En: http://www.lapatilla.com/site/2014/12/04/trino-marquez-la-unidad-al-quirofano/
Trino Márquez
Roberto Enríquez, presidente de COPEI, presentó una moción para que
la MUD se reúna de urgencia y trate los delicados problemas internos que
aquejan a la alianza opositora. Enríquez tiene razón: hay que en curar
las heridas y reparar los huesos rotos que las recientes confrontaciones
y diferencias han dejado, de lo contrario la oposición verá la crisis
económica del país como quien ve una película: sin poder intervenir en
el guion, ni modificar el curso de los acontecimientos que suceden en la
pantalla. Este ambiente de confrontación ha tornado más dramática el
descalabro actual. Al atolondramiento del gobierno rojo se suma la
crispación dentro del campo opositor. La falta de una opción creíble y
fuerte ha hundido a mucha gente de la clase media y de los sectores
populares en la desolación.
Henrique Capriles y Leopoldo López están obligados a llegar a
acuerdos unitarios, incluso por el bien de ambos A Capriles le podrían
salir canas verdes esperando que se despeje el “Camino”; Leopoldo podría
echar raíces en Ramo Verde. En este este esfuerzo tienen que participar
María Corina, Antonio Ledezma y todos los demás dirigentes y
organizaciones políticas que se agrupan en la MUD. Los jóvenes de
Voluntad Popular que tomaron el testigo dejado por Leopoldo deberían
entender que la política es un escenario donde se confronta al enemigo y
se establecen acuerdos con los aliados. La situación nacional
compromete a dialogar y negociar con los compañeros de ruta. La
arrogancia es muy mala consejera. Hasta el cansancio se les ha
demostrado que el llamado a la Constituyente es inconveniente porque no
desata ninguno de los nudos que pretende zafar y sí crea torniquetes que
luego será difícil aflojar. La nación no saldrá más unida, sino más
fracturada. Numerosas voces autorizadas han tratado de convencerlos de
su grave error, sin embargo, persisten en la equivocación.
Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, AD y Copei insisten en mantener la
estrategia electoral. Es lo correcto, pero no hacen ni el menor
esfuerzo serio por definir un método para elegir los candidatos a la
Asamblea Nacional, ni definir la plataforma programática que esos
candidatos les presentarán a los electores. Se han dejado maniatar por
la inercia.
El gobierno comete toda clase de excesos contra los presos políticos,
los medios de comunicación, los presos comunes y los ciudadanos
indefensos, y la oposición se dedica a atacarse internamente. La
división entre caprilistas y leopoldistas causa fatiga y hastío. Las
carencias que padecen los venezolanos son demasiado punzantes para que
el tiempo trascurra entre las costuras que va dejando esa batalla sin
cuartel.
Nicolás Maduro y la camarilla que lo rodea, incluidos especialmente
los cubanos, no merecen gobernar. Carecen de las credenciales para
dirigir el país. Pero, en la acera de enfrente no se percibe una
alternativa con opción de triunfo. Las encuestas nos hablan de la caída
perpendicular del gobierno. Sus enemigos son la escasez, el
desabastecimiento, la inflación, la inseguridad personal y la corrupción
generalizada. La oposición tendría que capitalizar ese descontento
mediante una fórmula que la convierta en una alternativa de triunfo. Las
elecciones de los diputados de la Asamblea Nacional forman una
estación en esa ruta. Las coyunturas electorales permiten el debate y la
confrontación entre el Gobierno y los opositores. Permiten comparar
rostros e iniciativas. Sacarles el máximo provecho a esos episodios,
exige prepararse. Tomar las decisiones oportunas. No es esa la actitud
de las fuerzas y líderes opositores. Sabemos que el Gobierno los ha
invisibilizado. Constituye un objetivo clave de la hegemonía
comunicacional. Para contrarrestar esta estrategia hay recurrir a las
viejas fórmulas que hacen posible que las condiciones objetivas
coincidan con las condiciones subjetivas: el contacto permanente con la
gente, las asambleas de ciudadanos, el volanteo, las visitas a las
fábricas y casa por casa, la organización popular, la inserción en
sindicatos, gremios y federaciones estudiantiles representan algunos de
los mecanismos que conviene ensayar.
Esencial es entender que los problemas existen y que deben encararse
con el ánimo de resolverlos. Con todo y la crisis, el madurismo podría
eternizarse en el poder. ¡Máximo peligro!
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