SANTIAGO QUINTERO | EL UNIVERSAL
lunes 28 de febrero de 2011 05:45 PM
Venezuela es un país de jóvenes libertadores. Esos libertadores tienen hambre. Pero mayor es su hambre de libertad. Su liderazgo es mucho mayor que el del Presidente que viola a la Constitución diariamente y el del séquito de compatriotas que le perdieron el respeto a la Patria donde viven. Compatriotas que ya no sirven a Venezuela, quizás porque nunca llegaron a amarla como los jóvenes Libertadores que no van a levantar su protesta por la libertad, porque su convicción digna y ejemplarizante es muy superior a la descalificación y a la inmoralidad que enfrentan. Y mientras más tozudo es el régimen por mantener sus presos políticos, más fuerza le darán a la huelga para que se expanda. Nadie al parecer le ha dicho al Gobierno que un incendio con gasolina ardiente no se apaga con agua, todo lo contrario, la extiende más, quemándolo todo. En la administración parece que faltan los bomberos y hay gente afecta que arremete contra ellos. Como también agraden a los muchachos tirándole piedras para ver si los acobardan. Pero los espíritus cavernícolas que los agreden, son muy débiles. Les falta la fortaleza espiritual que abunda en los muchachos y que solo poseen los amantes de la libertad. Y los muchachos saben y tienen la convicción de que van a ganar. Y en los cuarteles crece la convicción de que van a perder. Nada puede un fusil contra un huelguista que no quiera comer, porque el huelguista perdió su miedo a morir y el fusil vive del terror de arrebatar la vida.
No hay forma de quebrarlos. No es dinero lo que piden. No tienen precio para tranzarse. Es libertad para los presos de conciencia. El liderazgo superior es el único que puede entender, que la prisión de la conciencia es la prisión de la libertad. Pero esto no lo entienden los que solo pueden ver al mundo en rojo porque son daltónicos, y no ven de tanto adoctrinamiento, la luz de la libertad. La revolución comunista es el semáforo rojo que frena el desarrollo: es la involución. La libertad es el semáforo en verde que lo hace avanzar: es la evolución.
Los libertadores juveniles han hecho evidentes las violaciones a los derechos humanos y están ganando la batalla. Y la van a ganar palmariamente, haciendo que la historia de este país cambie a partir de su esfuerzo y sacrificio como auténticos líderes de una nueva independencia contra el imperialismo rojo que colonizó a las instituciones y les negó el derecho a los ciudadanos. Eso es historia y ya el poder en la opinión pública y en la opinión electoral lo perdió el sector oficial. La huelga de hambre de los huelguistas libertadores del poder del oprobio, el yugo y las cadenas oficiales es el punto de inflexión de la autocracia. El sector oficial nunca más recuperará la confianza de los venezolanos para ganar una elección nacional ni estadal en ninguno de los estados donde los muchachos tienen su huelga de hambre. Y la protesta amenaza con abarcar el territorio nacional. Nada le gana a una huelga de hambre sostenida por la libertad. Y no hablemos de las mujeres, más de la mitad de este país, que simpatizan abiertamente con sus hijos y hermanos, ahora hijos y hermanos de toda una nación que clama por la redención de sus derechos. Nada supera a la fuerza de una mujer que lucha por la vida de sus hijos. Podrán acobardar a los hombres, incluso a los armados, pero jamás podrán con las madres cuando pidan justicia por sus hijos.
No hay forma de quebrarlos. No es dinero lo que piden. No tienen precio para tranzarse. Es libertad para los presos de conciencia. El liderazgo superior es el único que puede entender, que la prisión de la conciencia es la prisión de la libertad. Pero esto no lo entienden los que solo pueden ver al mundo en rojo porque son daltónicos, y no ven de tanto adoctrinamiento, la luz de la libertad. La revolución comunista es el semáforo rojo que frena el desarrollo: es la involución. La libertad es el semáforo en verde que lo hace avanzar: es la evolución.
Los libertadores juveniles han hecho evidentes las violaciones a los derechos humanos y están ganando la batalla. Y la van a ganar palmariamente, haciendo que la historia de este país cambie a partir de su esfuerzo y sacrificio como auténticos líderes de una nueva independencia contra el imperialismo rojo que colonizó a las instituciones y les negó el derecho a los ciudadanos. Eso es historia y ya el poder en la opinión pública y en la opinión electoral lo perdió el sector oficial. La huelga de hambre de los huelguistas libertadores del poder del oprobio, el yugo y las cadenas oficiales es el punto de inflexión de la autocracia. El sector oficial nunca más recuperará la confianza de los venezolanos para ganar una elección nacional ni estadal en ninguno de los estados donde los muchachos tienen su huelga de hambre. Y la protesta amenaza con abarcar el territorio nacional. Nada le gana a una huelga de hambre sostenida por la libertad. Y no hablemos de las mujeres, más de la mitad de este país, que simpatizan abiertamente con sus hijos y hermanos, ahora hijos y hermanos de toda una nación que clama por la redención de sus derechos. Nada supera a la fuerza de una mujer que lucha por la vida de sus hijos. Podrán acobardar a los hombres, incluso a los armados, pero jamás podrán con las madres cuando pidan justicia por sus hijos.
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