar que repudia la civilidad indispensable en las democracias. El 7 octubre de 2012 es la gran oportunidad de reivindicarnos y salir del ostracismo al que pretenden sumirnos como borregos y expresar una verdadera voluntad para el cambio a través del voto; no como el trapicheo pospuesto año tras año, desde hace más de una década, por un gobierno incapaz y descompuesto.

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