HUMBERTO JAIMES QUERO | EL UNIVERSAL
miércoles 16 de febrero de 2011 03:01 PM
No son pocos los compatriotas que asumen con vehemencia un efusivo discurso socialista pero en la praxis cotidiana dan muestras de ser furibundos cultores del capitalismo vernáculo.
Algunos de ellos, cuando fueron gobernadores o alcaldes, propiciaron la construcción de portentosos centros comerciales en pleno corazón de Caracas, mientras el presidente Hugo Chávez insistía en dar muerte definitiva al sistema económico basado en la "acumulación de riqueza" y la "mano invisible del mercado".
En el espacio caraqueño, los centros comerciales de la Candelaria (Galerías) y Los Dos Caminos (Milenium), mejor conocidos como malls, constituyen dos luminosos emblemas del capitalismo vernáculo, verdaderos templos de la compra y venta de mercancías; atractivas vitrinas de objetos que mediante la publicidad han adquirido un valor simbólico y satisfacen las necesidades de miles de personas.
Otro tanto ocurre en el Litoral Central, aunque con menos lujo. Cuando uno pasa por los pueblos costeros en la vía hacia Los Caracas, encuentra una genuina, colorida y espontánea manifestación del capitalismo popular, expresado en centenares de familias que tienen pequeñas empresas dedicadas a la venta de pescado, franelas, pantalones, zarcillos y otros productos.
Los compatriotas del litoral materializan la libre iniciativa y la libre empresa, lemas propios del capitalismo. Lo curioso es que sus viviendas o negocios muestran las consignas preferidas de la Revolución Bolivariana: "Patria, Socialismo o Muerte"; "Venceremos"; "Sí a la Reforma Socialista". ¿Cómo explicar esta aparente contradicción?
Después de conversar con estas personas, uno entiende esta ambigüedad. Algunas de estos guaireños simpatizan con el presidente Chávez pero no por razones ideológicas sino por lo que representa simbólicamente (el ascenso de los excluidos), y porque agradecen los programas sociales que ha lanzado el mandatario.
Sin embargo, en la praxis estas personas creen más en su propio esfuerzo como empresarios que en un hipotético modelo socialista, respecto al cual, por cierto, saben poco o nada. Además, piensan que una cosa es la teoría y otra es la vida cotidiana, es decir, nos les interesa para nada las teorías de Marx, Engels o Lenin, porque "no resuelven" los problemas concretos de la vida diaria y son "cosas abstractas".
Estos pequeños empresarios, por lo que dicen, están acostumbrados a su pequeña empresa, a un modus operandi capitalista que les permite cubrir parte de sus expectativas personales de diversión, alimentación, vivienda y educación. En dos platos: siguen creyendo en el capitalismo aunque toda la propaganda que rodea su entorno sea socialista.
Algunos de ellos, cuando fueron gobernadores o alcaldes, propiciaron la construcción de portentosos centros comerciales en pleno corazón de Caracas, mientras el presidente Hugo Chávez insistía en dar muerte definitiva al sistema económico basado en la "acumulación de riqueza" y la "mano invisible del mercado".
En el espacio caraqueño, los centros comerciales de la Candelaria (Galerías) y Los Dos Caminos (Milenium), mejor conocidos como malls, constituyen dos luminosos emblemas del capitalismo vernáculo, verdaderos templos de la compra y venta de mercancías; atractivas vitrinas de objetos que mediante la publicidad han adquirido un valor simbólico y satisfacen las necesidades de miles de personas.
Otro tanto ocurre en el Litoral Central, aunque con menos lujo. Cuando uno pasa por los pueblos costeros en la vía hacia Los Caracas, encuentra una genuina, colorida y espontánea manifestación del capitalismo popular, expresado en centenares de familias que tienen pequeñas empresas dedicadas a la venta de pescado, franelas, pantalones, zarcillos y otros productos.
Los compatriotas del litoral materializan la libre iniciativa y la libre empresa, lemas propios del capitalismo. Lo curioso es que sus viviendas o negocios muestran las consignas preferidas de la Revolución Bolivariana: "Patria, Socialismo o Muerte"; "Venceremos"; "Sí a la Reforma Socialista". ¿Cómo explicar esta aparente contradicción?
Después de conversar con estas personas, uno entiende esta ambigüedad. Algunas de estos guaireños simpatizan con el presidente Chávez pero no por razones ideológicas sino por lo que representa simbólicamente (el ascenso de los excluidos), y porque agradecen los programas sociales que ha lanzado el mandatario.
Sin embargo, en la praxis estas personas creen más en su propio esfuerzo como empresarios que en un hipotético modelo socialista, respecto al cual, por cierto, saben poco o nada. Además, piensan que una cosa es la teoría y otra es la vida cotidiana, es decir, nos les interesa para nada las teorías de Marx, Engels o Lenin, porque "no resuelven" los problemas concretos de la vida diaria y son "cosas abstractas".
Estos pequeños empresarios, por lo que dicen, están acostumbrados a su pequeña empresa, a un modus operandi capitalista que les permite cubrir parte de sus expectativas personales de diversión, alimentación, vivienda y educación. En dos platos: siguen creyendo en el capitalismo aunque toda la propaganda que rodea su entorno sea socialista.
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