Friday, November 11, 2011

Otra vez la Bolivar

En: http://www.eluniversal.com/opinion/111111/otra-vez-la-bolivar

RICARDO GIL OTAIZA |  EL UNIVERSAL
viernes 11 de noviembre de 2011  12:00 AM
Termino de leer el más reciente libro de la historiadora Inés Quintero, titulado El fabricante de peinetas. Último romance de María Antonia Bolívar (Editorial Alfa, 2011). En esta nueva oportunidad, quien nos deleitara con su ya clásica biografía sobre el mismo personaje: La criolla principal. María Antonia Bolívar, hermana del Libertador (Fundación Bigott, 2003; Aguilar, 2008), vuelve para relatarnos con minuciosidad los entretelones de un suceso que fuera la comidilla de la sociedad caraqueña de 1836: el desengaño y escándalo amoroso de la hidalga cincuentona María Antonia Bolívar con el veinteañero José Ignacio Padrón, un "pata en el suelo".

Sobre la base de una extensa y exhaustiva documentación, teje Quintero el momento para mostrarnos paso a paso la decisión de la Bolívar de acusar al joven fabricante de peinetas de haberle robado 10.000 pesos, lo que se tradujo en una larga querella legal en la que se ventilaron los pormenores de una pasión amorosa que logró sortear los inmensos obstáculos de la prosapia y la brecha generacional. Impulsada por el desengaño y los celos, la criolla principal busca con su acusación tender alrededor de su amado una situación comprometedora, que de alguna manera lo devolviera a sus brazos.

Sin embargo, no contó la matrona con el ya profundo cambio que se había producido en la Venezuela republicana, en la que su hidalguía, su fortuna y su linaje no fueron razones suficientes para poner a la justicia de su lado, teniendo que morder el polvo de la derrota y la humillación de parte de un juez y un defensor público que enarbolan las banderas de unas leyes y de unos derechos que no miran la clase social ni el color de la piel. De nada le valen a María Antonia su celebérrimo carácter, su firmeza y su temple, frente al imperio de una sociedad que busca abrirse paso desde el igualitarismo y así clausurar para siempre el defenestrado orden colonial.

El nuevo libro de Quintero discurre a buen ritmo y con prosa impecable sin darle tregua al lector, quien luce maravillado frente a los pormenores de una época y unas costumbres, que por distintas a las que nos han correspondido vivir, se nos muestran deslumbrantes y reveladoras. Si bien no alcanza la autora en este libro la fuerza ni la contundencia de su anterior entrega (La criolla principal), de alguna manera complementa lo ya tratado, y cierra este extraordinario capítulo de nuestra historia que permaneció a la sombra durante mucho tiempo, privándonos de conocer ese otro lado de la moneda de una historiografía muy dada a la epopeya, al panegírico, al fetichismo de lo heroico.

Es El fabricante de peinetas un libro del detalle, de la menudencia, de lo íntimo que de pronto de hace noticia y escándalo. Desde estas páginas entramos sin querer en un personaje que nos muestra las ambivalencias propias del alma humana, para hacérnoslo entrañable, dolido, deslastrado de los atavismos propios de su linaje. A partir de esta obra la mirada documental dada a la hermana de Bolívar se redimensiona, para entregarnos a una mujer mayor con ansias de compañía, que era capaz de sufrir por amor, de escribir poemas arrobada por la pasión, de mentir frente a un tribunal para ver satisfechas sus ansias de venganza, movida por el dolor, la amargura y el despecho.

Mintió la Bolívar con dignidad, con la frente en alto, con la confianza y la seguridad que le daban sus indiscutibles fortalezas (su figura, el dinero, la prosapia), pero la jugada se volvió en su contra y ya no tuvo más remedio que aislarse de la vida, encerrarse en su casa de la esquina de Sociedad, hasta que la muerte la alcanzó pocos años después del fallo de la Corte. Su ingrimitud era enorme, pero mucho antes sufriría la muerte de su mundo familiar y social. Una trágica ática, sin duda.

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