Fernando Rodríquez analiza en su editorial de hoy, publicado en Tal Cual, el conflicto en Libia y las declaraciones de funcionarios venezolanos al respecto.
Esto es lo que escribe Fernando Rodríquez en Tal Cual:
Hay regímenes llamados forajidos, con buenas o malas razones, valga decir que son considerados por la comunidad internacional como delincuentes: déspotas, violadores sistemáticos de los derechos humanos, cómplices del terrorismo, del narcotráfico, pecadores de lesa humanidad, refugios de indeseables y otras villanías.
La comunidad civilizada de naciones, que no toda es monedita de oro, suele repudiarlos y despreciarlos, y también algunos de sus miembros les cobran peaje para hacerse los desentendidos.
En cualquier caso, no es muy deseable andar en esos bajos fondos del planeta con la cara descubierta, so pena de exponerse a golpizas, reprimendas, escarnios y, últimamente, a juicios internacionales nada simbólicos. Nuestro Proceso, lamentablemente, se ha encontrado desde hace ya tiempo en los bordes de esa poca atractiva barriada. No dudamos que una serie de malvados intereses, que se podrían resumir, cuándo no, en la palabra Imperio, tienen su parte en ese temible dedo acusador, cada vez más insistente. Pero también es verdad que el gobierno ha hecho lo suyo con empeño.
Por ejemplo, la flagrante, vociferante, afición del Caudillo a hermanarse con los tiranos de toda laya y en cualquier parte del globo, del pasado y el presente. O sus reiteradas apariciones en computadoras poco honorables.
O en tribunales españoles antiterroristas.
O maletineando en procesos electorales ajenos. O con cercanías escalofriantes con algún narco poderosísimo. O rehuyendo las instancias internaciones abocadas a los derechos humanos. Para no hablar de los atropellos locales contra la Constitución y todo el que se le oponga, lo cual suena muy feo en ciertos círculos (“burgueses”). Por ejemplo, pocos nos invitan a sus farras y nadie nos da crédito, salvo que le vendamos el cielo, el suelo y el subsuelo. Cual boomerang australiano, todas esas transgresiones vivarachas y echadas pa ´lante como que se nos vienen encima las más de las veces, tarde o temprano. Los tiranos caen o flaquean (hasta chinos y cubanos). Las computadoras cantan operas completas.
Los maletines se abren impúdicamente.
Los jueces españoles no le paran a los Moratinos. Makled es un bocón. Los candidatos amigos se deslindan de Chávez para sacar votos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ladilla sin cesar y así sucesivamente. Total que andamos bastante solos, insultados y dándole que comer a CNN.
Pero nada como la hecatombe de Gadafi. El Bolívar de Libia, según Chacu. Con el gran cordón bolivariano en el pecho y la espada caminadora al cinto. El que nos dejó la carpa y honra y condecora al hermano local.
Echado al fuego eterno por su propio pueblo y acosado por el mundo entero en un linchamiento político unánime pocas veces visto. ¿Qué hacemos Maduro? Pasar agachados, silbando, cuando más tirar una de esas vainitas de que sí pero no. Culpar a Obama, a Bin Laden, a la cuarta república, al cambio climático, a Uribe. Y nos están tratando de almas gemelas. Y el 2012. ¿Qué dice el embajador? Que todo está muy tranquilo por esos lados, que es una olla mediática, que lo que quieren es el petróleo, que no le llegó la Harina Pan por la valija.
“¡Viva Libia independiente¡”. ¿De quién, se pregunta uno?
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