Sunday, February 27, 2011

Tiempo de palabra

En: http://opinion.eluniversal.com/2011/02/27/tiempo-de-palabra.shtml

Ante el ambiente internacional la debilidad política interna se potencia"
CARLOS BLANCO |  EL UNIVERSAL
domingo 27 de febrero de 2011  12:00 AM
De las victorias

La huelga de hambre estudiantil y su desenlace constituyen una importante victoria política de los jóvenes rebeldes, en la cual el Gobierno también se manejó con destreza.

Los estudiantes mostraron que una forma diferente de hacer política es siempre posible cuando hay objetivos claros, decisión, y una dirección que sepa avanzar, capitalizar lo logrado y, si es necesario, retroceder. Un elemento central de la construcción de un liderazgo se puso de manifiesto al acompañar la palabra con la acción y al asumir riesgos en procura del objetivo. El desprendimiento de la acción juvenil, al mostrarse virtuosa en la lucha por el prójimo, concitó una ola de admiración y entusiasmo que logró sumar a decenas de estudiantes en todo el país y amenazaba convertirse en un tsunami.

La acción estudiantil se realizó sin apoyo orgánico de los partidos políticos; mostró que una política clara puede agrupar los respaldos necesarios y que la unidad es un resultado de políticas claras y no su premisa. Han logrado que la OEA discuta la situación de los derechos humanos en Venezuela, el reconocimiento de la existencia de presos políticos y la liberación de varios de ellos, así como la aceleración de procedimientos judiciales que el Gobierno ha demorado dado el control férreo que ejerce sobre tribunales, TSJ, Fiscalía y todo lo que se mueva en el ámbito judicial.

Se demostró que la acción directa, sin pedir permiso en las alcabalas de la política convencional, a través de procesos en los que la vanguardia representa el espíritu de combate de un sector importante de la sociedad -en este caso del estudiantado- puede dar resultados. Los jóvenes de JAVU son, en esta perspectiva, un fenómeno significativo. Obligaron al Gobierno a retroceder. Debe hacerse especial reconocimiento al apoyo de los abogados Alfredo Romero, Tamara Sujú, Mónica Fernández y Gonzalo Himiob quienes han hecho de la defensa de los derechos humanos una lucha cotidiana, bien concebida y de gran reciedumbre.



El gobierno negocia. El Gobierno procedió a negociar por varias razones. Sabe que el país es un sistema cuyas válvulas se encuentran obturadas en varias de sus redes; la presión aumenta y los aliviaderos están trabados. Si se observa la situación de los trabajadores de Guayana, de los petroleros, de los del transporte, de las enfermeras y de los maestros, se puede concluir en que el descontento social se ha vuelto múltiple y, muchas veces, inmanejable. Por su parte, en las universidades se incuba una rebelión producto del asedio a que las somete el régimen. Si se levanta la mirada, los refugios, convertidos en ergástulas para los necesitados, cocinan el descontento sin retorno.

Pero los dramas oficiales no los puede saciar el petróleo -al margen del precio- porque la producción va palo abajo y el despilfarro es de proporciones monumentales. Si esto no fuese suficiente, el alineamiento con dictadores, reconocidos sátrapas y ladrones internacionales, como el "hermano" Gadafi y otros homicidas de renombre, han colocado al Gobierno en posición en extremo difícil. Lo que explica la afonía que por varios días mantuvo el locuaz. Chávez es percibido por la comunidad internacional como partícipe o amigo de la pandilla de líderes forajidos que en el Medio Oriente conocen el rigor de la multitud enfurecida.

Con este ambiente internacional la debilidad política interna se potencia y obliga a Chávez a negociar con las protestas que emergen desde la sociedad civil, de los trabajadores, de los estudiantes, de los refugiados, y de sus propios partidarios coléricos.

Se añade otro factor a esta debilidad. Se trata de la proximidad de 2012. Existe una convicción creciente en los cuadros del oficialismo de la alta probabilidad de la salida de Chávez de la Presidencia dentro de unos meses. Muchos funcionarios, civiles y militares, no quieren estar en posiciones de mando el día cuando deban entregar los puestos porque ellos cargarán con la responsabilidad de presentar cuentas; no sólo las propias sino de las sus predecesores en los respectivos cargos. Para los civiles es más fácil escabullirse y ponerse remolones, pero para los militares que son ascendidos negarse es más difícil, por eso prefieren agregadurías en el exterior. Esta situación de salvamento preventivo reduce las maniobras del régimen; hay muchos que no quieren estar en la foto el día del adiós.

El impacto de la intervención breve y contundente de María Corina Machado en la AN fue, aparte de resumir en minutos los desastres económicos oficiales, el haber recordado los días que le restan al Gobierno de acuerdo al cronograma constitucional y, muy especialmente, por la lapidaria frase que le dijo al Presidente del cuerpo cuando apremiaba a poner fin a la intervención: "es a ustedes a quienes se les acaba el tiempo".



Negociar. En esta situación el Gobierno ha decidido negociar. Posiblemente no sea sólo retroceder sino también cambiar de estrategia. Retrocede para deslindarse de los procedimientos represivos policiales, militares y judiciales, que lo han caracterizado; aunque después de un respiro siga por la misma senda. Sin embargo, podría estarse en presencia de un cambio de estrategia a la que hay que poner atención.

El Gobierno tiene debilidades estructurales que no puede resolver. No puede atajar la situación económica; no tiene manera de bajar la inflación o incrementar los ingresos fiscales a voluntad, la producción petrolera desciende y el recurso a las importaciones no puede ser mantenido. La válvula del endeudamiento se atasca. Tampoco puede interceptar la protesta social y los cantos revolucionarios han demostrado ineptitud para apaciguar hambres viejas y nuevas. La represión mediante el uso de la fuerza pública y del aparato judicial abyecto que controla puede desatar olas titánicas, de esas que no se sabe cuándo emergen pero alcanzan alturas suficientes para el naufragio. Ante este panorama ha retrocedido, puede que sea por un momento o puede que sea por un tiempo mayor, hasta la inflamación de la campaña electoral. Por eso escenifica el falso diálogo de la Asamblea, para dar una impresión de amplitud democrática mientras al "hermano" Gadafi se le pone el mundo chiquitico y al hermano venezolano, por otras vías, también. Al lado de la farsa, también hubo una real negociación con los estudiantes en huelga en la que, como en toda negociación, nadie cedió todo y nadie ganó todo. Los jóvenes rebeldes pueden reclamar éxitos al obtener parcialmente sus demandas y el Gobierno puede anotarse un tanto al haber resuelto un problema de rebelión civil constitucional por la vía del diálogo, esta vez real, conducido con destreza por el Ministro del Interior. Visitar a los huelguistas fue un gesto audaz en vez de mandarle el gas "del bueno" del que es tan entusiasta su jefe.

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