ANGEL GARCÍA BANCHS | EL UNIVERSAL
lunes 7 de noviembre de 2011 12:00 AM
Si eres buhonero o trabajador de la economía informal, te beneficiarás porque el capitalismo popular te formalizará: tendrás acceso a microcréditos y servicios públicos, tales como seguridad personal y jurídica, alumbrado, aguas blancas y negras, capacitación técnica (elemental) para el manejo financiero y contable de tu negocio, facilidad para la constitución de empresas y microempresas (mediante la taquilla única), eso sí, a cambio de que pagues impuestos y contribuyas a tu propia seguridad social. Lamentablemente, no disponemos acá del espacio para explicar cómo se lograría todo. Pero, sólo por dar un ejemplo, tu acceso a microcréditos le interesa a la banca privada, que tan sólo ha manifestado requerir la información de tus records de pago de servicios, como el gas o la electricidad (para saber cuán cumplido eres, y poder prestarte; lógico, sólo si pasas a formar parte de la economía formal).
Igualmente, si eres comerciante, por ejemplo, el capitalismo popular te garantizará que el Estado, en vez de producir cemento, cabillas, o arepas, se dedicará plenamente a producir bienes públicos claves, como la seguridad (para que no te atraquen o te maten), salud (para que puedas contar con hospitales públicos, superiores a clínicas privadas), educación y capacitación gratuita (para que tú y tus empleados estén bien preparados para el trabajo y el manejo de los negocios), y seguridad jurídica (para que si tú o tu empresa tiene una disputa, puedas resolverla en cuestión de meses; así, se respetarán los contratos, y pasaremos de una sociedad de la mala fe a una de la buena fe, paso fundamental para generar confianza y desarrollar el crédito). De lo anterior, también se beneficiarán los jóvenes y los emprendedores.
Si eres, por ejemplo, un médico, maestro, profesor universitario, ingeniero, economista, o, en fin, un profesional o técnico, te beneficiarás, porque en el capitalismo popular las remuneraciones irán en línea con tu productividad, esfuerzo, mérito y años de estudio. Quien más se esfuerce y más estudie más ganará en el capitalismo popular. Pero, eso sí, el Estado en el capitalismo popular garantizará que las escuelas y los liceos públicos sean mejores que los privados (los mejores maestros y profesores terminarán trabajando en las escuelas públicas por las mejores remuneraciones y beneficios), además de garantizar los incentivos económicos y de otra índole para que todas las madres prefieran enviar a sus hijos a las escuelas, en lugar de enviarlos a la calle a trabajar, pedir o, peor aún, delinquir. En el capitalismo popular, el Estado garantizará que: decidir ser un profesional o técnico no dependa de si se nace rico o pobre; de igual forma, que quien llegue a la universidad sea aquel que se esfuerce; y así, que quien lave el toilet en la sociedad no sea el pobre, sino quien, a pesar de haber contado con la oportunidad, haya decidido desaprovecharla.
Más aún, los jóvenes, los emprendedores, los profesionales y los técnicos se beneficiarán del capitalismo popular, porque el modelo de reparto rentístico que requiere del desempleo y subempleo como base político-clientelar se acabará, facilitando no sólo que, en general, se consigan puestos de trabajo (objetivo de pleno empleo productivo), sino, también que, en específico, el profesional y técnico consiga uno en su área de formación (objetivo de asignación eficiente).
Lamentablemente, por motivos de espacio no puedo extenderme mucho más. Pero, a juzgar por lo conversado con María Corina, en el capitalismo popular se contemplaría el diseño y ejecución de políticas específicas para lidiar con los problemas puntuales que, hoy día, enfrentan las mujeres, los gremios, los extranjeros de distintas nacionalidades, los jubilados y pensionados, los empleados públicos y los consejos comunales.
Si el capitalismo moderno implica acumulación de capital para producir, generar riqueza y satisfacer necesidades materiales y, por qué no también, hasta parte de las emocionales, el capitalismo popular implica, en un marco de instituciones y preocupación por lo ético, hacer llegar la acumulación de saberes, salud, libertades y riqueza al ciudadano de a pie, en vez de sólo a pequeñas burguesías bajo protección del Estado. El capitalismo popular, bajo esta perspectiva, implica la potenciación de las libertades y capacidades del individuo y de los hogares, de forma tal de que el ciudadano deje de depender del Estado y sea un problema de su propia elección determinar hasta dónde quiere llegar.
Igualmente, si eres comerciante, por ejemplo, el capitalismo popular te garantizará que el Estado, en vez de producir cemento, cabillas, o arepas, se dedicará plenamente a producir bienes públicos claves, como la seguridad (para que no te atraquen o te maten), salud (para que puedas contar con hospitales públicos, superiores a clínicas privadas), educación y capacitación gratuita (para que tú y tus empleados estén bien preparados para el trabajo y el manejo de los negocios), y seguridad jurídica (para que si tú o tu empresa tiene una disputa, puedas resolverla en cuestión de meses; así, se respetarán los contratos, y pasaremos de una sociedad de la mala fe a una de la buena fe, paso fundamental para generar confianza y desarrollar el crédito). De lo anterior, también se beneficiarán los jóvenes y los emprendedores.
Si eres, por ejemplo, un médico, maestro, profesor universitario, ingeniero, economista, o, en fin, un profesional o técnico, te beneficiarás, porque en el capitalismo popular las remuneraciones irán en línea con tu productividad, esfuerzo, mérito y años de estudio. Quien más se esfuerce y más estudie más ganará en el capitalismo popular. Pero, eso sí, el Estado en el capitalismo popular garantizará que las escuelas y los liceos públicos sean mejores que los privados (los mejores maestros y profesores terminarán trabajando en las escuelas públicas por las mejores remuneraciones y beneficios), además de garantizar los incentivos económicos y de otra índole para que todas las madres prefieran enviar a sus hijos a las escuelas, en lugar de enviarlos a la calle a trabajar, pedir o, peor aún, delinquir. En el capitalismo popular, el Estado garantizará que: decidir ser un profesional o técnico no dependa de si se nace rico o pobre; de igual forma, que quien llegue a la universidad sea aquel que se esfuerce; y así, que quien lave el toilet en la sociedad no sea el pobre, sino quien, a pesar de haber contado con la oportunidad, haya decidido desaprovecharla.
Más aún, los jóvenes, los emprendedores, los profesionales y los técnicos se beneficiarán del capitalismo popular, porque el modelo de reparto rentístico que requiere del desempleo y subempleo como base político-clientelar se acabará, facilitando no sólo que, en general, se consigan puestos de trabajo (objetivo de pleno empleo productivo), sino, también que, en específico, el profesional y técnico consiga uno en su área de formación (objetivo de asignación eficiente).
Lamentablemente, por motivos de espacio no puedo extenderme mucho más. Pero, a juzgar por lo conversado con María Corina, en el capitalismo popular se contemplaría el diseño y ejecución de políticas específicas para lidiar con los problemas puntuales que, hoy día, enfrentan las mujeres, los gremios, los extranjeros de distintas nacionalidades, los jubilados y pensionados, los empleados públicos y los consejos comunales.
Si el capitalismo moderno implica acumulación de capital para producir, generar riqueza y satisfacer necesidades materiales y, por qué no también, hasta parte de las emocionales, el capitalismo popular implica, en un marco de instituciones y preocupación por lo ético, hacer llegar la acumulación de saberes, salud, libertades y riqueza al ciudadano de a pie, en vez de sólo a pequeñas burguesías bajo protección del Estado. El capitalismo popular, bajo esta perspectiva, implica la potenciación de las libertades y capacidades del individuo y de los hogares, de forma tal de que el ciudadano deje de depender del Estado y sea un problema de su propia elección determinar hasta dónde quiere llegar.
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