Fue el famoso juez estadounidense Potter Stewart, el dueño de una frase
memorable que es quizás la que nos puede ayudar a entender el desprecio de
muchos venezolanos por “la conducta” de los medios de comunicación: “La censura
refleja una falta de confianza de la sociedad en sí misma y es el sello
distintivo de los regímenes autoritarios” (sic). El problema por consiguiente,
no son los “medios de comunicación”, el problema reside en los hogares, en la
familia como base de la sociedad y en la educación del receptor de la
información. El problema no está en una película violenta, ni en una
telenovela, ni en una noticia, sino en quien es capaz o no de discernir
lógicamente sobre la película, la telenovela o la noticia. Es, pues, un
problema básico de ignorancia, la televisión no emboba a la gente, es la
educación la que debe desembobarla.
Aquí es donde precisamente radica “el problema” de los medios de
comunicación venezolanos, porque la arremetida de censura contra los editores
de los principales medios independientes, no es otra cosa que un reflejo de
nuestra decadencia como sociedad. ¿Creo yo que el segundo hombre más importante
de la revolución es el jefe del cartel de narcotráfico, como lo señaló un
comandante asignado a la custodia cercana del líder de la revolución? Mi
respuesta es no, no creo que Raúl Castro fue el “líder del Cartel de La Habana”
como lo señaló su custodio. Pero las preguntas que se hicieron en el pasado y
ameritaron una respuesta convincente fueron: ¿estaba Raúl Castro implicado por
necesidades financieras de la isla como sostenían los narcotraficantes? ¿Era,
como sostienen algunos especialistas, una forma de financiar a las Fuerzas
Revolucionarias de Colombia y Nicaragua, en la medida en que Rusia comenzaba a
colapsar?, ¿le dieron la orden a estos generales de hacerse la vista gorda para
que los grupos insurgentes pudieran financiar su guerra y luego todo se
descompuso? ¿O se trató simplemente de un “cartel de generales” “aliados del
narcotráfico” como terminó explicando el mismísimo Fidel Castro?
Por eso es que se necesitan medios de comunicación libres y plurales
aunque a algunos no nos guste lo que digan, porque de la noticia también emerge
algo muy difícil de creer, como, por ejemplo, que el poderoso sistema de
inteligencia cubano no se hubiera percatado jamás de los manejos de su
generalato o que el sistema de vigilancia electrónica y radares instalado y
operado por la inteligencia no se hubiera dado cuenta de los cientos de vuelos
del narcotráfico que aterrizaban semanalmente, pero sí eran capaces de derribar
a los aviones de “Hermanos al Rescate”.
Pero si en vez de discernir y entender de dónde proviene la noticia,
quién y qué credibilidad tiene la fuente, hasta qué punto esa fuente está
actuando o no en su propio beneficio, dónde surge la noticia y acreditarle el
valor noticioso respectivo, decido que la noticia no me gusta y culpo al medio
de comunicación o me creo a pies juntillas que Raúl Castro era el jefe del
cartel de La Habana, pues tendría el mismo problema que tiene el lector incapaz
de discernir, en su soberbia ignorancia, sobre la libertad de prensa y saldría
ese pequeño chavista que muchos tienen que controlar para que la ignorancia no
sea la gran ganadora. Porque a fin de cuentas “la censura refleja una falta de
confianza” no únicamente en nosotros como sociedad, sino en nosotros como
individuos.
Por eso lo más perverso es el silencio masivo del gremio periodístico,
incluidos los chavistas, porque lo que está en peligro aquí es la libertad de
prensa y sobre todo la libertad de los periodistas en el futuro, porque esas
personas, exfuncionarios y funcionarios en ejercicio son “fuentes
periodísticas” que tienen constitucionalmente “derecho de expresar libremente
sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz” y “de hacer uso para ello
de cualquier medio de comunicación y difusión”, sin que pueda establecerse
censura” (artículo 58) lo que hace que un medio, entre otras cosas, esté
imposibilitado para censurarlo. Ahora bien, en todos los casos y sin excepción,
tanto el del los diputados Borges y Machado inculpados por funcionarios
chavistas de liderar el narcotráfico o funcionar como carteles de la droga,
como el del gobernador Capriles, quien no solo fue inculpado de ser líder de un
cartel de drogas, sino de prostitución de menores, las fuentes son funcionarios
políticos y militares del chavismo, por lo que podría serle, en un futuro,
también aplicada la real malicia a Noticias 24, al diario 2001, los
directores de prensa del PSUV o Globovisión y también el otro medio que se dice
imparcial, que es donde emergieron esas noticias.
¿Tienen los diputados
Borges y Machado o el gobernador Capriles derecho de acudir a los tribunales
para que se les respete y garantice su honorabilidad? Sin duda alguna. ¿Tienen
derecho de ordenar el enjuiciamiento de los directivos de Globovisión o Noticias
24 etc.? De ninguna manera, porque en estos casos la misma Constitución deja
claro que: “Quien haga uso de este derecho –en este caso de expresar libremente
sus opiniones haciendo uso para ello de cualquier medio de comunicación y
difusión– asume plena responsabilidad por todo lo expresado”. Culpar a los
medios de comunicación del drama de familia y educación que vivimos es, por
mucho, la mayor demostración de nuestro verdadero drama y del tercermundismo
que impera en la cabeza de una buena parte de la población, donde manda, sin
lugar a dudas, ese chavecito que algunos llevan por dentro y que solo la
educación mantiene a raya.
Vía
El Nacional
Que pasa Margarita
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