CARLOS
BLANCO
La clase
media se encuentra brutalmente empobrecida. Es un contrasentido producto de una
cultivada ignorancia pensar que para encontrar “los pobres” hay que desechar a
la clase media y meterse “con el pueblo”. Cierto que la pobreza va mucho más
allá y se hinca en todo el país; pero el punto que planteo es que el
empobrecimiento de la clase media como hecho social, económico y político la
convierte de pleno derecho en protagonista de la transición política en marcha.
El
empobrecimiento de este sector es evidente. Antonio Pasquali, en artículo del
domingo pasado, citó lo que un decano de la UCV dijo recientemente: “Al cambio
Simadi de abril 2015… [los] profesores cobran mensualidades que promedian los
40 dólares y reciben 0,68 dólares al año para investigación”. Esto alude a un
sector representativo, pero de ejemplos similares está lleno el mundo de los
profesionales, empleados públicos, trabajadores calificados, militares y
gerentes privados.
La clase
media ha padecido el despojo inclemente que el régimen ha provocado. Los
ingresos, el acceso a la salud y a la educación, a la vivienda y a la
seguridad, han sufrido el cataclismo que el país conoce. Por eso no resulta
sabio, ni productivo, ni conceptualmente correcto, desechar el trabajo político
con la clase media porque “no son pobres”; lo cual no implica que solo este
sector lo sea. Es curioso cómo a algunos hijos de la burguesía les da
sarpullido ese papel de la clase media que no es, para su gusto, “el
pueeeebloooo meesmo”, como decía el Eterno.
Una
equivocación en este terreno ha conducido a dirigentes opositores a desechar la
fuerza principal opositora y democrática que es esa clase media, en procura de
un “pueblo” al que tampoco dirigen. Es como si un general en una guerra
desestimara sus mejores tropas, en procura de los desencantados soldados
enemigos. A estos hay que buscarlos –qué duda puede haber–, pero jamás al costo
de ningunear a los que forman el cuerpo principal organizado del ejército
democrático, al menos hasta la fecha. El descontento es colosal, pero la
voluntad organizada y consciente políticamente tiene su vanguardia –por el
momento– en la clase media. Podrá ser distinto más adelante; podrá ser deseable
que sea distinto; pero hoy es así. Es la franja de venezolanos que ha llevado
desde 1999 el peso primordial de la lucha. Hay otros sectores muy sufridos y en
peor situación socioeconómica, y es la lucha de la clase media empobrecida la
que ha representado sus intereses.
Tal vez no pueda por sí sola
lograr el cambio; pero sin la clase media, no hay cambio.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
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