Editorial El Nacional
El miedo
dentro del oficialismo ha venido aumentando aceleradamente. Se nota en la
manera en que los argumentos para defender al gobierno cada día se tornan más
simples y vulgares, sin peso específico, sin una pizca de inteligencia o un
mínimo esfuerzo creativo. Si bien era de esperarse en la misma medida en que
Nicolás perdiera el empuje inicial y entrara en la rutina de “gobernar”, lo
sorpresivo está en que ha sido desde sus propias filas donde han surgido las
mayores y dolorosas críticas a su errática gestión.
No es de
extrañar que Maduro apele a enemigos invisibles que encabezan guerras fantasmas
para convertirse en víctima, pero le falta la garra y el oficio de su antecesor
para convencer a su propia gente. Hoy está más solo que nunca y hasta los
cubanos empiezan a verlo no como un aliado, sino como estorbo. La apertura que
Cuba busca en la Unión Europea y Estados Unidos se torna frágil y débil en la
misma medida en que Maduro se empeña en seguir siendo un remedo de Chávez sin
darse cuenta de que ese disfraz está pasado de moda.
La caída
ha sido tan sorprendente que en pocos meses el país se le ha ido de las manos y
muchos están haciendo cálculos sobre las ventajas de estar a su lado y terminar
hundiéndose con él. Por lo pronto, Cuba lo tratará hasta que anude bien sus
relaciones con Estados Unidos y se repartan los grandes beneficios de la
explotación petrolera que guarda el Golfo de México. Ya Jamaica le dio el sí a
Obama y se ha convertido en su principal cabeza de puente. Detrás vendrán las
islas pequeñas.
La joya
de la Corona es Cuba, no tanto por su gran potencial petrolero (que no lo
tiene) sino por lo que siempre fue en el pasado, el corazón de los negocios, el
comercio y la banca fuera de las estrictas regulaciones del Tesoro
estadounidense. No olvidemos que la isla es estratégica y militarmente un punto
fundamental para el control del tráfico marino. Pero lo que a Obama y a sus
sucesores les interesa es que cese el foco permanente de agitación política en
la región. Tranquilidad y paz garantizan el monto cada vez mayor de las
inversiones petroleras.
A Brasil
se le ha concedido el puerto de Mariel, actualmente en pleno desarrollo, para
convertirlo en el puerto fundamental de la zona y como alternativa a los
estadounidenses. Todos van a disfrutar del gran banquete menos, por supuesto,
Venezuela con su tambaleante gobierno, la inmensa corrupción y las redes
militarizadas del narcotráfico con las cuales Estados Unidos no quiere trato
alguno.
No queda duda de que en este
ajedrez perverso Venezuela, por los momentos, no cuenta si no da un viraje claro
y definido que busque poner orden en la casa. Por lo pronto, cada día que pasa
nos vamos aislando más. Quiérase o no a Brasil le interesa un cambio de rumbo
en Venezuela, y desde luego ve con malos ojos lo que sucede en Guyana,
envalentonada al advertir nuestra gran debilidad. De Colombia no podemos
esperar nada que no sea un gruñido y Trinidad está golosa por nuestros
yacimientos de gas.
Vía El Nacional
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