LUIS
PEDRO ESPAÑA N.
Ya
tenemos fecha para las elecciones de la Asamblea Nacional. No fue anunciada
sino hasta que la estrategia oficial recibió el pláceme de todos sus bandos.
Consiste en un intrincado mapa de acciones condicionadas, mensajes ensayados y
gestos que se mimetizan para evocar al padre. Pero la estrategia es solo una,
la del miedo. El propio, sí, pero que lo sienta el otro.
Miedo
para desmovilizar a unos y juntar al resto. Unos en forma de chantaje, otros a
modo de coacciones. Se trata una estrategia en dos tiempos. Se perderán las
misiones o nos cortarán la cabeza. Nos perseguirán a todos y se acabará la
esperanza. Si gana la oposición, seguro viene la guerra, solo el gobierno
garantiza la paz, así sea la de los cementerios.
Ya desde
los primeros anuncios se entra en un juego comunicacional deliberadamente
contradictorio. Vamos a ganar, pero si perdemos arrebatamos. Reconoceremos los
resultados, pero saldremos a la calle a impedir que se queden con la Asamblea.
Es peor que el doble discurso, es un modo comunicativo en el que con la misma
frase se imparte miedo en dos sentidos: paralizar a unos e impulsar a otros.
¿Qué se
persigue? Que no avancemos hasta la orilla para ver cómo se cruza el río. Se
apuesta por la bobalicona premisa antielectoral de los infantes de la política.
Son mensajes para los extremos, suponiendo que son ellos los que definen los
términos de las preferencias de la inmensa mayoría que está en el medio.
Esa ha
sido la pauta con el cuento de la guerra económica, la confrontación contra el
imperio o las sucesivas tesis del sabotaje. Es una tesis que también gusta en
los predios de los poderes fácticos. Esos de los que depende que la patada a la
mesa electoral tenga una viabilidad de más de un día.
El
posible conflicto con Guyana les viene de perla. Se trata de sembrar otro
miedo. El miedo nacionalista, el miedo a perder una patria que ellos ya
vendieron. Quienes permitieron que avanzaran las concesiones petroleras, fuera
por ignorancia o por descuido, son los mismos que por estos días se envuelven
en la Bandera Nacional y nos proponen unión en torno a ellos.
La tesis
Galtieri revive después de 35 años. Es una forma de tratar que los poderes
fácticos se traguen tesis y argumentos que hasta ahora no se han permitido.
Nuevamente,
no se puede cruzar hasta llegar al puente, y el puente no es otro que ganar las
elecciones para la Asamblea Nacional. Cualquier otra tesis, estrategia
anticipada, cantos de sirena o desvío del norte constitucional, es a lo que
aspiran los responsables de esta desastrosa situación nacional que tiene al
pueblo padeciendo una inflación de 170%, una escasez de 75% y que está en
trance de batir una nueva marca de homicidios.
Necesitan
una excusa para no enfrentar el 80% de rechazo o el 60% de popularidad que ya
disfruta la oposición. Para ello cuentan con el miedo. El mismo que nos vuelve
cautos para expresarnos en una desabastecida cola, o aquel que se lleva dentro
si se tiene la desdicha de vivir en una de esas “zonas de paz”.
Pero ese miedo será vencido. Ya
no tienen con qué chantajear, ni otra nueva esperanza que dar. Solo tienen el
miedo propio, ese que se vive como el agua al cuello.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
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