Jose Guerra
Cuando se termine de escribir la historia de un endeudamiento absurdo, se tendrá que relatar con precisión de orfebre, lo que ha sucedido en Venezuela especialmente desde 2008, cuando la administración de Hugo Chávez, su ministro de Finanzas, Jorge Giordani y el presidente del BCV, Nelson Merentes, de forma temeraria incrementaron la deuda pública y algún día tendrán que comparecer ante tribunales de honor para que expliquen cómo ha sucedido el milagro de que en el mayor auge de los precios petroleros que ha experimentado el país, simultáneamente la deuda pública está alcanzando proporciones siderales, que va a cuestionar la estabilidad financiera y política, tal vez en el mediano plazo. Emitir deuda es algo tan tentador como peligroso. Los gobiernos usan la deuda para posponer las medidas que corrijan el desajuste que conduce a la colocación de deuda, todo ello para financiar el déficit fiscal.
Sin embargo, en Venezuela está sucediendo algo realmente novedoso con al creación del SITME. Este engendro financiero funciona de la siguiente manera: quienes requieran las divisas que no les otorga CADIVI en vista del racionamiento que aplica este organismo, concurren a sus bancos para que le haga la tramitación ante el BCV. El ente emisor a cambio de los bolívares del cliente le entrega un bono de la deuda pública o de PDVSA denominado en dólares y ese bono es negociado con un descuento en el mercado mundial y el cliente obtiene sus divisas a la tasa de cambio de Bs 5,50 por US$. El asunto crítico del SITME reside en que se alimenta con bonos y sin bonos no hay transacciones. Y esta adicción a los bonos es lo que ha hecho que la República y PDVSA tengan que estar emitiendo deuda en dólares que luego se transa en el BCV para que llegue a los demandantes de divisas. En promedio el SITME negocia diariamente entre US$ 35 millones y US$ 40 millones para tratar de satisfacer algo que no se puede satisfacer: el exceso de demanda de dólares a tasas de cambio bajas como la mencionada. El resultado de ello es que el SITME ha creado, a parte de toda la corrupción que ya está generando para acceder a esos dólares baratos, un mecanismo perverso de endeudamiento en divisas para financiar importaciones baratas o salidas de capital. Las operaciones que realiza el SITME no son otra cosa que una venta de divisas a futuro para acumular la devaluación del bolívar. Así de simple.
Siempre se justificó el endeudamiento de una economía porque con los préstamos en divisas se financiaban proyectos para generar divisas para a futuro cancelar la deuda y construir un sector exportador. La política de endeudamiento que ha seguido el presidente Chávez, Giordani y Merentes es para otra cosa. Se trata de un endeudamiento para financiar el sostenimiento de un régimen político inviable por donde quiera que se le mire y para intentar oxigenar a un muerto: el sistema de tipo de cambio fijo como mecanismo para importar de todo y así procurar contener la inflación. En el camino están construyendo un cementerio de empresas quebradas, aniquilando el acervo de capital de la economía, creando empleos en el exterior y de paso imponiendo un peso muerto sobre las generaciones venideras. La deuda aumenta y la inversión disminuye. La deuda aumenta y las exportaciones no petroleras declinan. Este es el absurdo económico de Venezuela. Entonces presidente Chávez ¿para qué endeuda usted a Venezuela de esta forma tan ilógica? ¿Será por qué usted no estará como presidente cuando esa deuda haya que cancelarla?
En el gráfico que se adjunta se puede ver la trayectoria del endeudamiento y su composición entre externa e interna, sin incluir en esos montos lo adeudado a China que ya remonta los US$ 30.000 millones y la deuda de PDVSA que hace rato paso la cota de los US$ 25.000 millones. El gráfico refleja el festival de deuda que con Venezuela ha montado la administración del presidente Chávez. También resulta explicable, en vista de lo comentado sobre la mecánica del SITME, que las deuda que emite y coloca Venezuela tenga tasas de país en quiebra. Las últimas colocaciones de bonos de PDVSA y la República se han hecho a tasas entre 11,75% y 12,00% con todo y un precio petrolero que supera los US$ 100 por barril, mientras que los bonos de Colombia y el modesto Uruguay tienen tasas cercanas al 6,0%. La deuda se pagará como siempre se ha hecho en Venezuela: cargándola como pasivo sobre el gasto social y los jóvenes que hoy no perciben todavía el sacrificio que están haciendo y el que tendrán que hacer.
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