Entre las medidas adicionales
está una limitación de 200 euros por persona en los cajeros
Tsipras asegura que los salarios,
pensiones y ahorros de los griegos están garantizados
Corralito en Grecia y camino de una
crisis del euro de gran calibre. El Banco Central Europeo (BCE) apretó este
domingo el botón nuclear: racionó la
liquidez de emergencia del sistema financiero y con ese sutil movimiento
obligó a Atenas a anunciar el cierre de los bancos, de la Bolsa y la imposición
de controles de capital para evitar el colapso. Fráncfort mantuvo la
respiración asistida, pero no dio ni un solo euro más a las maltrechas
entidades helenas, a pesar de las continuas retiradas de depósitos desde la
convocatoria del referéndum del domingo sobre el plan europeo. Sin bancos, la
crisis pasa a un estadio alarmante. Y no solo para Atenas. Liderada por una
Francia cada vez más nerviosa, Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI)
reiteraron que mantienen abiertas las líneas de negociación, pero Grecia y el
euro se adentran en tierra desconocida, a no ser que se produzca un giro de última
hora.
Sin
bancos no hay paraíso: un país no puede vivir sin su sector financiero, una
especie de sistema circulatorio sin el que la economía corre el riesgo de
quedarse petrificada. El BCE rechazó este domingo ampliar la financiación de
emergencia, y ese delicado movimiento bastó para dejar a Atenas sin bancos
operativos. El Consejo de Estabilidad Financiera de Grecia, reunido en Atenas
bajo la dirección del ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis —con la
participación del Banco de Grecia y de la patronal bancaria—, anunció el cierre
temporal de las sucursales y la imposición de controles de capital para evitar
un colapso financiero. Palabras mayores: la banca mantendrá bajada la persiana
al menos hasta el 6 de julio, el día después del referéndum. Los cajeros
automáticos no funcionan hoy. Y la retirada de efectivo queda limitada a 60
euros por persona y día a partir del martes.
La crisis
adquiere así una nueva dimensión. El primer ministro griego, Alexis Tsipras,
confirmó en un breve mensaje la imposición de controles de capital y aseguró
que los depósitos están garantizados, así como el pago de las pensiones. Culpó
al BCE y al Eurogrupo de obligarle a activar esas medidas. Y entreabrió una
puerta a la esperanza: reiteró una nueva solicitud de prórroga del rescate a
los socios. París capitaneó este domingo un movimiento para retomar las
negociaciones. Varios países —Italia, España y, en general, los potencialmente
afectados por el regreso de la crisis europea— secundan esa iniciativa. Incluso
Washington redobló las presiones para que los socios y Grecia encuentren una
solución de última hora y eviten una nueva sacudida en los mercados, con la
recuperación mundial aún en mantillas ocho años después del inicio de la Gran
Recesión.
No parece
fácil: las fuentes consultadas aseguran que los socios ultiman una nueva oferta
a Atenas con varias concesiones —que la Comisión Europea hizo circular este
domingo—, e incluso con una promesa explícita de reestructuración de deuda. A
cambio, Tsipras debería cambiar el sentido de su campaña en el referéndum, a
favor de la oferta europea. En ese caso, los acreedores podrían estudiar una
extensión del rescate actual, en un apaño a varias bandas que a última hora de
este domingo estaba aún muy lejos de confirmarse.
Frente a
esa posibilidad de encontrar un arreglo que salve los muebles, el daño ya está
hecho. Grecia se adentró este domingo —y de paso metió de lleno al euro— en
aguas desconocidas: se vio obligada a activar un corralito en
medio de la eurozona, con un sistema financiero que tiene fuertes vínculos con
los Balcanes y otros países como Chipre, Rumanía y Bulgaria. Y con un potencial
efecto contagio peligrosísimo sobre el resto del continente.
El jefe
del Eurobanco, Mario Draghi, decidió mantener los fondos de emergencia pese a
las colas del fin de semana, que amenazaban con una corrida bancaria —más colas
y fuga de capitales a toda velocidad— a partir de hoy. Ese gesto activó un
dominó de medidas excepcionales: no sólo no abrirán los bancos y se impondrá el
temidocorralito, sino que tampoco abrirá la Bolsa de Atenas.
Horas
antes de eso, unas declaraciones de Varoufakis a la BBC volvieron a sacar a
mediodía a los ciudadanos a la calle tras un provisional retorno de la calma
después de que la Unión de Bancos de Grecia diera órdenes el sábado de reponer
fondos en los cajeros. La inminencia de un lunes negro multiplicó las colas en
zonas que no habían sucumbido al nerviosismo, como la plaza de Syntagma, el
kilómetro cero de Atenas.
La
confianza de los griegos en sus bancos se esfuma. Y lo que es peor: la
confianza entre Atenas y los acreedores ha desaparecido. Mañana expira el
rescate, y el BCE puede verse obligado a cortarle el grifo definitivamente a
Grecia. Más aún si Atenas no paga al FMI los 1.500 millones que vencen mañana.
A Atenas se le acaba el aire en medio de una atmósfera completamente
enrarecida. Hace solo una semana, la canciller Angela Merkel dejaba entrever
que el acuerdo estaba cerca. El miércoles, el FMI rompió el embrujo al
endurecer la posición de los acreedores. El viernes, Tsipras sorprendió al
mundo con un referéndum sobre la penúltima propuesta europea que le facilita
las cosas en casa, pero abre la puerta a los escenarios más oscuros. Después
los socios rechazaron ampliar el rescate, y el cierre de los bancos deja a
Grecia a un paso de la quiebra y a la eurozona a un suspiro de una crisis
formidable.
Concesiones
“Es un
momento oscuro para Europa”, acertó a decir Varoufakis: lo paradójico es que
ocurre por un puñado de flecos de importancia dudosa a la vista del lío que se
avecina. Bruselas desveló este domingo que los socios estaban dispuestos a
permitir a Grecia un IVA reducido para el sector turístico y a dar otras concesiones,
entre las que se incluye un alivio de la deuda. Tsipras rechazó ese paquete: no
se fía de Europa, como Europa no se fía de Grecia. A falta de un giro
inesperado, vuelve, en definitiva, la crisis del euro. Si es que alguna vez se
fue.
Lagarde sugiere la
posibilidad de reabrir las negociaciones
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine
Lagarde, expresó este domingo su “decepción” por la falta de acuerdo sobre la
crisis griega e insistió en la disposición de este organismo a encontrar una
solución, y sugirió que el Fondo está incluso dispuesto a retomar las
negociaciones. “El FMI está listo para una aproximación entre las autoridades
griegas y los socios europeos”, apuntó.
La dureza del FMI en el tramo
final de las negociaciones precipitó la ruptura entre Grecia y los acreedores,
según las fuentes consultadas, aunque el Fondo coincide con Atenas en que la
reestructuración de la deuda es necesaria. “Los próximos días son
fundamentales”, indicó Lagarde. “El FMI examinará de cerca la situación en
Grecia y en otros países vecinos, y está listo para proporcionar asistencia si
es necesario”.
Vía El País. España
Que pasa Margarita
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