Alonso Moleiro
La ausencia de los diputados de la MUD en la sesión especial con motivo de un nuevo aniversario del discurso del Congreso de Angostura, estuvo, para quien esto escribe, completamente justificada. Hago ésta afirmación completamente consciente de que hay mucha gente que piensa lo contrario.No podían, los diputados de la alternativa democrática, comportarse como un rebaño de ovejas. Dar por bueno un orador que técnicamente ha cometido delito insinuando el desconocimiento de un resultado electoral; impuesto de manera inconsulta – toda la tradición parlamentaria del país precisa que tales eventos deben ser consensuados- , en el marco de un acto para el cual fue informada a última hora. No podía, salvo que se tuviera por idiota, y mucho menos invocando una consigna tan infusa como ésa de “llenar espacios”.
El llamado a “llenar espacios” ha sido atendido: los diputados de la oposición concurrieron a unas elecciones, obtuvieron una victoria numérica y política y están presentando una pelea cotidiana, con aciertos y errores, en la Asamblea Nacional. El espacio se está usando, y parte de su uso consiste en materializar actos de protesta como la ausencia de ayer, porque para eso también sirven, aquí y en todo el mundo, los escaños parlamentarios: para mostrar su inconformidad dejando de asistir a sesiones o retirándose en su transcurso.
Se cuentan por toneladas, en toda América Latina y Europa, y aquí mismo, en el pasado reciente, las ocasiones en que bancadas parlamentarias dejan de asistir a sesiones especiales con el objeto de consignar una protesta si el tema a discutir es impuesto o, si es consumada una grosería tan inaceptable como la de ayer: ésta que pretende que el país mayoritario está pintado en la pared y que se le puede llevar “nariceado” a una sesión sin ser informada de sus aspectos fundamentales con el objeto de ser retratados llenando el decorado con consignas ajenas.
Se ha hablado de “forfait”; de que los diputados dejaron de trabajar, de que debían llenar el espacio porque para eso fueron electos. Son razonamientos que parecen desconocer la mecánica de un parlamento. Argumentos invocados de memoria tocados por el influjo de situaciones previas, como el retiro de 2005, que evocan sonidos parecidos, pero que no tienen absolutamente nada que ver lo que estaba planteado. En el día de ayer ni siquiera estaba planificado el desarrollo de un debate: era éste un acto político en el cual la bancada democrática se iba a prestar, con una inocencia que hubiera sido inaceptable, para una vergonzosa comparsa con silencio impuesto.
Los hechos hablan por sí solos: no ha ocurrido absolutamente nada con lo decidido, salvo que un impresentable como Alberto Nolia ha fustigado la medida. Que alguien diga si tal cosa debe preocuparnos.
Otros sectores han esbozado, sobre el comportamiento de la bancada de la MUD, observaciones que lucen más pertinentes. Se ha dicho que los diputado debieron haber organizado un acto paralelo, acercarse a Guayana, tomar nota de los urgentes problemas que tiene planteados a partir de sus desajustes laborales y la criminal desidia chavista sobre las empresas metalúrgicas.
Ese ya es otro cantar. Considero que la segunda observación es bastante más pertinente y toca una cierta ausencia de perfiles, en materia de iniciativas, un inmovilismo, una falta de garra en materia de iniciativas que signa el comportamiento de la MUD y que se extiende a los diputados de la Asamblea Nacional. Debió la MUD planificar una actividad paralela y servirse del hervidero social de la región para presentar una respuesta.
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