ILDEMARO
TORRES
La actual
“reconstrucción interior” de cada venezolano, en términos de coherencia es
parte de la reconstrucción general del país, en la cual necesariamente todos
habremos de participar. Pero ello solo será posible al terminar esta pesadilla,
pues más que una “curación” se requiere de una recomposición de las
circunstancias, con una justicia que funcione y una moral para aplicarla.
Un país
como el nuestro, que ha sabido de cancilleres y embajadores cultos y dignos, se
ve hoy enfrentado a las bochornosas situaciones que protagonizamos en el plano
internacional, con el propio presidente dándoselas de gracioso e ingenioso (?)
a la cabeza de su banda; descrédito de nuestra proyección al mundo en el
quehacer diplomático, con el asalto por ineptos y en muchos casos ignorantes,
de los cargos fundamentales del servicio exterior.
De hecho
la percepción de todo en negro puede demostrar falta de objetividad y un pecado
de maniqueísmo, tan inconsistente como esas posiciones sectarias de todo color
y aroma de rosas; pero es algo más serio que enfrentar pesimismo y
optimismo, pues de lo que se trata es de señalar lo que anda mal en función de
corregirlo, de satisfacer las carencias o compensarlas. Genuina preocupación
que convoca a ser atendida.
El
desencanto no es casual. Hay valores como la pulcritud administrativa, áreas
como la seguridad, y derechos ciudadanos como la educación y la salud, acerca
de los cuales quisiéramos tener evidencias de corrección y logros eficientes,
para exaltarlos con satisfacción cual preciados alcances; pero sucede, para
citar un ejemplo, que el saqueo del Tesoro Nacional es fechoría consuetudinaria,
casi institucionalizada.
Las
nefastas situaciones que estamos padeciendo son determinantes de nuestro
deterioro social y cultural, que incluye el envilecimiento de nuestras
relaciones interpersonales y un aterrador empobrecimiento de la lengua que es
vehículo fundamental en el sano cultivo de esas relaciones. El poeta fue lo
bastante sensible y galante al decirle a la amada, en respuesta a su pregunta
acerca de qué es la poesía: “¡Poesía eres tú!”; mientras que de haber sido la
pregunta: “¿Qué es barbarie?” y haberla formulado el comandante hoy celestial o
uno de sus melosos herederos, la respuesta habría implicado un acertado cambio
de sustantivo. Siendo gobierno, lanzar (como él lo hacía) contra una multitud
estudiantil inerme y en una marcha pacífica, cuerpos armados superequipados y
en actitud de quien va a batirse en guerra con un enemigo brutal, siempre será
un acto cobarde y de máxima barbarie.
Como
execrable es hacer de escolares, “pioneros” abusivamente adoctrinados; de
adolescentes, sumisos seguidores del régimen a punta de demagogia populista y
fraudulentos programas docentes que fabrican bachilleres en serie y a corto
plazo; y a nivel universitario una gente estimulada por el facilismo e inducida
al asalto de las instituciones con bombas lacrimógenas suministradas por la
Guardia Nacional. Se suma el tener bárbaros al frente de áreas fundamentales,
con la arrogancia de creerse aptos para el ejercicio de tales cargos y
pretender lucir como si lo fueran.
Es asimismo grave signo de
barbarie oficial el despilfarro de los bienes del pueblo en sobornos y compra
de supuestas lealtades; y lo es que mientras la mayoría de las naciones se
preocupa por su desarrollo y el cultivo de la paz, este combo cuartelero gaste
considerables recursos en la compra de armas, e irresponsablemente adopte ante
otros países una conducta desafiante y belicosa. Entre tanto, da para
reiterarles la respuesta de: “¡Barbarie eres tú!”; y apreciar que en buena hora
la gente está demostrando que “no tener miedo” no es una consigna, sino una
actitud.
Vía
El Nacional
Qué pasa Margarita
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