Editorial Tal Cual
Fernando Rodriguez
J osé Vicente Rangel, en su última columna, nos
anuncia por enésima vez una gran conspiración contra Venezuela; tan grande ésta
que ni siquiera tiene como objetivo derrocar el gobierno de Maduro sino
despedazar el país, a la manera de Libia, para hacerse de sus enormes riquezas
de petróleo y gas. No se sabe muy bien quién es el gestor de tan siniestro
plan, pero son tan variados los actores que podría ser medio mundo.
Pero hete aquí que la mayor prueba de esa paranoica empresa contra nosotros es la sesión del Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas en que de verdad nos dieron una tunda vergonzosa. Y si el objetivo de los diez expertos que lo componen y nuestras malvadas ONG especializadas en derechos humanos era el exhibirnos al orbe como un país de torturadores pues lo lograron. No solo porque esos expertos lo son realmente en argumentar e interrogar y nuestras ONG son de una excelencia de vieja data sino también por la triste y oscura actuación de la representación gubernamental, encabezada por el hijo del iracundo periodista, lo que mucho explica sobre la extravagante y demoníaca demolición que concibe para este paradisíaco país. Pero se le olvida al periodista que el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la misma ONU, que por lo visto es una cueva de rufianes, nos echó otra vaina, la solicitud de excarcelación inmediata de Leopoldo López y Daniel Ceballos y, de paso, "de todos aquellos detenidos por ejercer su derecho a expresarse".
Pero hete aquí que la mayor prueba de esa paranoica empresa contra nosotros es la sesión del Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas en que de verdad nos dieron una tunda vergonzosa. Y si el objetivo de los diez expertos que lo componen y nuestras malvadas ONG especializadas en derechos humanos era el exhibirnos al orbe como un país de torturadores pues lo lograron. No solo porque esos expertos lo son realmente en argumentar e interrogar y nuestras ONG son de una excelencia de vieja data sino también por la triste y oscura actuación de la representación gubernamental, encabezada por el hijo del iracundo periodista, lo que mucho explica sobre la extravagante y demoníaca demolición que concibe para este paradisíaco país. Pero se le olvida al periodista que el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la misma ONU, que por lo visto es una cueva de rufianes, nos echó otra vaina, la solicitud de excarcelación inmediata de Leopoldo López y Daniel Ceballos y, de paso, "de todos aquellos detenidos por ejercer su derecho a expresarse".
Ya que
"la prolongada y arbitraria detención de opositores políticos y
manifestantes está causando cada vez más preocupación a nivel
internacional", agrega el vocero. Y de paso advierte ese Alto Comisionado oye,
José Vicente contra "los ataques e intimidación" a los defensores de
los derechos humanos en Venezuela.
Misión igualmente exitosa del Mal por lo visto.
Esto sin duda algo tiene que ver, como han opinado algunos internacionalistas, con el fallido viaje del canciller petrolero tratando de ganarse a los socios de la OPEP para rebajar la producción y subir los precios. Cosa que parece no convenirle a casi nadie, porque los gringos se pueden alzar con sus esquistos y algunos tienen cierta holgura económica como para mantener sus mercados sin mucha zozobra; esa que tenemos nosotros y que nos hace tener horribles pesadillas, como esa de Libia de José Vicente pero con otros demoledores, vernáculos.
Y se suma a las declaraciones mortíferas del embajador de la hermana república, que echó por tierra el cuento de Maduro sobre el asesinato del diputado Serra. Y con los malos modos de los brasileños por ese tormentoso viaje de Jaua con niñera, revólver, avión ajeno, suegra e injerencia, que puso a bramar hasta el Congreso carioca y nosotros calladitos.
Se han fijado ustedes que ya no vienen presidentes, otros dignatarios o estrellas de algún arte u oficio por estos lares. Ni Maduro parece gustar mucho de los viajes presidenciales que tanto entusiasmaban al Otro. Esa especie de soledad creciente que nos está envolviendo como si fuésemos sujetos poco recomendables, que resultase mejor tratarnos de lejito.
En definitiva, mucho pasa adentro, las encuestas fatales para el gobierno, la abstención en el PSUV o las elecciones de la ULA, para hablar de política reciente y dejar por esta vez, para evitar la depresión, la catástrofe económica. Pero también afuera, en nuestra imagen cada vez más deteriorada, menos fotogénica y telegénica, menos potencia y salvaguarda de la vida en el planeta. Más calamitosa que nunca.
Misión igualmente exitosa del Mal por lo visto.
Esto sin duda algo tiene que ver, como han opinado algunos internacionalistas, con el fallido viaje del canciller petrolero tratando de ganarse a los socios de la OPEP para rebajar la producción y subir los precios. Cosa que parece no convenirle a casi nadie, porque los gringos se pueden alzar con sus esquistos y algunos tienen cierta holgura económica como para mantener sus mercados sin mucha zozobra; esa que tenemos nosotros y que nos hace tener horribles pesadillas, como esa de Libia de José Vicente pero con otros demoledores, vernáculos.
Y se suma a las declaraciones mortíferas del embajador de la hermana república, que echó por tierra el cuento de Maduro sobre el asesinato del diputado Serra. Y con los malos modos de los brasileños por ese tormentoso viaje de Jaua con niñera, revólver, avión ajeno, suegra e injerencia, que puso a bramar hasta el Congreso carioca y nosotros calladitos.
Se han fijado ustedes que ya no vienen presidentes, otros dignatarios o estrellas de algún arte u oficio por estos lares. Ni Maduro parece gustar mucho de los viajes presidenciales que tanto entusiasmaban al Otro. Esa especie de soledad creciente que nos está envolviendo como si fuésemos sujetos poco recomendables, que resultase mejor tratarnos de lejito.
En definitiva, mucho pasa adentro, las encuestas fatales para el gobierno, la abstención en el PSUV o las elecciones de la ULA, para hablar de política reciente y dejar por esta vez, para evitar la depresión, la catástrofe económica. Pero también afuera, en nuestra imagen cada vez más deteriorada, menos fotogénica y telegénica, menos potencia y salvaguarda de la vida en el planeta. Más calamitosa que nunca.
Vía Tal Cual
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