PEDRO
LUIS ECHEVERRÍA
Igualmente,
organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado excesos y
abusos de poder por parte de algunos integrantes de la fuerza armada; se les
acusa de actuar con total impunidad y ventajismo en ilegales acciones de
ajusticiamientos, torturas, desapariciones y de la aplicación de violencia
desmesurada
El “proceso” que asola a este
país, a través del tiempo ha envilecido, corrompido, empobrecido, dividido,
cubanizado y destruido a personas, empresas, a los valores fundamentales de la
sociedad venezolana y a la institucionalidad del Estado.
La presencia activa
peligrosamente parcializada y hegemónica del estamento militar en el proyecto
totalitario del régimen que nos desgobierna, se ha acrecentado y ha involucrado
de forma determinante a esa institución en la responsabilidad de conducir los
destinos de la Nación y, en consecuencia, a compartir plenamente, con el
partido político gubernamental, el balance de todo lo ocurrido en Venezuela
durante los años que llevan en el poder. Por cierto, turbulento y caótico
balance que ha comprometido catastróficamente la libertad y el porvenir del
país y de sus ciudadanos.
Es evidente que detallar
acuciosamente todos los elementos que conforman ese nefasto balance superaría
con creces la extensión de este artículo y por ello nos referiremos solamente a
lo acontecido al interior de la institución militar. Con el advenimiento de la
“revolución” la Fuerza Armada paulatinamente se ha constituido en un partido
político armado, una beligerante fuerza de ocupación que desnaturaliza la
visión y el rol que, según lo establecido por la Constitución, está obligado a
cumplir ese conglomerado de hombres y mujeres que portan el uniforme y las
armas de la República para el sagrado deber de defender y salvaguardar la soberanía
nacional. Desafortunadamente, aquellos integrantes de las FAN que participan
activamente en el desaguisado gubernamental han contribuido a sentar las bases
para que el concepto de respeto y consideración que la ciudadanía otrora le
prodigara a esa Institución se vaya evaporando irremisiblemente. Nuevas
apreciaciones relacionadas con el oscurantismo, negligencia, incompetencia,
mediocridad y corrupción constituyen, hoy por hoy, los parámetros con que
mayoritariamente se juzga la actuación de la organización castrense.
Tales categorías de evaluación no
se fundamentan en habladurías y perversas intenciones, son producto de
elementos de facto reales. En efecto, la historia de los tres lustro y fracción
de desgobierno nos relata una serie de hechos y situaciones reñidos con la
ética y el decoro en los cuales han estado involucrados efectivos
pertenecientes a los distintos componentes de la fuerza armada. Escándalos de
depredación y concupiscencia han estado a la orden del día y han llamado la
atención de los medios de comunicación nacional e internacional.
Efectivos militares han
comparecido y ofrecido sus testimonios, tal vez en busca de reducción de penas
y sanciones, ante Organizaciones internacionales creadas para luchar contra la
delincuencia organizada y el terrorismo; como resultado de sus indagaciones
éstas han colocado en sus listas de malhechores a destacados jefes y personal
subalterno de la FAN a quienes consideran íntimamente relacionados con
estructuras criminales que operan a nivel internacional. Pero lo más grave e
insólito del asunto y que causa profundo estupor es que muchos de ellos
actualmente ejercen relevantes funciones de gobierno en el régimen de Maduro,
sin que se les haya abierto, hasta ahora, ningún tipo de investigación por parte
de las instituciones del país responsables de velar por la transparencia de los
funcionarios al servicio del gobierno.
Igualmente, organizaciones
defensoras de los derechos humanos han denunciado excesos y abusos de poder por
parte de algunos integrantes de la fuerza armada; se les acusa de actuar con
total impunidad y ventajismo en ilegales acciones de ajusticiamientos,
torturas, desapariciones y de la aplicación de violencia desmesurada. Pareciera
que en los tiempos de la “revolución bonita“ la institución que ha sufrido las
peores consecuencias del deterioro moral, el descrédito y el escarnio ha sido
precisamente la fuerza armada nacional.
Se ha puesto en duda la calidad y
la seriedad institucional de sus actividades a pesar que no todos sus
integrantes están involucrados en ese tipo de aberraciones. Se la juzga como un
todo por la influencia que la institución tiene dentro del orden organizativo
del Estado y por lo que, en su momento, significó en la memoria del ciudadano
de a pie. Esta no es la fuerza armada que queremos. Así no se gobierna, se
destruye.
Vía Tal Cual
Que pasa Margarita
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