RUBÉN
OSORIO CANALES
Si Robert
Ripley hubiese vivido en Venezuela, habría tenido material suficiente para
llenarnos de historias, poco o nada creíbles, ocurridas aquí en la patria de
Bolívar. Cosas y hechos sucedidos en todos los ámbitos imaginables, pero solo
me voy a ocupar muy a vuelo de pájaro de lo político.
Me
pregunto de qué manera habría enfocado el viejo Ripley la existencia de
una oposición que no hace oposición, porque se puede molestar el régimen, o el
rechazo de una oposición a un acto de protesta en la calle convocada por una
agrupación política también opositora porque no fue consultada, qué habría
dicho ese indagador del absurdo y la curiosidad de una oposición que desactiva
la calle como escenario, que prefiere sesionar en privado y en voz
preferentemente baja, casi en susurro, que deja de un lado la discusión
participativa porque podrían aparecer propuestas que harían cambiar estrategias
y actores, qué habría dicho de un “liderazgo” que rechaza el ascenso de líderes
nuevos porque si estos suben a la tarima ellos tendrían que bajarse de ellas.
Qué habría podido decir de una oposición que ante el atropello y la privación
de libertad, sin una sola prueba, de líderes fundamentales que fueron
emboscados, no pasan de hacer tímidos reclamos de sus respectivas libertades y
en algunos casos ruegan en voz muy baja y casi imperceptible porque los dejen
un tiempo más, porque les pueden aguar la fiesta.
Aquel
primer comunicado de la MUD rechazando la marcha convocada por López fue un
error político, que recibió el rechazo abrumador de todo el sentimiento
opositor, lo cual obligó a una rectificación que tan no logró superar el
efecto de rechazo de la postura inicial que el domingo las calles y plazas de
Venezuela fueron llenadas por la gente, lo cual por una parte demostró que el
prisionero tiene poder de convocatoria y por la otra que la gente con ese gesto
le sacó tarjeta amarilla a la MUD. Pienso en todo caso que esa asociación de
partidos debería reflexionar sobre esos hechos. Recuerdo que al operarse el
cambio en su directiva, la MUD ofreció lanzarse a la calle, pero eso no ha
sucedido. Para muchos, comenzando por este cronista, el comunicado fue un
hecho mezquino promovido por algunos que hablan de cambio, pero que no quieren
un cambio, un grupo que mantiene la visión gatopardiana de que las cosas
cambien pero para que todo siga igual. Acción propia de caudillos sin
tropas que todavía presumen tenerlas que fue apabullantemente derrotada
cuando el pueblo le dio el respaldo a quien reconocen como un gran líder por la
conducta ejemplar que está dando desde los cuatro barrotes con los que
pretenden incomunicarlo o, para igualar el lenguaje oficial, mantenerlo
aislado. Lo cierto es que Leopoldo López, gústele a quien le guste y disgústele
a quien quiera, es ya un símbolo de libertad en un país donde la sola palabra
es pecado.
Aunque
usted no lo crea, y menos aun los protagonistas de esta ópera, en el mundo
ya nadie está dispuesto a calarse el porque me da la gana de nadie, así se
llame MUD o PSUV, así lo digan a grito pelao’ quienes muestran continuamente
las más feroces expresiones del autoritarismo. Mucho se ha escrito sobre
líderes y liderazgo y deberíamos haber aprendido que lo primero a considerar en
un líder es la definición de su identidad asentada sobre realidades contundentes,
que nunca debe ser falseada bajo ninguna circunstancia, y eso es precisamente
lo que trasmite Leopoldo López, autenticidad, coraje, lenguaje que llama a las
cosas por su nombre, voluntad y visión de cambio sobre bases reales. A eso por
supuesto sus enemigos dentro y fuera del gobierno lo llaman soberbia. Me
pregunto si algunos miembros de la MUD habrían podido participar con esos
criterios tan conservadores en resistencias dirigidas por Mandela, Gandhi,
Walesa, Havel, desde luego que no. En un país donde la tribuna política se
trasladó de lleno a los estudios de televisión, sorprende que un líder preso
sea capaz de convocar a una acción política y sea correspondido
mayoritariamente. Sorprende también el fulgurante ascenso de Voluntad Popular,
hecho muy relevante a la hora de analizar la realidad política nacional. Ese
partido fundado por López ante la incompatibilidad de su manera de hacer
política con las formas tradicionales instaladas en la estructura de los
llamados partidos emergentes, por escarbar en el centro mismo de las
comunidades y sus problemas, ha ido creciendo como crecen de verdad los grandes
partidos, desde las bases sociales más afectadas, tal como lo hizo en su tiempo
AD.
Dicen los
teóricos de la materia que un líder político requiere, entre otros requisitos,
una identidad nítida basada en valores e ideas, un gran dominio de la
comunicación oral, un lenguaje adaptable a cualquier medio o escenario, un
proyecto político y por supuesto un elemento que no se compra en la botica que
solemos llamar carisma y para infortunio de sus detractores, López los tiene
todos.
Aclaro que no pertenezco a VP,
que no conozco al señor López, y que NO tengo nada contra la MUD, pero
considero que o esta organización se pone a la altura de las exigencias de la
crisis política o sentirá lo que es el abandono de una sociedad que no admite
la inacción.
.Vía El Nacional
Que pasa Margarita
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