Victor Salmerón
El pasado viernes Masood Ahmed, director
del departamento para el Medio Oriente y Asia Central del Fondo
Monetario Internacional, explicó que en el corto plazo el declive que
experimentan los precios del petróleo no impactará el presupuesto de
estos países porque en los últimos diez años ahorraron sumas elevadas,
algo que luce muy improbable en Venezuela cuyo canciller, Rafael
Ramírez, solicitó a la OPEP una reunión de emergencia para discutir cómo
detener el descenso del barril.
En promedio el petróleo venezolano, que
aporta 96 de cada 100 dólares que ingresan al país, se ha cotizado en lo
que va de año en 96,23 dólares pero la semana pasada se ubicó en 82,7
dólares después de que el crudo Brent, marcador de la cesta venezolana,
se desplomó hasta el nivel más bajo en cuatro años presionado por un
mercado donde la oferta de crudo supera a la demanda.
Estados Unidos, Canadá, Libia e Irak
incrementan el bombeo de petróleo a la vez que la zona euro desfallece
por la creciente debilidad de Alemania. Japón, la tercera economía del
mundo, experimenta un frenazo en el consumo, mientras que Brasil y Rusia
se estancan y el crecimiento de China pierde ímpetu.
En la mañana del lunes 13 de octubre el
Brent continuó en descenso cotizándose en 88 dólares el barril, un nivel
que presagia severos problemas para Venezuela que según un reporte
elaborado el 11 de abril por el economista jefe de Deutsche Bank, Robert
Burgess, necesita que el Brent mantenga un promedio de 121 dólares para
satisfacer las necesidades de divisas y balancear las cuentas públicas.
El informe entregado por la
administración de Nicolás Maduro a la Comisión de Valores de Estados
Unidos (SEC por sus siglas en inglés) registra que en 2013, con un
precio promedio para el Brent de 108,7 dólares, el gasto del Gobierno,
incluyendo a todas las empresas públicas, rebasó en 16,9% del PIB al
ingreso, una magnitud que supera abiertamente al desequilibrio que hizo
de Grecia el emblema de la crisis europea.
En buena parte este déficit se ha
cubierto con impresión de billetes en el Banco Central, que han
disparado la inflación, y reducción en las divisas asignadas a las
empresas privadas que por falta de insumos y materias primas, producen
menos y empujan la economía a la recesión.
Dakota Vs Riyadh
La posibilidad de que la OPEP acuerde un recorte de la producción para impulsar los precios no luce despejada, al contrario, un reporte de Reuters indica
que funcionarios de Arabia Saudita, principal productor de la
organización, han explicado en conversaciones privadas con
inversionistas que Riyadh está dispuesto a aceptar un barril por debajo
de 90 dólares e incluso inferior al piso de 80 dólares.
Arabia Saudita parece apostar a un
período de uno o dos años con precios más bajos para hacer menos
rentables las inversiones que han permitido aumentar la producción de
países que no están en la OPEP, principalmente Estados Unidos, que ha
disminuido sus compras de petróleo por la extracción de crudos de
esquisto (shale en inglés), un tipo de roca rebosante de petróleo y gas
inaccesible hasta hace poco.
Seth Kleinman, analista de Citi, afirmó
el 8 de octubre en una nota sobre el tema que al parecer Arabia Saudita
“piensa que puede ganar cualquier guerra de precios” con los
productores estadounidenses de esquisto.
Citi explica que si bien los sauditas
consideran que la explotación del petróleo de esquisto requiere de un
precio de al menos 90 dólares el barril, la tecnología continúa
avanzando. Además el nivel de 90 dólares se refiere al ciclo completo de
extracción y muchos productores de Dakota y Texas ya han contratado
plataformas y desembolsado buena parte de las inversiones, por lo tanto,
incluso a 75 dólares el barril Estados Unidos continuaría aumentando su
producción.
Futuro crudo
Pedro Palma, profesor del IESA, indica
que “por cada dólar que cae el precio promedio anual del petróleo el
flujo de caja de Pdvsa recibe 500 millones de dólares menos al año. Si
por ejemplo, el Brent llega a cotizarse a 85 dólares la cesta petrolera
venezolana lo haría alrededor de 75 dólares, prácticamente 20 dólares
menos que en la actualidad y esto supondría una caída de 10 mil millones
de dólares en el ingreso anual”.
Agrega que “el déficit en las cuentas
públicas depende de a cuántos bolívares cambies cada dólar que obtienes
por petróleo. La presión para devaluar el tipo de cambio de 6,30
bolívares, que ya es descomunalmente alta, crecería aún más, la economía
no está en condiciones de aumentar las exportaciones no petroleras o
disminuir las importaciones con producción nacional”.
Antes de este declive del petróleo
Ecoanalítica y entidades financieras como Bank of America anticiparon
que en 2015 el Gobierno deslizará el tipo de cambio de 6,30 bolívares
por dólar hasta alrededor de 12-15 bolívares y mantendrá esta tasa para
las empresas que reciben divisas por el Sicad I y el Cencoex. Al mismo
tiempo, continuaría existiendo el Sicad II con un tipo de cambio de 50
bolívares por dólar.
La situación, con el precio actual del
petróleo ya es bastante frágil. Las reservas internacionales, es decir,
el tanque de dólares que permite cancelar deuda externa e importaciones
se ubica al cierre del 9 de octubre en 19 mil 798 millones de dólares,
cifra que representa una caída de 33% respecto a 2012 y el nivel más
bajo desde el 31 de octubre de 2003.
En teoría el Gobierno cuenta con
recursos fuera de las reservas internacionales pero no hay información
oficial sobre cuánto existe y el pago de deuda externa realizado la
semana pasada por el orden de 1.600 millones de dólares hundió la
porción en efectivo de las reservas a menos de mil millones de dólares,
porque 70% de las mismas son barras de oro.
La sombra del default
El año entrante Venezuela tendrá que
cancelar 10 mil millones de dólares por vencimientos de deuda externa y
el declive de los precios del petróleo amenaza con aumentar la
percepción de riesgo del mercado con lo que emitir nuevos bonos para
pagar los que se vencen obligaría a asumir tasas de interés
exorbitantes.
Desde el 2 de septiembre, fecha en la
que el mercado asumió que el plan de reformas económicas que proponía
Rafael Ramírez no será implementado, el riesgo país de Venezuela ha
aumentado de forma constante y si en este momento la República decidiese
emitir bonos en el exterior para obtener financiamiento tendría que
cancelar una tasa de interés mucho más elevada a la del resto de América
Latina.
Venezuela asumiría una tasa de interés
de 15,3 puntos porcentuales por encima de lo que paga Estados Unidos, la
Nación que se financia al menor costo, mientras que en promedio el
resto de los países de América Latina cancela 3,4 puntos.
¿El Gobierno de Maduro puede verse
tentado a no pagar los vencimientos de deuda? Pedro Palma considera que
“hasta ahora el Gobierno le ha dado prioridad al pago de la deuda y ha
recortado los dólares para otras necesidades. Si no paga, es decir, hace
un default, se cerraría la posibilidad de obtener crédito en el mercado
internacional por eso creo que seguirá cancelando”.
Los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, profesores de la Universidad de Harvard y quienes han estudiado a fondo el tema del default, aseguran en un artículo publicado el 13 de octubre por Project Syndicate que Venezuela tiene una alta probabilidad de incumplir sus compromisos en el futuro. “Dado que el gobierno ya está en mora con sus residentes en numerosos frentes, la probabilidad de un default de su deuda externa –según los datos de estudios históricos transversales entre países– es cercana a uno”, dicen Reinhart y Rogoff.
No funcionó
A diferencia de la mayoría de los países
exportadores de petróleo Venezuela no creó mecanismos para ahorrar
parte de la lluvia de petrodólares que ingresó entre 2005-2013 tras el
salto estelar de los precios del barril. La administración de Hugo
Chávez constituyó el Fonden, un fondo de gasto que recibió una porción
muy elevada de los recursos petroleros y de las reservas líquidas que
estaban en el Banco Central.
La balanza de pagos que publica el Banco
Central registra que entre 2005 y 2013, asumiendo un estimado para el
último trimestre de este año, el país obtuvo por exportaciones
petroleras 641 mil 872 millones de dólares, de los cuales, de acuerdo
con las cifras de la Vicepresidencia de Economía, fueron asignados a
través de Cadivi, Aladi y Sucre unos 282 mil 476 millones, es decir, 44%
del total, para todos los requerimientos del sector privado como
importaciones, remesas y viajes.
La distribución de las divisas indica
que el sector público absorbió la mayor parte de los petrodólares pero
no logró avanzar en la tarea de hacer que la economía sea menos
dependiente del petróleo, al contrario, la subordinación a la suerte del
barril es absoluta.
Las empresas públicas creadas en los
últimos años reportan pérdidas y producen muy por debajo de su capacidad
al igual que las que conforman la Corporación Venezolana de Guayana
(CVG), que no pudieron beneficiarse del período de altos precios de las
materia primas exportando, en mayor cantidad, hierro, acero y aluminio.
Al mismo tiempo lo poco que exportaba el
sector privado ha descendido en medio de la sobrevaluación de la
moneda, controles de precios y trabas para el acceso a las divisas, por
lo tanto, las exportaciones no petroleras tan solo aportan 2 mil 485
millones de dólares al cierre del tercer trimestre de 2013 (última cifra
suministrada por el Banco Central), una magnitud que representa una
caída de 56% respecto al mismo lapso de 2005.
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