CÉSAR
CERVERA / MADRID
El fracaso militar de Napoleón Bonaparte terminó
con sus aspiraciones de retomar el sueño imperial. Seis días antes de la
derrota, el Congreso de Viena firmó su acta final, donde las naciones vencedoras,
Reino Unido, Austria, Rusia y Prusia, se unieron para sepultar las ideas
revolucionarias extendidas por el francés y para restablecer las fronteras a su
antojo
El 26 de febrero de 1815, Napoleón Bonaparte dejó atrás
su exilio en la isla de Elba (situada al oeste de Italia), donde había sido
recluido tras la derrota en Leipzig, para iniciar un fugaz intento por
recomponer el Imperio francés: los Cien Días. Una vez recuperado su
lugar en Francia, donde el Rey Luis XVIII se vio obligado a
huir por aclamación popular, Napoleón se alzó por segunda vez Emperador y se
dirigió, a la vista de la nueva coalición formada contra él por Austria,
Rusia, Reino Unido y Prusia, en dirección a los Países Bajos. El 12 de
junio se dispuso a tomar Bruselas al frente de un ejército de 124.000 hombres,
pero sus enemigos no estaban dispuestos a rememorar la pesadilla otra vez y
salieron a su encuentro.
Las tropas de los aliados, dirigidas por el Duque de Wellington y
el prusiano Blücher, con un total de 196.000 hombres, se desplegaron para
neutralizar al general galo en los Países Bajos. El prusiano se
dirigió hacia Ligny (en la provincia de Namur), mientras Wellington esperó a Napoleón atrincherado en Mont-Saint-Jean, muy cerca de Waterloo, para
impedir su entrada en Bruselas. Tras dividir sus fuerzas para derrotar primero
a Blücher, en lo que supuso su gran error estratégico, el Emperador francés
ordenó avanzar contra las líneas defensivas preparadas por Wellington y situar
a su artillería en primera línea para desgastar las posiciones enemigas. Para
protegerse de la artillería francesa, Wellington reclamó a sus hombres echarse
cuerpo a tierra, lo que hizo creer a los franceses que se trataba de un
repliegue. Al estimar que se retiraban, 5.000 jinetes franceses comenzaron una
carga contra la infantería inglesa, que, dispuesta en cuadros con tres filas de
bayonetas, rechazaron fácilmente el ataque francés y obligaron
a la caballería a huir en desbandada.
A la
caída de la tarde, la situación francesa comenzaba a ser desesperada. Napoleón
ordenó un ataque entre Hougoumont y La-Haye-Sainte, en el flanco derecho del centro británico. El intento fue vano, fracasando
la última esperanza de Napoleón de romper las líneas aliadas aquel día. La
infantería francesa fue aniquilada, mientras que la Guardia y la
caballería tuvieron que replegarse. Así, la primera consecuencia de la
batalla también es la más obvia: la hegemonía militar de los ejércitos
napoleónicos se había esfumado definitivamente.
El ocaso de Napoleón Bonaparte
Tras la batalla, las tropas aliadas se adentraron en Francia en busca de
Napoleón. El 1 de julio, Von Blücher ocupó Versalles y una
semana después se restauró la corona de Luis XVIII. En un último intento
desesperado, Napoleón trató de huir en barco hacia América, pero fue capturado por los
británicos que hicieron oídos sordos a sus peticiones de asilo. De esta forma,
el otrora dueño de Europa fue desterrado a la remota Isla de Santa
Elena, a cientos de kilómetros de África,donde pasó sus últimos seis años
de vida.
Cautivo de los ingleses y rodeado de un pequeño grupo de seguidores,
Napoleón Bonaparte empezó a sufrir un dolor en el costado derecho
idéntico al que su padre tuvo poco antes de su muerte, posiblemente a causa
de un cáncer de estómago. El dolor, que algunos expertos también han apuntado a
que pudo ser causado por envenenamiento, fue consumiendo poco a poco a
Bonaparte. El 5 de mayo de 1821 a las 17:49 horas falleció Napoleone di
Buonaparte a los 51 años de edad. Según las personas que estuvieron presentes
en su lecho de muerte, sus últimas palabras fueron: «Francia, el
ejército, Josefina».
Aunque Napoleón pidió en su testamento ser enterrado en París, los ingleses no quisieron
alimentar el mito y ordenaron que el cuerpo no saliera de Santa Elena. Hubo que
esperar hasta 1840 para que, a instancias del gobierno de Luis Felipe I, sus
restos fueron repatriados a Francia.
Vía ABC. España
Que pasa Margarita
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