Es
sumamente importante decirles al país y a los observadores internacionales cuál
es el propósito que anima nuestro esfuerzo para alcanzar una calificada mayoría
de 2/3 de la nueva Asamblea Nacional y, en todo caso, dentro de un
escenario muy pesimista, tener mayoría simple.
Su base
es la fidelidad al más alto concepto de democracia. A su estado puro. La
democracia es sobre todo la existencia de distintos poderes públicos.
Autónomos. Independientes. Profesionales. El poder único deforma. El sistema de
pesos y contrapesos es fundamental para el funcionamiento institucional. Tan
preciado beneficio lo perdimos. El Poder Ejecutivo en Venezuela lo es todo.
Nuestro sistema electoral anda empantanado. Cambia circuitos. Modifica bases
poblacionales. Crea centenares de nuevas mesas en lugares presumiblemente
chavistas como las nuevas concentraciones de la Gran Misión Vivienda. Financia
descaradamente los procesos electorales del PSUV y permite que Diosdado Cabello
despotrique de la oposición diciendo que para ir a primarias dentro de la MUD
hay que ser millonario pues los candidatos deben pagar el costo de la factura
de alquiler de máquinas mientras que oculta miserablemente el hecho que los
candidatos rojos-rojitos no pagan nada pues “otros pagan por ellos”. ¡Pobre
presupuesto nacional! No hacen elecciones sindicales y perturban
vergonzosamente las elecciones de colegios profesionales y autoridades
universitarias.
El
sistema judicial anda ahogado en una pastosa y trashumante arena movediza
purulenta, las sentencias de los tribunales no pueden ser más venales. Más
vendidas. Más comprometidas. Y los jueces. ¡Ay señor! Salen del dedo mágico de
Maduro o de alguno de sus compinches. Para muestra basta un botón. Los
recientemente nombrados miembros del Tribunal Supremo de Justicia.
La
Contraloría es cuando menos un pelotón de fusilamiento. La última víctima es
César Pérez Vivas. Aunque los escándalos financieros de corrupción y
narcotráfico inundan las páginas de los principales diarios del mundo, tales y
bien fundamentadas denuncias y bataholas son invisibles para jueces y fiscales
venezolanos.
La
maltrecha Defensoría del Pueblo no pasa de ser una corneta ambulante del sonido
del gobierno. El pequeño Hércules de Anzoátegui dispara contra la oposición,
contra Felipe González. Es un “tiroloco” contra todo lo que huela a oposición,
en el país o en cualquier lugar del planeta.
La
Fiscalía. Dios. La Fiscalía. Es un rosario interminable de atropellos.
El Banco
Central se convirtió en un lar de alcahuetes y traficantes de números y datos.
El INE es
simplemente un circo de payasos escupiendo falsos números.
De lo que
se trata entonces es de reinstitucionalizar el Estado. Regresar a la división
de poderes. A la independencia de los poderes públicos. Al sistema de controles
bidireccionales y multidireccionales. Eso es lo primero. No se trata jamás de
tener una Asamblea para disparar contra Maduro y agitar las aguas del
enfrentamiento y la crispación. No se trata de acicatear la polarización.
Tampoco
creo que el asunto de rescatar la democracia pueda ser confundida con la
persecución, la venganza y la prostitución de la ley. Andar pensando en
revocatorios antes de enderezar el Estado me parece un error catastrófico, pues
no solo es difícil ganar una elección referendaria contra Maduro, Diosdado y su
gente, sino que perderíamos un tiempo riquísimo y prometedor que podríamos
destinar al rescate del equilibrio, de la paz, del control. Si queremos una
Asamblea distinta y democrática es obligatorio que se dedique a su función, es
decir a hacer leyes. Legislar. Debatir. Controlar. Fiscalizar. De eso se trata.
En tal
sentido, sugiero algunas leyes que pueden formar nuestra propuesta legislativa.
Decirle a la gente, al votante, al elector, al venezolano, qué vamos a hacer al
ganar la Asamblea. Cuál es nuestra agenda. Todos sabemos que el contubernio
Poder Ejecutivo-Poder Judicial se ha cuidado celosamente de aprobar las distintas
leyes que favorecen al chavismo con el “remoquete” de orgánicas, previendo
desde hace larga data su segura derrota parlamentaria. Ellos no admiten la
posibilidad de una victoria de 2/3 de la oposición. Han querido evitar que una
mayoría simple enderece el saco de entuertos que han aprobado, fundamentalmente
por vía de poderes especiales o leyes habilitantes a lo largo de 15 años.
Debemos
considerar que hay una remota pero cierta posibilidad de que no podamos
alcanzar la mayoría calificada en las venideras elecciones, pero si bien no
podríamos en tal caso modificar las leyes orgánicas, sí podemos de alguna
manera facilitar la reinstitucionalización nacional con una simple mayoría.
Aquí les presento un inventario sencillo de lo que espero sea parte de nuestra
propuesta de gobierno legislativo.
1. Ley de reordenamiento del
endeudamiento externo de la república y de Pdvsa. Saber qué debemos, a quién le
debemos, las condiciones de la deuda, formas de pago, garantías, cuánto
debemos.
2. Ley de reordenamiento del sistema
de preferencias petroleras. Cuentas por cobrar y compromisos con otros países.
Conocer de la rochela existente con nuestro petróleo. Cuánto hemos regalado.
Quién paga y quién no paga. Qué compromisos hemos firmado. Por cuánto
tiempo. Con cuáles países.
3. Ley de regularización del sistema
de control de la gestión de los ministros. Presentación y análisis de las
memorias anuales. Proyectos en ejecución. Contratistas beneficiados.
Inversiones. Obras paralizadas.
4. Ley de amnistía a los presos
políticos. Simple: libertad para los presos de conciencia.
5. Ley de regularización de la
información financiera y estadística del Banco Central y del Instituto Nacional
de Estadística. La inflación. La escasez. La población. El oro.
6. Ley regulatoria de las relaciones
entre la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional y de la Contraloría
General de la República. Cuáles investigaciones hay en curso. Qué hay de las
denuncias internacionales.
7. Ley regulatoria de las relaciones
entre la Comisión de Política Interior de la Asamblea Nacional y el Ministerio
Público y la Defensoría de Pueblo. Datos sobre procedimientos. Juicios
abiertos. Contratación de fiscales. Contratación de defensores.
8. Ley de unificación y financiación
de las policías, bomberos, educadores, médicos y otros funcionarios
públicos.
9. Ley de modificación del estatuto
de las nuevas universidades y su conversión en universidades autónomas. Énfasis
en las organizaciones estudiantiles.
10. Ley de reordenamiento del sistema
nacional de empresas públicas. Las nacionalizadas. Las expropiadas. Las
compradas. Cuál es su estatus. Sus estados financieros. Inventario de las
mismas.
11. Ley de regularización de las
empresas públicas provenientes de expropiaciones y adquisiciones voluntarias y
forzosas. Su funcionamiento. Las principales: agricultura, acero, cemento,
vidrio, transporte.
12. Ley de regularización del
ejercicio de la medicina, la odontología y otras profesiones dentro del
territorio nacional en el marco de la cooperación internacional.
13. Ley sobre los sistemas de
concurso, ingreso, jubilación y ascenso del sistema judicial y diplomático.
14. Modernización de las leyes de
control de precios y otros mecanismos de supervisión de la actividad comercial
e industrial.
15. Ley de regularización del sistema
de medios públicos y comunitarios y formas de asignación de frecuencias de
radio y televisión.
16. Ley de regularización del
funcionamiento de los diarios y revistas nacionales. Publicidad oficial y
papel.
17. Ley de regularización del sistema
de escoltas de funcionarios públicos.
18. Ley de transparencia y
conocimiento de los juicios internacionales iniciados por la República y
aquellos en nuestra contra. Quiénes son los abogados. Montos envueltos.
Tribunales, casos y países.
19. Ley de consultas populares no
vinculantes. Abrir nuevos cauces a la consulta popular sin que necesariamente
se convierta en referéndum.
Una agenda de esta naturaleza nos
ocuparía un buen tiempo y colocaría el debate en el punto donde debe estar.
Crear, no destruir. Promover, no perseguir. Mejorar, no polarizar. Controlar,
no obstaculizar. Nos conviene un sistema de equilibrio. El chavismo existe.
Tienen una base que bordea 25%. Desconocerlos es un error que se puede pagar
muy caro. La guerra y la confrontación civil siempre tienen un precio en dinero
y en vidas. La paz no tiene precio.
Vía El Nacional
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