MARTA COLOMINA | EL UNIVERSAL
domingo 23 de octubre de 2011 12:00 AM
Los integrantes de Conatel -organismo perseguidor de los cada vez más escasos medios críticos de comunicación- adelantaron el anuncio de la monstruosa multa a Globovisión para que el rechazo nacional e internacional a tan aberrante medida colocase en segundo plano las urticantes declaraciones de quien fuera médico de Chávez desde su llegada al poder. El Dr. Salvador Navarrete confiesa que su paciente fue tratado de un trastorno bipolar, enfermedad psiquiátrica que transporta a quien la padece de la alegría más desbordada a la depresión más terrible. El declarante desveló también la naturaleza del cáncer que afecta a Chávez y que se convirtió en un secreto de Estado: "miosarcoma, un tumor de la pelvis muy agresivo y cuya expectativa de vida puede ser de hasta dos años (... ). Soy el cirujano de la familia (Chávez) y me reuní con otro de sus médicos. Ambos coincidimos plenamente en este diagnóstico". La revelación puso a temblar a Miraflores. De inmediato el médico fue "visitado" por el Sebin. El Dr. Navarrete ya estaría fuera del país.
Ante golpe tan lesivo para el idílico escenario montado alrededor de la enfermedad presidencial ("no tengo ni una célula cancerígena en mi cuerpo") los poderes oficiales actuaron vertiginosamente. La presidenta del TSJ -dos veces suspendida del Poder Judicial y hoy dueña de la "justicia" gracias a la selección que el enfermo ha instituido para garantizarse la sujeción perruna de los poderes públicos- convocó a la prensa, no para mostrar preocupación por el destino del país con un presidente que padecería una enfermedad maníaco-depresiva (razón que exigiría una junta de médicos imparciales que evaluasen si está apto para seguir en el poder), sino para anunciar que la sentencia de la CIDH a favor de Leopoldo López era "inejecutable" y aunque LL podía ser candidato, de resultar elegido presidente, no podría ejercer el cargo. ¡Ni Hitler se hubiera atrevido a tanto!
De seguidas aparece la comparsa rabiosamente chavista de Conatel anunciando una impagable multa de 9.300 millones de BsF contra Globovisión, por considerar que su impecable cobertura de la crisis de la cárcel de El Rodeo constituía "apología del delito, incitaba al desconocimiento del ordenamiento jurídico, al odio, a la intolerancia política, a la zozobra ciudadana y la alteración del orden público". Lista de horrores extraída, no de la muy profesional labor informativa de Globovisión durante su transmisión de los dantescos hechos de El Rodeo sobre los cuales el ministro del Interior se negó a informar a los medios privados, sino del discurso ofensivo, vulgar, destructivo y violento, emitido en horario infantil por el enfermo, ante quien Conatel se arrodilla, sin olvidar la repugnante escatología nocturna de VTV. El director de Conatel pretende legitimar su venganza política contra Globovisión repitiendo cínicamente que "la multa había sido aprobada por unanimidad" de la Comisión, descaro que intenta encubrir que todos sus miembros son militantes del chavismo, varios de los cuales tienen en su haber un récord de fracasos profesionales que desembocaron en la vergonzante función de censores de periodistas y medios críticos en un gobierno totalitario.
Globovisión es hoy el medio que con coraje y un admirable periodismo de investigación al servicio de la verdad y del derecho ciudadano a la información, se ha convertido en un freno que imposibilita la conquista de la hegemonía comunicacional con la cual el régimen pretende impedir la presencia de cualquier voz disidente en la radio y TV del país. La multa impagable que procura el cierre de Globovisión, persigue también la autocensura y el control gubernamental, directo o indirecto, del espectro audiovisual en su conjunto. La misma semana del acoso a la televisora, Conatel filtró la información de que numerosas emisoras de radio iban a ser cerradas por tener sus concesiones vencidas (permisos que Conatel se ha negado a renovar) y que, de "portarse bien", tales estaciones podrían sobrevivir. La lista de emisoras con amenaza de cierre no son solo las que difunden informaciones y opiniones políticas que no son del gusto oficial, sino aquellas que transmiten asépticamente música, pero en las que se incluyen, junto a la publicidad comercial, cuñas de los precandidatos y gobernadores de oposición.
El Gobierno se propone llegar al 2012 con las emisoras de radio y TV castradas políticamente por el miedo y la autocensura, o cerradas a través de las perversiones de Conatel. Por eso agradeceremos a Globovisión su valiente lucha por nuestra libertad dando nuestro aporte masivo para pagar esa deuda, tan pronto como los abogados del canal eludan las abyectas trabas de este Gobierno enfermo y forajido.
Ante golpe tan lesivo para el idílico escenario montado alrededor de la enfermedad presidencial ("no tengo ni una célula cancerígena en mi cuerpo") los poderes oficiales actuaron vertiginosamente. La presidenta del TSJ -dos veces suspendida del Poder Judicial y hoy dueña de la "justicia" gracias a la selección que el enfermo ha instituido para garantizarse la sujeción perruna de los poderes públicos- convocó a la prensa, no para mostrar preocupación por el destino del país con un presidente que padecería una enfermedad maníaco-depresiva (razón que exigiría una junta de médicos imparciales que evaluasen si está apto para seguir en el poder), sino para anunciar que la sentencia de la CIDH a favor de Leopoldo López era "inejecutable" y aunque LL podía ser candidato, de resultar elegido presidente, no podría ejercer el cargo. ¡Ni Hitler se hubiera atrevido a tanto!
De seguidas aparece la comparsa rabiosamente chavista de Conatel anunciando una impagable multa de 9.300 millones de BsF contra Globovisión, por considerar que su impecable cobertura de la crisis de la cárcel de El Rodeo constituía "apología del delito, incitaba al desconocimiento del ordenamiento jurídico, al odio, a la intolerancia política, a la zozobra ciudadana y la alteración del orden público". Lista de horrores extraída, no de la muy profesional labor informativa de Globovisión durante su transmisión de los dantescos hechos de El Rodeo sobre los cuales el ministro del Interior se negó a informar a los medios privados, sino del discurso ofensivo, vulgar, destructivo y violento, emitido en horario infantil por el enfermo, ante quien Conatel se arrodilla, sin olvidar la repugnante escatología nocturna de VTV. El director de Conatel pretende legitimar su venganza política contra Globovisión repitiendo cínicamente que "la multa había sido aprobada por unanimidad" de la Comisión, descaro que intenta encubrir que todos sus miembros son militantes del chavismo, varios de los cuales tienen en su haber un récord de fracasos profesionales que desembocaron en la vergonzante función de censores de periodistas y medios críticos en un gobierno totalitario.
Globovisión es hoy el medio que con coraje y un admirable periodismo de investigación al servicio de la verdad y del derecho ciudadano a la información, se ha convertido en un freno que imposibilita la conquista de la hegemonía comunicacional con la cual el régimen pretende impedir la presencia de cualquier voz disidente en la radio y TV del país. La multa impagable que procura el cierre de Globovisión, persigue también la autocensura y el control gubernamental, directo o indirecto, del espectro audiovisual en su conjunto. La misma semana del acoso a la televisora, Conatel filtró la información de que numerosas emisoras de radio iban a ser cerradas por tener sus concesiones vencidas (permisos que Conatel se ha negado a renovar) y que, de "portarse bien", tales estaciones podrían sobrevivir. La lista de emisoras con amenaza de cierre no son solo las que difunden informaciones y opiniones políticas que no son del gusto oficial, sino aquellas que transmiten asépticamente música, pero en las que se incluyen, junto a la publicidad comercial, cuñas de los precandidatos y gobernadores de oposición.
El Gobierno se propone llegar al 2012 con las emisoras de radio y TV castradas políticamente por el miedo y la autocensura, o cerradas a través de las perversiones de Conatel. Por eso agradeceremos a Globovisión su valiente lucha por nuestra libertad dando nuestro aporte masivo para pagar esa deuda, tan pronto como los abogados del canal eludan las abyectas trabas de este Gobierno enfermo y forajido.
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