Editorial de El Nacional
Los testimonios gráficos de las concentraciones realizados a lo largo y
ancho del país son elocuentes; en los Andes y en Oriente; en Zulia y Guayana;
en los Llanos y en Margarita; por toda la nación, la gente hizo sentir su
solidaridad con los compatriotas injustamente encarcelados, por una parte,
y su deseo de participar con urgencia en un proceso de cambio que ponga
fin a las actuaciones de una legislatura condicionada por la voluntad absoluta
del cogollo rojo, por la otra. Pero, más allá del natural optimismo que se
desprende de lo acaecido, se impone una reflexión acerca del modo de negociar
consensos entre las fuerzas adversas al oficialismo.
En los partidos reunidos en torno a la Mesa de la Unidad Democrática hay
dirigentes que aún se aferran a una manera de hacer política que ya no funciona
porque el mundo, y con él Venezuela, ha cambiado, de manera que los atavismos
leninistas (y estalinistas) que se perciben en esas burocracias inspiradas en
el centralismo democrático impiden agilizar convocatorias y acuerdos como
requiere la dinámica de una realidad signada por la emergencia. Responder,
pronta y certeramente, a los reclamos de la sociedad implica flexibilidad por
parte de los órganos decisorios de los partidos; no puede, de manera alguna,
esperarse que la gente se amolde a sus acartonados métodos. Deben romper
con los arcaísmos que abrieron el camino a la antipolítca y apostar por la
creatividad, si lo que se quieren es dar un salto hacia adelante.
No llegó a mayores,
afortunadamente, la desavenencia entre la convocatoria de Leopoldo y el
distanciamiento de la MUD – donde, como ya se dijo en este espacio, privaron
más las sinrazones que la sensatez– pero ello no invalida la digresión
porque, así como Clemenceau creía que la guerra es un asunto demasiado serio
para dejarlo en manos de los militares, la gente común y corriente puede
concluir que la política es una cuestión tan compleja que no puede ser confiada
a los políticos, conclusión a la que ya una vez llegó y, por eso, amigo lector,
estamos como estamos. De lo ocurrido el sábado queda una lección: el triunfo
unitario en las parlamentarias pasa por la concordia entre los líderes más
conspicuos de la oposición: Capriles y López.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
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