Monday, February 21, 2011

Los poetas malditos

En: http://opinion.eluniversal.com/2011/02/21/opi_art_los-poetas-malditos_21A5186531.shtml

SAÚL GODOY GÓMEZ |  EL UNIVERSAL
lunes 21 de febrero de 2011  05:00 PM
Tengo que hacer un reclamo que no me hace feliz pero que considero un deber, debido a las condiciones lamentables que vive mi país, cortesía de esa ideología despreciable y aborrecible: el comunismo.

Los poetas latinoamericanos, una gran parte de ellos, importante por su calidad y producción, han sido los más importantes promotores y publicistas de esta ideología inhumana y diabólica, sus talentos han estado al servicio de una visión del mundo que ha producido muerte y miseria, creyendo que con ello se hacían parte de los lauros humanistas y humanitarios de quienes creían defender la verdad, la justicia y el amor. Fue la Revolución Cubana y su líder, Fidel Castro, uno de los hombres más cantados y admirados por los bardos de América, elevándolo a él y su gesta a una categoría de héroes y santos; fue Allende otro motivo de inspiración que no deja de resonar en canciones y panegíricos como ejemplo de virtud y sacrificio, y lo es ahora Chávez, en infinidad de loas y trovas que lo equiparan a Cristo y a Bolívar.

Se equivocaron y se equivocan, Neruda, Darío, Cardenal, Silvio Rodríguez, Víctor Jara, Alí Primera, Benedetti, Saramago y tantos otros que, creyendo en las ilusiones humanísticas del marxismo, encontraron en sus causes la razón de las luchas por la independencia y la identidad del hombre explotado, del indio sometido, de los pueblos sin voz, sólo para verse enredados, utilizados, y muchas veces complacidos en promocionar la trama de unos sistemas totalitarios que desdicen de sus puras intenciones.

Siempre me habían hecho creer que los poetas, por compartir, con el sueño y la imaginación esos planos superiores que al resto de los mortales nos está negado, por ser "diferentes" y por construir mundos literarios, no eran responsables de sus estrofas y cantares; sus obras eran producto de las musas, no se les podía reclamar nada y sólo cabía nuestra admiración.

Ya no, la irresponsabilidad de los poetas se acaba al momento en que entra el prisionero político a la cámara de torturas, que enfrenta el opositor un pelotón de fusilamiento, que mueren niños de hambre por sostener a un hombre en el poder; cuando se mata y entierra la verdad, cuando se persiguen a los periodistas no pueden los poetas sustraerse de la complicidad y la culpa, cuando se aterroriza a un pueblo y le quitan sus libertades, los poetas no deben tomar sus liras para favorecer la ignominia, no importa si fueron engañados, o sólo seguían el galope de los briosos caballos de la juventud rebelde, comulgando con las utopías y el paraíso perdido.

Vi en estos días una vieja película, Under Fire, sobre la guerra en Nicaragua en tiempos de "Tacho" Samoza; había un personaje, un agente de la CIA interpretado por el actor francés Jean-Louis Trintignant, y en una escena, antes de que unos muchachos revolucionarios lo ejecutaran de un tiro, les dijo: "Los latinoamericanos son unos sentimentales de m… , se enamoran de los poetas y los poetas de los marxistas, los marxistas se enamoran de ellos mismos, el país se destruye con retórica y al final nos quedamos con los tiranos… si queremos sobrevivir, tenemos que escoger entre tiranos, y por defender razones justas los poetas escogen el lado equivocado".

La disyuntiva es diabólica pero la responsabilidad no lo es. La elección de los poetas nos afecta a todos y de ella se valen los tiranos para cometer injusticias y disfrazar espantosos crímenes. Jamás en la historia, como en el siglo XX, los poetas han tenido tanta injerencia en los asuntos públicos de los regímenes de fuerza en el continente americano y creo que jamás fueron tan irresponsables y ligeros con sus plumas, que preferían las rumbosas noches revolucionarias de La Habana a tener que afrontar el deber de reclamar por los derechos violados de tantos escritores hermanos, que dormían en el piso de una celda por decir la verdad, mientras ellos bailaban "el trencito" con las esposas de los militares.

El preclaro escritor Iván de La Nuez en su obra Fantasía Roja, nos enseña cómo la Revolución Cubana se convirtió, gracias, y lamentablemente, a Jean Paul Sartre, en meca de los intelectuales de la izquierda del mundo, que iban solo a gozar las mieles de la revolución (propaganda, ron y jineteras) y a constatar que el demonio del capitalismo (del que todos venían y regresarían después) podía ser derrotado, nos dice de La Nuez: "Son muy pocos los que describen a conciencia quiénes son esos seres crecidos al sol de esa utopía caribeña. Y hay una razón muy sencilla para explicar esa carencia: la mayoría de los rapsodas desconocen esa vida. Les basta con conocer el capitalismo". Claro, el romanticismo de la vida de un revolucionario les conmovía el corazón, el retorcido pensamiento de la izquierda les levantaba el ánimo, porque al final de la lucha, pensaban ellos, estaba la dignidad, la igualdad y la felicidad, solo que había que romper algunos huevos para hacer la tortilla, y ese era un precio aceptable, mientras no fueran "sus huevos"…

Uno de los ejemplos más patéticos fue el recientemente fallecido Mario Bennedetti, el poeta del totalitarismo bolivariano, un asalariado del G-2 cubano por buena parte de su vida, que se dio a la propaganda de la revolución castrista, con su poesía meliflua y poca profunda que tanto gusta a los intoxicados por el colectivismo y los lugares comunes, su obra es un monumento a la ideología comunista en el más estricto sentido marxista, se prestó para ocultar crímenes ejecutados por los comunistas, a trabajar para grupos de asesinos como lo eran los Tupamaros en Uruguay y quien al final de su vida, se dedicó a ensalzar al tirano de Venezuela.

El poeta, oculto detrás de su inmunidad artística, canta ahora a los terroristas, a los supuestos movimientos independentistas, a los que luchan contra el Imperio secuestrando gente, prostituyendo niños, haciendo matar indígenas y comerciando drogas. No pueden estos humanistas, músicos y hombres de letras creer que van a pasar a la historia haciéndoles la cama a unos criminales. De nuevo se llenan los palacios de gobierno con los aduladores de oficio, entre ellos, los poetas que, desde sus cómodas trincheras de las "razones justas", siguen equivocándose y conduciendo a los pueblos, como alegres flautistas de Hamelin, directo al barranco, por un vaso de ron y unas pocas monedas.

No comments:

Post a Comment