La disidencia debe abocarse a la recuperación y refundación de la república
ERNESTO ALVARENGA | EL UNIVERSAL
miércoles 16 de febrero de 2011 12:00 AM
Durante estos doce años el régimen que dirige Hugo Chávez ha conducido a la nación por el camino de la más profunda crisis. Pobreza, inseguridad, violencia, dependencia alimentaria, violación a los derechos humanos, entrega de la soberanía de la nación, virtual desmontaje del aparato productivo y destrucción de las instituciones, entre otros, forman parte de la obra de este Gobierno. Como si esto fuese poco, la antigua Asamblea Nacional cerró su último período derogando la Constitución con la complicidad de otros poderes públicos.
Esta crisis coloca a la disidencia en la urgente necesidad de consolidar un acuerdo que restablezca la Constitución, como bien reza el artículo 333: "Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fue derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella... ". Este acuerdo es condición necesaria, aunque no suficiente, para lograr la reconciliación y la paz en nuestro país, víctima de la ilegalidad, resentimiento y el odio estimulados por el jefe del régimen.
A diferencia de otras naciones que han sido víctimas de regímenes dictatoriales, en nuestro país tenemos una economía en ruinas, muy distinto al Chile de Pinochet o incluso a la Venezuela de Pérez Jiménez. Sólo en lo que va de año han ocurrido cerca de 408 protestas, no relacionadas una con otra, pero definitivamente reflejos del descontento de la población ante demandas que el régimen jamás atenderá.
La disidencia debe abocarse a la recuperación y refundación de la república, como el camino más sensato de evitar más traumas y fracturas a nuestra sociedad. La crisis de gobernabilidad a la que nos aproximamos aceleradamente, no sólo reclama un acuerdo de transición y coalición, también exige que el país político se articule para afrontar los reclamos sociales de una población que hoy reclama su derecho a tener una mejor vida.
Refundar la república no es una tarea fácil y sencilla, pero aún así, no debe postergarse, debemos comenzar a caminar en esa dirección. Toda nación necesita de poderes independientes, donde funcionen el equilibrio y los sistemas de control; en modo alguno el destino de la república debe seguir atado a las fluctuaciones de las órdenes de Miraflores.
Esta crisis coloca a la disidencia en la urgente necesidad de consolidar un acuerdo que restablezca la Constitución, como bien reza el artículo 333: "Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fue derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella... ". Este acuerdo es condición necesaria, aunque no suficiente, para lograr la reconciliación y la paz en nuestro país, víctima de la ilegalidad, resentimiento y el odio estimulados por el jefe del régimen.
A diferencia de otras naciones que han sido víctimas de regímenes dictatoriales, en nuestro país tenemos una economía en ruinas, muy distinto al Chile de Pinochet o incluso a la Venezuela de Pérez Jiménez. Sólo en lo que va de año han ocurrido cerca de 408 protestas, no relacionadas una con otra, pero definitivamente reflejos del descontento de la población ante demandas que el régimen jamás atenderá.
La disidencia debe abocarse a la recuperación y refundación de la república, como el camino más sensato de evitar más traumas y fracturas a nuestra sociedad. La crisis de gobernabilidad a la que nos aproximamos aceleradamente, no sólo reclama un acuerdo de transición y coalición, también exige que el país político se articule para afrontar los reclamos sociales de una población que hoy reclama su derecho a tener una mejor vida.
Refundar la república no es una tarea fácil y sencilla, pero aún así, no debe postergarse, debemos comenzar a caminar en esa dirección. Toda nación necesita de poderes independientes, donde funcionen el equilibrio y los sistemas de control; en modo alguno el destino de la república debe seguir atado a las fluctuaciones de las órdenes de Miraflores.
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